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E C O N O M I A
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México D.F. Miércoles 1 de octubre de 2003

Alejandro Nadal

Creencias para la complacencia

Según el gobernador del Banco de México, la economía mexicana va bien. "Ya no se desestabiliza tan fácilmente como antes", afirmó durante la reunión anual del Fondo Monetario Internacional en Dubai.

John Maynard Keynes afirmó hace mucho que los actos de los políticos están gobernados por un economista (frecuentemente muerto). ƑCuál será el modelo teórico de la economía mexicana que tiene Ortiz en la cabeza? Aunque puede parecer difícil desentrañar los lineamientos de un modelo consistente en el cerebro de los responsables de la política económica, existen indicios que nos ayudan en esta tarea.

El modelo que le permite a Ortiz afirmar lo anterior está basado en tres postulados.

Primero, el mercado asigna los recursos de manera eficiente. Quién sabe de dónde sacó esta creencia. Es posible que nunca haya oído hablar de esa rama de la teoría del mercado llamada "dinámica de formación de precios". Si hubiera prestado atención, habría aprendido que nada en la teoría del mercado permite justificar esta creencia. Pero quizás por eso subsiste el dogma de fe, misterioso y omnipresente.

Como corolario de esta creencia, la apertura externa, en lo comercial y en la esfera financiera (desregulación de la cuenta de capital) permite crecer con equilibrio en lo interno y en lo externo.

Segundo, la política monetaria debe dejarse en manos del Banco de México, sin ninguna intervención de otras instituciones. El control de la oferta monetaria permite manejar la tasa de interés y controlar la demanda agregada y, por ende, la inflación. Las decisiones sobre oferta monetaria no tienen efectos importantes o duraderos sobre la estructura productiva o el empleo. Sólo manteniendo la oferta monetaria fuera del debate político se puede alcanzar el paraíso de la estabilidad en los agregados macroeconómicos. La estabilidad de los agregados macroeconómicos proporciona el entorno adecuado para la inversión y el crecimiento.

Tercero, en la economía mexicana existe una tasa de desempleo por debajo de la cual se acelera la inflación. Esta peligrosa creencia es lo que en el mundo anglosajón se denomina la "tasa de desempleo sin aceleración de la inflación", la NAIRU (por sus siglas en inglés). De acuerdo con esta concepción, si la tasa de desempleo está por debajo de la NAIRU, los precios se disparan. Si está por arriba, la inflación tiende a reducirse. Sólo en el nivel natural de la NAIRU es posible encontrar una tasa sustentable de crecimiento del empleo.

Según las autoridades del banco central (y de la Secretaría de Hacienda), si se juntan estos postulados tenemos un panorama idílico: estabilidad (gracias a la sabiduría de los técnicos del banco central); inversión, crecimiento y reducción de la desigualdad (porque el mercado tiene grandes virtudes curativas) y un equilibrio en lo interno y externo (déficit en cuenta corriente controlado). ƑQué más se puede pedir?

Desgraciadamente la realidad no tiene mucho que ver con este cuadro. La recesión se ha convertido en el único instrumento para mantener la estabilidad de los agregados macroeconómicos. Si la inflación es de 4.2 por ciento para el segundo trimestre y no se dispara, es porque el nivel de actividad está en el piso y el tipo de cambio continúa sobrevaluado. Entre otras cosas, la caída en el nivel de actividad se debe a una política monetaria restrictiva que mantiene el corto (el saldo diario de las cuentas corrientes de los bancos comerciales con el banco central) en niveles elevados. Si bien la tasa de interés se ha reducido a niveles históricos, eso se debe en cierta medida a la reducción de su contraparte en Estados Unidos y a que la recesión trajo aparejada una caída en la inflación. De todos modos, en México la tasa de interés real sigue siendo muy alta, provocando un costo exagerado del crédito para los usuarios de la banca y la caída de la inversión productiva. Como resultado de todo lo anterior, el desempleo abierto crece. Eso es alarmante porque ese indicador es de por sí muy bajo, debido a que en México nadie puede darse el lujo de permanecer desempleado.

Es cierto que el déficit en la cuenta corriente alcanzó en el primer semestre del año un nivel muy bajo y que las divisas que se necesitan para financiar ese déficit provienen casi en su totalidad de inversión extranjera directa. Pero esto puede cambiar bruscamente si la economía vuelve a crecer. La competitividad de la economía mexicana se ha deteriorado notablemente por la apertura indiscriminada y por la sobrevaluación cambiaria; en contraste, la economía china está mejor posicionada para arrebatarle importantes parcelas del mercado estadunidense a los productores mexicanos. El desequilibrio externo regresará y con más fuerza.

La visión simplista de las autoridades económicas sobre la vulnerabilidad de la economía mexicana no tiene bases reales. Sus orígenes se encuentran en un marco de referencia teórico que no tiene ninguna correspondencia con la realidad. ƑY los datos reales? šQué importa! Desgraciadamente, no todos en México tienen la capacidad de esconder la realidad y abrazar las creencias del gobernador del banco central.

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