LETRA S
Octubre 2 de 2003

Editorial

Con la designación del doctor Jorge Saavedra culminó el relevo de mandos en el Censida. Este cambio se da a la mitad del sexenio, por lo que la nueva dirección de ese organismo cuenta con el tiempo suficiente para poner en marcha su programa de trabajo. El nuevo director tiene a su favor acciones echadas a andar, como el abasto de medicamentos, que están funcionando y a las que les dará continuidad. Sin embargo, en su contra actúa un poderoso factor: el rezago en la inversión para la prevención.

En tres años de gobierno foxista, el presupuesto dirigido a ese rubro no se ha incrementado. El acuerdo firmado con el Banco Mundial, hace más de año y medio, para financiar acciones preventivas en grupos vulnerables, continúa prácticamente paralizado. El resultado es que se tiene un déficit acumulado de 32 millones de dólares en el gasto para la prevención. Si el próximo año no se liberan los recursos del préstamo del Banco Mundial, el Programa de Acción del gobierno federal para hacer frente al VIH/sida podría naufragar. Las metas preventivas fijadas para el 2006 no alcanzarán a cumplirse.

El gobierno foxista ha hecho depender todo incremento en el gasto social de la aprobación de su propuesta de reforma fiscal, que a su vez depende del acuerdo a que se llegue en la Cámara de Diputados. Ante este panorama, la única opción viable será recurrir al financiamiento externo y privado. La propuesta del doctor Saavedra hace hincapié en ello. Sin embargo, los recursos provenientes de las agencias financiadoras internacionales son limitados y al sector privado en México no parece interesarle invertir en este rubro.

Destrabar y multiplicar las fuentes de financiamiento interno y externo para la prevención, es uno de los retos que enfrentará la nueva dirección del Censida y que requerirá de mucha astucia e imaginación para lograrlo.