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México D.F. Jueves 2 de octubre de 2003

Historial represivo de Ballesteros Prieto y Díaz Escobar

Dos generales, claves en el golpe en Chile y Tlatelolco

También estaban ligados a labores de la CIA en México

GUSTAVO CASTILLO GARCIA

Los generales Mario Ballesteros Prieto y Manuel Díaz Escobar fueron mandos militares claves en la represión al movimiento estudiantil de 1968. Su actuación climática tuvo lugar durante la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. También habrían sido piezas del ajedrez anticomunista que jugó Estados Unidos durante la guerra fría. Entre 1972 y 1973, en Chile, las historias profesionales de estos generales mexicanos se entrecruzan una vez más en el tablero de una negra historia: el golpe de Estado de Augusto Pinochet.

Ballesteros Prieto era en 1968 el encargado de planear y coordinar "los asuntos de la defensa nacional" y de "transformar las decisiones en directivas, verificando su cumplimiento". Díaz Escobar, por su parte, tenía bajo su mando un grupo paramilitar que operaba encubierto en la administración del Departamento del Distrito Federal, con la misión de reprimir, amenazar, golpear y detener estudiantes, obreros o activistas. Ese grupo sería conocido tres años después como los halcones.

Ambos generales nacieron en Oaxaca, coincidieron en cursos militares y fueron ayudantes de Alberto Salinas Carranza, agregado militar en la embajada de México en Washington en los años 50, tiempo de intensa presión de Estados Unidos sobre el gobierno mexicano para que aceptara la conformación de una fuerza armada continental.

Ballesteros Prieto murió en enero de 1973, precisamente cuando ostentaba el cargo de agregado militar en la embajada de México en Chile, pero Díaz Escobar, quien le sucedió en el cargo, vivió el golpe de Pinochet ese mismo año. Los exiliados chilenos lo recuerdan como "un amigo cercano" al general golpista, y como "coronel que siempre vigilaba quién era inscrito en la lista de exiliados".

Los días del adiestramiento

Los dos militares mexicanos recibieron adiestramiento estadunidense en la época de la guerra fría, cuando Estados Unidos promovía en el continente la Doctrina de Seguridad Nacional, que postulaba la "guerra total y permanente contra el comunismo", al que se identificaba con todo movimiento social o político ligado a la izquierda.

Ballesteros Prieto estudió en la Escuela Militar de Aplicaciones, adonde ingresó como cadete el 2 de enero de 1930; posteriormente tomó cursos en las escuelas Superior de Guerra y de Mando de Fort Leavenworth, en Kansas, Estados Unidos.

Díaz Escobar realizó estudios en Bolling Field, Washington, en 1943; formó parte de los Escuadrones Aéreos Americanos, que efectuaron el levantamiento de la Carta de la República Mexicana y estuvo en el 19 Escuadrón de Aerofotometría del ejército estadunidense.

Entre 1951 y 1954, ambos militares coincidieron en Washington como ayudantes del general Salinas Carranza. Los tres fueron designados representantes de México ante la Junta Interamericana
de Defensa (JID), que nació con la idea de "crear un colegio interamericano en la materia que pusiera de relieve la necesidad de concentrarse en la defensa hemisférica y no sólo en la nacional". En 1962 se creó esa institución y Díaz Escobar fue uno de sus miembros.

Para 1955 la JID regaló, en señal de reconocimiento, tres cigarreras de plata. Una para el teniente coronel de caballería Mario Ballesteros Prieto; otra al mayor de artillería Manuel Díaz Escobar, y la tercexpo_68_3era al capitán primero de infantería Angel Rodríguez García.

En los archivos oficiales se pierde la trayectoria de Ballesteros Prieto entre 1955 y 1964. Sin embargo, cuando regresó a la palestra fue durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, como jefe del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). El camino recorrido por Díaz Escobar esos años está mejor documentado. En 1957 realizó estudios sobre "la organización y funcionamiento de las brigadas montadas en la República de Venezuela".

Asimismo, desde 1955 contó con licencias "especiales" por parte del Estado Mayor de la Sedena para desempeñar "comisiones" en el ámbito civil, siempre a las órdenes del general Alfonso Corona del Rosal, y con él pasó por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, como secretario general de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, y se le atribuye la represión de 1961 contra el movimiento navista, en San Luis Potosí.

Del primero de enero de 1965 a octubre de 1966, Díaz Escobar fungió como subdirector de la Dirección General de Control y Vigilancia de los Organismos y Empresas del Estado, dependiente de la Secretaría del Patrimonio Nacional, cuyo titular era Corona del Rosal.

A partir del 30 de septiembre de 1966, ya con "licencia especial" otorgada por el Estado Mayor Presidencial (EMP), Díaz Escobar fue designado por Corona del Rosal subdirector de Servicios Generales, y comenzó a conformar un grupo paramilitar que se encargaba de reprimir, amenazar, golpear e inclusive detener a estudiantes, obreros y activistas políticos o sindicales contrarios al gobierno, según documentos obtenidos en el Archivo General de la Nación (AGN). Este grupo después sería conocido como los halcones, protagonistas de la represión del 10 de junio de 1971.

Por su parte, Ballesteros Prieto ocupó de 1964 a 1969 el cargo de jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Su encomienda era, de acuerdo con las bases legales de esa dependencia, estar al mando del órgano "técnico operativo, colaborador inmediato del titular del ramo, a quien auxilia en la planeación y coordinación de los asuntos relacionados con la defensa nacional y con la organización, adiestramiento, operación y desarrollo de las fuerzas armadas de tierra y aire, y transformar las decisiones en directivas, instrucciones y órdenes, verificando su cumplimiento".

Según fuentes militares consultadas por canalseisdejulio, autor del documental Tlatelolco, las claves de la masacre, (coproducido por La Jornada), Ballesteros Prieto era un entusiasta promotor de enviar oficiales mexicanos a tomar cursos en la Escuela de las Américas, también conocida como United States Army Caribbean School, con sede en Panamá, y que fue el centro de formación de militares golpistas de muchos países de América Latina en los años 70. La instrucción que se impartía enfatizaba una visión anticomunista propia de la guerra fría.

Los generales y la CIA

Ballesteros Prieto ya era general y aspiraba a la titularidad de la Sedena cuando comenzó el movimiento estudiantil de 1968 y se iniciaba la carrera por alcanzar la candidatura del PRI a la primera magistratura entre Luis Echeverría Alvarez y Alfonso Corona del Rosal.

Díaz Escobar había conformado el grupo "especial de vigilancia" que supuestamente se encargaría de la seguridad de instalaciones estratégicas, como el Metro, aunque sus elementos fueron colocados como francotiradores en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968. En septiembre de ese año, el gobierno le autorizó el libre manejo de la nómina y pagos especiales de sus subalternos, los cuales dormían en el Palacio de los Deportes y los jefes en Palacio Nacional, según documentos depositados en el AGN y que forman parte de los informes rendidos a la Secretaría de Gobernación por la Dirección Federal de Seguridad.

Echeverría era titular de Gobernación y enlace entre el director de la Agencia Central de Inteligencia estadunidense (CIA, por sus siglas en inglés), Winston Scott, y el presidente Gustavo Díaz Ordaz.

En su libro La realidad de los acontecimientos de 1968, el ex jefe del Estado Mayor Presidencial Luis Gutiérrez Oropeza -indiciado por la fiscalía para desaparecidos como uno de los responsables de lo ocurrido el 2 de octubre de aquel año- escribe acerca del papel que jugó la CIA en esas fechas.

Según Gutiérrez Oropeza, Fulton Freeman, embajador estadunidense en México, "organizó una conjura con la mira de derrocar al presidente Díaz Ordaz con la asesoría de la CIA, buscando adeptos entre militares mexicanos", y para ello alentó a grupos de supuestos estudiantes a realizar actos contra el gobierno.

La versión del también general Alberto Quintanar en torno al papel de la CIA es distinta. Asegura que esa agencia sólo colaboraba con el gobierno mexicano proporcionando información sobre el movimiento estudiantil, pero se contradice al asegurar que los militares mexicanos demostraron su lealtad al Presidente, pese a que Washington "ofreció la conducción del país al entonces secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, quien rechazó la propuesta".

Según la versión documental ofrecida por García Barragán, la matanza en Tlatelolco se originó cuando Ballesteros Prieto alteró sus órdenes, ya que supuestamente el titular de la Sedena había planeado que las tropas regulares no actuaran hasta que hubiera algún herido. De lo que sí hay documentación es que Gutiérrez Oropeza y Díaz Escobar colocaron francotiradores en la plaza. Aparentemente ninguno sabía lo que había hecho el otro.

Ballesteros Prieto fue relevado del Estado Mayor de la Defensa Nacional, y a partir del 4 de marzo de 1969 fue enviado como agregado militar en la embajada de México en Canadá.

Al personal de Díaz Escobar le tocó también limpiar la plaza, y a él las autoridades lo mantuvieron en su cargo. Luego del 2 de octubre de 1968 pasó tres años organizando a los halcones, y con apoyo del presidente Luis Echeverría, del canciller Emilio O. Rabasa y del subsecretario Salvador Gallástegui, logró que un grupo de 40 de sus hombres (entre ellos su hijo) fuera entrenado en Estados Unidos, según un informe desclasificado del Departamento de Estado, elaborado en enero de 1971 por la embajada en México.

El llamado oportuno

El 5 de junio de 1971, cinco días antes del Jueves de Corpus, el secretario de la Defensa Nacional, Hermenegildo Cuenca Díaz, ordenó mediante un intercambio documental con la agregaduría militar en Canadá que Ballesteros Prieto regresara inmediatamente a México, porque "se requería" su presencia.

El 10 de noviembre de 1972, el presidente chileno Salvador Allende visitó México. Echeverría lo alojó siete días en su casa. Le expresó su apoyo. Pero días después, los dos generales involucrados en sangrientas represiones fueron enviados como agregados militares al único país donde un socialista había llegado al poder por la vía electoral.

En su discurso, durante el 27 periodo de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Allende dijo: "Es difícil, casi imposible, describir la profundidad, la firmeza, el afecto del apoyo que nos fue brindado por el gobierno y el pueblo mexicanos. Recibí tales demostraciones de adhesión del presidente Echeverría, del parlamento, de las universidades y sobre todo del pueblo, expresándose en forma multitudinaria, que la emoción todavía me embarga y me abruma por su infinita generosidad".

Inclusive llegó a afirmar que se sentía "reconfortado, porque después de esa experiencia, sé ahora, con certidumbre absoluta, que la conciencia de los pueblos latinoamericanos acerca de los peligros que nos amenazan a todos adquiere una nueva dimensión, y que están convencidos de que la unidad es la única manera de defenderse de este grave peligro".

Para el 25 de noviembre, con el apoyo del canciller Emilio O. Rabasa, el general Cuenca Díaz acordó que con fecha primero de diciembre de 1972 el general Ballesteros Prieto ocupara la agregaduría militar de la embajada mexicana en Chile. Sin embargo, pasaron 16 días y los chilenos no daban el visto bueno para Ballesteros. El 29 de enero de 1973, el general murió de un infarto.

Del primero de marzo de 1973 al 30 de noviembre de 1974, Díaz Escobar ocupó la agregaduría militar de la representación mexicana en Santiago. El entonces embajador Gonzalo Martínez Corbalá lo consideró parte del "ala dura" de la milicia en los años 60 y 70. Un exiliado, que llenaba la solicitud de asilo en la legación mexicana en Chile, recuerda que "el coronel, siempre estuvo atento" a esa lista y que era "amigo cercano" de Pinochet.

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