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México D.F. Martes 23 de septiembre de 2003

Gonzalo Martínez Corbalá

La seguridad nacional

En su significado más amplio, el concepto seguridad nacional puede inscribirse en las conclusiones que produjo en 1981 un importante estudio de la ONU1 que demuestra la relación asociativa entre desarme, desarrollo y seguridad: el armamentismo captura ingentes capitales destinados a fines no constructivos que se sustraen a las inversiones en beneficio del desarrollo; la capacidad bélica basada en el armamentismo amenaza la seguridad global y la seguridad nacional en el plano internacional.

Lo más importante en esta reflexión es es que el estudio amplía el enfoque del problema de la seguridad nacional, incorporando una serie de amenazas que van mucho más allá de las militares. Afirma que "la seguridad nacional no constituye un objetivo en sí. Su propósito final debe ser asegurar la independencia y soberanía del Estado nacional, la libertad de sus ciudadanos: libertad y medios para desarrollarse económica, social y culturalmente, es decir, la definición exacta de lo que denominamos desarrollo. En el mundo actual, esto nunca podrá lograrlo ningún Estado a costa de los demás. En un mundo interdependiente sólo a través de la seguridad global internacional será posible lograr el objetivo de seguridad nacional, para alcanzar la meta última de libertad, bienestar y dignidad humana para los pueblos de todo el mundo". Todo ello en un marco de referencia en el que prevalezca un orden jurídico -de derecho- tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

Hoy existen amenazas no militares cada vez más intensas que agravan los problemas de seguridad de los estados y pueden ser descritas de la manera siguiente: amplias reducciones en las perspectivas de crecimiento económico. Amenaza o existencia de tensiones ecológicas y de agresiones desgastantes al medio ambiente. Escasez de recursos -de manera notable en el campo energético y de ciertas materias primas no renovables- y crecimiento de la población mundial a niveles que ponen en peligro la relación del hombre con el medio. Las tensiones y apremios de hoy pueden transformarse en las tensiones y conflictos políticos de mañana; peligrosa polarización de la riqueza y la pobreza, moral y políticamente inaceptable.2

Es claro que este concepto de seguridad nacional es coherente con las posiciones de México. Nuestro país ha sostenido en el curso del siglo xx un concepto de seguridad nacional no belicista, sino pacífico, de preservación de la identidad nacional, de respeto y no intervención respecto a las otras naciones, condiciones que deben permitir un desarrollo equitativo crecientemente sustentable, ejerciendo el inalienable derecho a la autodeterminación, esencia de la soberanía popular.

En estos tiempos la seguridad nacional radica predominantemente en el desarrollo social y la solidez de las finanzas públicas. Si antes se asociaba estrechamente con las prácticas de defensa -nacional o continental-, dictadas por las superpotencias del mundo bipolar, hoy la mirada se vuelve más bien hacia adentro de los países, sean grandes o pequeños, según su potencia económica, tecnológica o territorial. Los fantasmas de las dos amenazas bélicas recíprocas (Este y Oeste) han sido cancelados con la caída del Muro de Berlín en 1986 y el estrepitoso derrumbe de la URSS y del bloque de países que integraban el CAME y el Pacto de Varsovia. En otros términos, la desaparición de un polo (URSS) desplaza el eje de las relaciones internacionales desde la geopolítica de las capacidades bélicas y armamentistas hacia la geoeconomía de las capacidades productivas y competitivas, en un mundo unipolar que se globaliza económica, comercial y culturalmente con gran rapidez.

Toca el turno, al comienzo del siglo xxi, a la optimización de las economías nacionales para disminuir las inequidades internas del desarrollo y para su más eficiente inserción en los espacios económicos internacionales. La seguridad nacional ya no forma una identidad estricta con el poderío militar: se identifica ahora con el desarrollo económico y social. Los cambios en la definición de la seguridad nacional, producidos de acuerdo con los vaivenes de la historia, dejan -mientras exista la categoría histórica de nación- su núcleo esencial vigente: seguridad nacional es la capacidad que tiene una nación para ser autodeterminante y soberana en sus dos vertientes: soberanía popular hacia el interior y nacional en el ámbito mundial.

La estrategia de Seguridad Nacional Democrática (SND), responsabilidad del Estado, puede ser activada ante la emergencia de peligro externo o interno. Frente a los externos moviliza a las fuerzas sociales y a las instituciones en pro de la integridad de la nación; en lo interno disuade o persuade al agente que suscita conflicto. Resuelve y atiende carencias y aspiraciones sociales históricas y legítimas. En este último caso, cuando Estado y sociedad civil han creado consenso alrededor de intereses comunes fundamentales: equidad en lo social, democracia en lo político, desarrollo sustentable en lo económico.

El énfasis en el carácter democrático de la seguridad nacional obedece a la separación necesaria respecto del concepto castrense privilegiado por el nazismo y más tarde por los teóricos brasileños del Cono Sur, Golbery da Couto e Silva, cuyo antecedente más próximo era la geopolítica "a la manera alemana". Al mismo tiempo, la distinción debe operarse respecto a la doctrina de la seguridad nacional aplicada por los regímenes militares de las décadas 60 al 80 en América Latina, particularmente Brasil y Chile (Pinochet), cuyo eje central era el control del enemigo exterior (comunismo) y la represión del enemigo interior (subversión comunista), situación completamente superada en la actualidad, con las reservas del caso, que son aconsejables a la vista de hechos recientes, que bien pudieran significar el mantenimiento de militarismos anacrónicos que buscaran revanchas históricas injustificables.

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1. Convocado por el secretario general y auxiliado por 40 informes parciales, el Grupo de Expertos, dirigido por Inga Thorsson, elaboró el informe Estudios de la relación entre desarme y desarrollo.

2. Ibid.

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