302 ° DOMINGO 5 DE OCTUBRE  DE 2003
El graffiti, los trazos de los excluidos

JESUS RAMIREZ CUEVAS

En el paisaje urbano las paredes hablan con nombres ilegibles, letras distorsionadas, palabras coloridas, figuras inspiradas en el comic, el arte y cine fantásticos. Son mensajes cifrados, inscritos por miles de jóvenes que, plumón, aerosol o piedra en mano, rayan a diestra y siniestra todo espacio disponible para reafirmar su espíritu creativo, sus ganas de existir, de construir su identidad. Es el graffiti, la nueva estética de las urbes en todo el mundo; manifestación de una moda adoptada por chavos, la mayoría pobres, para participar de la cultura global. La mayoría no guarda respeto por la propiedad privada y asume la ilegalidad como parte del placer de pintar. Aunque es difícil de aceptar para la mayoría, ¿quién puede detener esto? Marcelo Ebrard, secretario de Seguridad Pública capitalina, cree que sí: recientemente lanzó una cruzada contra este tipo de expresión y, como "experto", lo clasificó en tres grupos: el que "usan para comunicarse delincuentes y narcotraficantes", el "artístico" y el "destructivo"


Fotografía: Rosario Mateo/Grafitti: Neza Arte Nel

CUALQUIER ESPACIO DISPONIBLE es bueno: fachadas de casas, muros de una avenida, puentes, banquetas, anuncios espectaculares. Toda superficie a la mano es lienzo donde los grafiteros pintan, rayan y marcan, dejando constancia de una visión estética diferente.

El tagger o grafitero hace del graffiti su modo de vida y su relación con el mundo. Un día cualquiera sale de su casa y pinta en alguna esquina con aerosol un jeroglífico, su firma; sube al pesero y con plumón deja un mensaje indeleble de caracteres indescifrables; aborda el Metro y con piedra de esmeril raya su nombre en el cristal; al llegar a la escuela plasma con colores y líneas sus señas de identidad. De noche, en compañía de su crew (grupo de grafiteros), de manera clandestina, pinta murales en vagones del Metro o en la cornisa de un edificio o en un anuncio espectacular. El reto de cada día es tener mayor destreza, más rapidez, mejor manejo del color. Así, el grafitero va forjando su estilo, aquello que lo hará reconocible entre miles de escritores de paredes que como él comparten el gusto por el placazo.

Con la actitud de un profesional, en la superficie escogida en la jungla de concreto, el tagger imagina la figura, calcula el trazo y con habilidad despliega su mejor estilo. Puede simplemente pintar su tajo (firma), hacer una bomba (letras estilizadas rellenas de color) o crear una pieza (figuras y letras combinadas con rigor estético).

Los grafiteros forjan así vínculos entre aspiraciones estéticas y vida acosada y sin estímulos de jóvenes invisibilizados y despojados de su porvenir. Miles de ellos extraen de la música, la estética y la vestimenta los fundamentos de una comunidad que crean a marchas forzadas con formas de vida, gustos, estilos de baile y una pasión por rayar lo que sea.


Fotografía y graffiti: AMRA

El graffiti es un movimiento cultural diverso, constructivo y vandálico a la vez. Está relacionado con el hip-hop, el ska, las patinetas y la peculiar vestimenta con pantalones holgados. Tiene elementos de protesta estética, de voluntad artística, sentimiento nihilista sin mensajes trascendentes o simple desmadre adolescente. En otros casos, es una expresión de la resistencia cultural del nuevo siglo. La ley penaliza sus expresiones, pero para los grafiteros es riesgo y mérito para sus aventuras artísticas, ya que la mayoría suele ser ajeno a la delincuencia común o al narcotráfico.

El graffiti es una cultura global, una moda que se repite con diferentes estilos en cada ciudad, lo mismo en Estambul, Tokio, Los Angeles, Nueva York, Berlín, París, México o Tijuana (en algunas hay visitas guiadas para conocer sus resultados).

"Quienes pintan, emergidos fundamentalmente de sectores populares de las grandes ciudades, han coexistido desde los inicios del fenómeno, con las tradicionales bandas, pandillas o gangas; compartieron su rebeldía, pero desaprobaron su hermetismo y agresividad. Manifestaron dicha rebeldía en un movimiento que, en buena medida, sustituyó la impenetrabilidad por la apertura; la reserva por la comunicación; la violencia física por la concordia, o como ellos mismos dicen, por el rélax; el anquilosamiento en el barrio o en la esquina por el dinamismo y la movilidad por toda la ciudad" (El graffiti en México, Ricardo Anaya Cortés, Universidad de Querétaro, 2002).

El graffiti ilegal
Rafael Illich Flores Vázquez cuenta que desde hace seis años "el graffiti es un eje en mi vida. Todas mis actividades giran en torno a él". Es editor de una de las revistas más originales de la escena: Adicción, que dedica sus páginas a mostrar la escena graffiti ilegal.

"El graffiti es una concepción estética nueva –explica– que busca hacer modificaciones al entorno urbano. Es una subcultura que engloba la pintura, el baile y la música (sobre todo el hip-hop). No pintamos frases de protesta porque no hay tiempo, una bomba es rápida y queremos pasar desapercibidos, en el anonimato".

Rafael Flores subraya que es un fenómeno de las colonias populares, "la mayor parte de los grafiteros son estudiantes pobres de barrios marginales".


Fotografía y graffiti: AMRA

El graffiti es el movimiento cultural y estético más fuerte y con más difusión en el país, dice Rafael: "Lo puedes palpar saliendo a la calle. Su estética es el color, la forma, el ritmo, todo debe tener cierta cadencia. El taj es la firma del escritor que tiene necesidad de reconocimiento frente a su comunidad de escritores, pero al mismo tiempo busca pasar desapercibido para el resto de la sociedad".

El editor señala que "como movimiento nació en Nueva York con Taki, un joven que pintaba la ruta entre su casa y la escuela. Al principio no lo concebía como graffiti, pero después se volvió más elaborado. De los tajs pasó a las bombas (letras rellenas de color y cortadas con una línea) y ahí comenzó todo esto. Fue hace casi 30 años".

Los inicios del graffiti en México se dan allá por los años 80, por influencia de películas como Los Guerreros, de Walter Hill. Las bandas juveniles comenzaron a poner sus nombres como una forma de marcar su territorio.

Pero fue en ciudad Nezahualcóyotl (o Nezayork como se le conoce popularmente) donde –mientras el boom de la banda estaba en su apogeo– surgió la versión local del graffiti, influido por el muralismo urbano que ahí tiene tradición.


Fotografía y graffiti: AMRA

A principios de los años 90 comienzan a aparecer los primeros tajs, la mayor parte influidos por las placas de los cholos del norte de México y de California, Estados Unidos (los cholos, a su vez, fueron influidos por el muralismo chicano).

El graffiti nace en las calles ante la falta de espacios para los jóvenes. Según Flores Vázquez, "el graffiti es considerado un delito, pero en realidad es una manifestación cultural. No por pintar en la calle somos delincuentes. Aunque las penas y las restricciones están ahí, el movimiento sigue creciendo y llegó para quedarse. La sociedad y las autoridades tienen que aceptarlo como una expresión más de los jóvenes".

Neza Arte Nel
Neza es cuna de este muralismo anónimo y efímero. Miguel Angel Rodríguez, Lupus, encabeza un grupo que fusiona y ensambla el graffiti con la tradición muralista de barrio. Su nombre: Neza Arte Nel. En él participan jóvenes artistas plásticos y grafiteros de los barrios pobres del oriente de la ciudad.


Fotografía: Rafael Illich Flores /Adicción

El grupo es pionero en la intervención de edificios públicos, los decora con graffitis, como ha hecho en el palacio municipal de Neza y el Faro de Oriente. Actualmente realizan su proyecto más ambicioso: pintar 20 kilómetros en los muros exteriores de la Línea A del Metro, de Pantitlán a los Reyes La Paz. Cuentan con el patrocinio del director general del Metro, Javier González Garza, y con el apoyo del Faro de Oriente. "Queremos dar un poco de color a los que viajan por Zaragoza", comenta Lupus.

Experiencias similares se repiten con otros grupos en las delegaciones de Iztapalapa, Tlalpan, Alvaro Obregón, Coyoacán, por hablar sólo de la ciudad de México.


Fotografía y graffiti: AMRA

Neza es el lugar más importante del graffiti legal y donde hay una tradición muralista. "Tenemos a Tacho, el Diego Rivera local (con su overol, su pistola y su sombrero). También está Alfredo Arcos (empezó a usar resistol 5000 en sus murales para hablar de la realidad de los niños de la calle, pero como los tiempos cambian ahora ya no usan chemo, sino crack). Neza Arte Nel es la tercera generación de muralistas del municipio", afirma Lupus.

"Hacemos murales temporales. Buscamos un estilo original combinando la pintura mural con los grafiteros", indica. Con la crew RK, que nació hace 10 años, el grupo hace ensambles con los graffitis viejos tipo wildstyle (trama de letras garigoleadas y entrelazadas) y los integran al mural.

El muralista David Alfaro Siqueiros fue un precursor del graffiti –dice Lupus–, pues fue de los primeros pintores en usar la pistola de aire en sus murales. Hace muchos años viajó a Estados Unidos y enseñó a los chicanos esta técnica.

Lupus toma distancia del graffiti: "Es más mediático, una moda que sienta muy bien en el carácter adolescente. En cambio, nosotros buscamos renovar el muralismo incorporando el graffiti. En el boom global, Neza está generando un movimiento cultural de identidad".

AMRA, de la pintura al graffiti
El graffiti puede ser legal o ilegal. Los practicantes del primero son chavos a los que les interesa el virtuosismo y las imágenes más acabadas. En cambio, para los seguidores del placazo ilegal, sus ejes son la velocidad y la acción, rápido y bien ejecutado; tiene que ver con el deporte extremo, por eso sus valores son "más alto, más fuerte, más difícil". Hay otros que buscan una expresión más crítica y pintan figuras como Zapata, el Che, el Subcomandante Marcos, o alusiones a los derechos indígenas o al movimiento estudiantil del 68.

En el argot grafitero se utilizan términos en inglés, lo que revela el origen del movimiento: tajs, firma simple; bomb, letras inmensas en dos dimensiones; wildstyle, letras con diseño intrincado; 3D, letras tridimensionales; hot line, línea luminosa que bordea las letras; inline, línea dentro de las figuras. Pero se usan muchos más.


Fotografía: Rosario Mateo/Grafitti: Neza Arte Nel


Rafael, XEAK83, estudiante de administración industrial en el Politécnico, cuenta que "la mitad de los chavos en cada secundaria y cada preparatoria se dedican a pintar en la calle. ¿Qué van a hacer con ellos, cómo van a parar esto? Es imposible. Hay que orientar esa creatividad de los jóvenes".

"Algunos gobiernos locales –continúa– hacen concursos de graffiti, pero algunos quieren usar a los grafiteros para acarrear a los chavos como hacía el PRI con la banda".

Por su parte, Ismael, AMRA (personaje del cómic Connan El Bárbaro) entró a la escena grafitera por casualidad: "Un día vi los videos de grupos de hip-hop y rap que tenían de fondo graffitis, incluso algunos músicos salían pintando".

Empezó a experimentar en 1988, antes de entrar a la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Hizo algunos murales en escuelas y en el Multiforo Alicia, donde se relacionó con algunos pioneros del graffiti en la ciudad. Ismael recuerda: "El York, uno de los principales grafiteros de Iztapalapa, me invitó a trabajar en 1997. Combinábamos técnicas y materiales, yo usaba brocha y ellos aerosol. Les enseñé técnicas de dibujo, anatomía y manejo de colores y ellos me enseñaron el arte del graffiti".


Fotografía: Rafael Illich Flores /Adicción

Comenzó a juntarse con algunos de los mejores grafiteros de la ciudad (York, Ser, Patrón, Humo), los que tienen más años pintando y encabezan las crews más antiguas. La firma en las calles de AMRA empezó a ganar fama.

En aquel entonces apareció Ben Frank y otros reputados grafiteros de Los Angeles, que trabajaron en México e hicieron escuela. Frank sacó la primera revista de graffiti en México: Clandestilo. Ismael aprendió de ese intercambio.

Cuenta que mientras en Estados Unidos y Europa hay empresarios que apoyan a los grafiteros, en México sólo unos cuantos trabajan en publicidad. Además –comenta–, mientras en Valparaíso, Chile, los grafiteros respetan el centro histórico y pintan en las afueras (en autopistas, vías de tren y puentes), "en México hay miles de chavos que rayan por rayar donde sea, sin estilo".

AMRA es partidario de que se regule el graffiti, "porque si alguien hace un buen trabajo mejora el entorno, le da más vida.

El problema es la falta de atención de las autoridades hacia los jóvenes, no hacen nada para encausar sus inquietudes".

Como muchos otros grafiteros, Ismael no está de acuerdo en que se pinten monumentos públicos, edificios históricos, ni los vidrios del transporte público. "Rayar el vidrio representa cierta saña, ganas de molestar y de destruir".

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El movimiento grafitero, siendo una adaptación mexicana del proceso de norteamericanización cultural de los jóvenes, apenas está en sus inicios. Su desprecio por la propiedad seguirá afectando a particulares y gobiernos que tendrán que seguir invirtiendo recursos –y seguridad– para resarcir los daños ocasionados por esta compulsión de rayar las paredes, aunque se haga con estilo.

El graffiti mexicano es un ejemplo de cómo los globalizados usan la globalización cultural para hacerse visibles. Según sus protagonistas, es también el ruido anónimo que irrumpe en el discurso del poder, la rebeldía estética de una generación de jóvenes excluidos por un modelo de desarrollo que les ha robado su futuro.