.. | México D.F. Viernes 3 de octubre de 2003
FORO DE LA CINETECA
Carlos Bonfil
Drácula: páginas del diario de una virgen
Pulsiones sexuales y crimen
Lectura escénica de un mito
EL CINEASTA CANADIENSE Guy Maddin es un gran desconocido
en México, a pesar de ser muy apreciado en festivales internacionales,
particularmente en el de Toronto, donde en el 2000 su magistral cortometraje
de siete minutos, The heart of the World, causó sensación.
Este corto resumía en lo posible el espíritu ecléctico
y fantasioso del director -una combinación de la audacia escenográfica
de Fritz Lang (Metrópolis) y la sensualidad barroca de Josef
von Sternberg (La emperatriz escarlata), todo en un montaje agilísimo.
Un homenaje al cine silente y también al advenimiento del nuevo
milenio. Desde su aparición en el panorama fílmico de Winnipeg,
su provincia natal, Maddin sorprendió por su apuesta temeraria de
filmar únicamente en blanco y negro propuestas de preferencia silentes,
obsesiones relacionadas con la sexualidad, las epidemias y la muerte. Tales
from the Gimli Hospital, de 1988, fue la primera revelación;
siguieron Archangel (1990) y Careful (1992).
LUEGO
DE VARIOS años de inactividad en el cine, Maddin acepta la propuesta
de filmar para la cadena televisiva canadiense, CBC, una producción
del Royal Winnipeg Ballet, con coreografía de Mark Godden. El texto
que la inspira es Drácula, el clásico de Bram Stoker,
llevado varias veces a la pantalla, desde los clásicos de Murnau
y Tod Browning hasta variantes tan sorprendentes como el Nosferatu,
fantasma de la noche, de Herzog, en 1978, hasta la versión
de Coppola, 14 años más tarde.
LA PROPUESTA DE Maddin consiste en recrear, mediante el
ballet y la evocación del cine mudo, una atmósfera onírica
en la que adquieren relevancia las pulsiones sexuales asociadas con el
crimen. El conde Drácula es aquí un incontenible seductor
asiático (Zhang Wei-Quiang), y su víctima, en la primera
parte del filme, es la bella y delirante Lucy Westernra (Tara Birtwhistle),
con tres pretendientes disputándose sus favores, y el asedio libidinoso
de esa figura maligna a la que persigue, infatigable, el cazavampiros Van
Hesling (Dave Moroni).
DESDE EL TITULO elegido, Drácula: páginas
del diario de una virgen, Maddin enfatiza el contenido sexual de la
historia, como una relectura freudiana de la libido reprimida -climáticamente
liberada- de las protagonistas, primero Westernra, transformada en histérica
muerta viviente, y luego su amiga Mina (Cindy Marie Small), sexualidad
triunfante.
EL REALIZADOR UTILIZA muy libremente los formatos super
ocho y 16 mm, para editar luego en video, recurriendo en la fotografía
a muchos de los recursos artesanales del cine mudo. La imagen en blanco
y negro se ve súbitamente alterada, y dramáticamente reforzada,
por la irrupción del color rojo, como el hilo de sangre que recorre
un viejo mapa europeo, o por variaciones cromáticas del verde al
naranja que ilustran estados de ánimo o transiciones narrativas.
Guy Maddin no se detiene en las metáforas obligadas de la sexualidad
ligada a la enfermedad y el contagio, aunque en muchas escenas esta imagen
es fuerte; lo más excitante en su propuesta es la sensualidad corporal
y las coreografías que la animan y exacerban; en algún momento,
la música de tango, con Drácula, terror asiático,
en un primer plano, y luego, reiteradamente, la primera y segunda sinfonías
de Mahler.
LA LECTURA ESCENICA que hace el cineasta del mito de Drácula
es original y siempre dinámica. Una interpretación muy ingeniosa
del texto de Stoker. Sería estupendo disfrutar en un próximo
foro la realización más reciente del director, The saddest
music in the world (La música más triste en el mundo),
con texto del novelista japonés Kazuo Ishiguro (Lo que queda
del día), e interpretaciones de María de Medeiros e Isabella
Rossellini.
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