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México D.F. Viernes 10 de octubre de 2003

Luis Javier Garrido

La presión

La campaña de presiones del gobierno foxista hacia los mexicanos y la oposición partidista para que se acepte la privatización del sector energético no ha logrado sino resultados parciales, pero contribuye a desenmascarar a quienes gobiernan a México.

1. La llegada de Vicente Fox a la Presidencia no constituyó "el inicio" de un periodo de vida democrática, como el gobierno actual ha pretendido en estos años con una vasta campaña propagandística, sino que fue la culminación de un proyecto del capital trasnacional para controlar el aparato de Estado mexicano y cristalizar la imposición del proyecto neoliberal, apoderándose plenamente de los sectores estratégicos. Proyecto que, sin embargo, no ha podido llevarse a cabo del todo por la oposición de la sociedad civil y de la clase política.

2. La insistencia con que después del 1Ɔ de septiembre Fox exige al PRI "los acuerdos" para privatizar esas industrias y la campaña descomunal en radio y televisión para confundir a los mexicanos no son consecuencia, por lo mismo, más que de la exigencia que le manifiestan los sectores trasnacionales que financiaron su campaña para que cumpla su ofrecimiento: entregarles lo que convino hacer, y a las presiones de Washington, donde ven con preocupación que después de casi tres años se ha "avanzado" de manera insuficiente en estos rubros.

3. De ahí el temor, que no ocultó durante meses el grupo foxista, ante la investigación que pretendía hacer el IFE por el financiamiento ilegal de Amigos de Fox a la campaña panista, y que habría mostrado los compromisos e intereses que están atrás de la insistencia de Fox en alcanzar las modificaciones a la Constitución de 1917, que permitirían a las multinacionales el control total del país -no sólo del sector energético-, sin posibilidad para los mexicanos de plantear una vía de desarrollo propia, pues eso es lo que está atrás de la aparentemente inocua pretensión de "modernizar" nuestras industrias básicas.

4. Los compromisos adquiridos por Fox y el grupo que lo asesoró en su campaña -Korrodi, Derbez, Sojo, Castañeda- sí configuran el delito de traición a la patria, pues él está obligado a cumplir la Constitución, tal como protestó, y no a violarla como ha venido haciendo al privatizar en los hechos Pemex, la CFE y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, y eso no se puede encubrir manipulando a los medios. Creel insistía ayer en que al gobierno le preocupa la llegada del racista Arnold Schwarzenegger a la gubernatura de California, cuando él y Fox son sus amigos cercanos, y los turbios intereses que apoyaron la campaña del Terminator son los mismos que ilegalmente financiaron a Fox, a través de Carlos Olamendi y de Juan Hernández, sin que se olvide que en junio de 2000 el actor ofreció una fiesta a Fox en Beverly Hills con los actores más derechistas de Hollywood. No obstante, el IFE, no investigó nada de eso.

5. La decisión precipitada del saliente Consejo General del IFE de dar carpetazo a la investigación sobre el financiamiento ilegal de la campaña de Fox, multando a tres semanas de terminar sus funciones con 545 millones de pesos al PAN y a los verdes, no buscó nada más a) minimizar lo acontecido, es decir, que un individuo pueda imponerse en la Presidencia de México con recursos oscuros provenientes del exterior, pues no se impuso a los partidos más que una pena ridícula y se dejó de sancionar al principal presunto delincuente electoral: Fox. El Consejo General pretendió también b) blanquear a los consejeros por su complicidad por omisión en los delitos cometidos en el sucio proceso de 2000. Nada de lo cual evita que después del fallo Fox quede como gobernante ilegítimo y se confirme, una vez más, que la democracia electoral está muy lejos de haber llegado a México.

6. La incapacidad de Fox para gobernar se ha visto agravada además por su desplome sicológico (que se reflejó al negar a Univisión que está tomando Prozac), y que es consecuencia tanto del encono que el incumplimiento de sus promesas de campaña ha despertado en el México profundo, como del enojo de Washington por la ineptitud de su gobierno para lograr "acuerdos" con la cúpula del PRI, a pesar de intentarlo todo: desde amenazas hasta chantajes, a lo que se añade que él y los panistas han perdido el debate sobre la privatización de la energía eléctrica y el petróleo.

7. La desesperación enferma de Fox por privatizar el sector energético no se puede ocultar, a pesar de que Creel lo niegue, y está vinculada con las presiones del exterior y con el repudio cada vez mayor que la administración de Bush manifiesta al gobierno foxista, el cual tiene un origen. No está en ninguna supuesta toma de posición del gobierno mexicano sobre la invasión de Irak, ya que Fox ha sido en este aspecto servil en extremo con Estados Unidos, aunque su propaganda pretenda lo contrario. El desprecio de Bush hacia Fox viene de la incapacidad de éste para entregarle el país como ambos quisieran: en bandeja de plata.

8. El hecho es que el debate sobre las industrias eléctrica y petrolera lo ha perdido el gobierno y su partido, a pesar de los recursos invertidos porque no les asiste la razón histórica, de ahí el delirio de Fox, quien no sabe hacer otra cosa que amenazar diciendo lo mismo: hay acuerdos o se paraliza el país, o declarando en Nueva York que si no hay reforma Pemex "se irá de México".

9. El estilo personal de gobernar de la pareja presidencial no deja lugar a dudas, y por lo mismo no es extraño que en las distintas iniciativas de reforma del Estado de Fox no aparezca una reforma que sería urgente discutir para establecerla lo antes posible en el sistema constitucional mexicano: la revocación del mandato.

10. El aspecto central de toda esta campaña de presiones de Fox no es, empero, discernir el papel que cumple y a quién está sirviendo, sino preguntarse adónde se quiere llevar al país. El destino que han asignado a México los grandes intereses trasnacionales no es distinto del que con enorme brutalidad se ha diseñado para Irak: ser un territorio de explotación, donde el Estado nacional se desmantele y los gobernantes en turno representen a Washington y a esos intereses, y no a su pueblo.

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