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México D.F. Lunes 27 de octubre de 2003

Jorge Santibáñez Romellón*

ƑRegresa la agenda migratoria con EU?

El pasado lunes, los presidentes Fox y Bush sostuvieron un breve encuentro que arrojó como uno de sus resultados más positivos que la agenda entre los dos países se aborde nuevamente, en particular respecto al tema migratorio.

A pesar del cordial encuentro, se ve con escepticismo que se logren avances sustantivos en un tema que se hizo a un lado después del 11 de septiembre. Si se leen con cuidado las declaraciones de la consejera de Seguridad Nacional y el espacio que los medios de comunicación de nuestros vecinos dieron al mencionado encuentro, se distinguirán las justificaciones para ese escepticismo; si se analizan además las medidas que ha tomado el gobierno de Estados Unidos después del fatídico 11 de septiembre, entonces se concluye que es poco probable que durante las administraciones de estos presidentes se acuerde e instrumente algún mecanismo que ordene el proceso migratorio de mexicanos a Estados Unidos, que disminuya sustancialmente los riesgos que corren en sus desplazamientos hacia el norte y que mejoren sus deterioradas condiciones de vida en Estados Unidos y las de sus familias en México. El resultado del encuentro y el anuncio de una próxima reunión binacional son buenas noticias, pero por desgracia no es aún "la noticia" que los mexicanos anhelamos.

Por lo menos durante los próximos 15 años, el proceso migratorio continuará con un ritmo similar al actual, con acuerdo o sin acuerdo, con reuniones binacionales o sin ellas. México no está aún en condiciones de generar la cantidad y calidad de empleos que puedan retener a los numerosos jóvenes demandantes de empleo, y Estados Unidos, aunque no le guste reconocerlo, requiere de esta mano de obra que le permita mantener la fortaleza de su sistema económico y hacer frente al pago de sus pensiones.

Si bien es cierto que la voluntad del gobierno de Estados Unidos es fundamental en la gestión del proceso migratorio y por ello hay que insistir en un acuerdo con una visión binacional, integral y de largo plazo, ante las escasas probabilidades de que ello ocurra a corto plazo, México debe y puede desarrollar acciones en favor de los migrantes y sus familias que no requieren de la voluntad de nuestros vecinos. El presidente Fox, quien se distinguió de sus predecesores por haber dado alta prioridad al tema migratorio, no podría concluir su gestión reportando al pueblo de México que en ese tema nos la pasamos esperando a nuestros vecinos. Aún está a tiempo.

Por otro lado, hay quien afirma que el peso político de la comunidad latina en Estados Unidos crece y que en esa lógica la clase política estadunidense estaría dispuesta a promover acciones que la favorezcan para obtener su voto en 2004. Algunas de estas acciones estarían relacionadas con el tema migratorio y, así las cosas, Bush podría acercarse a Fox como un acercamiento indirecto a las comunidades mexicanas en Estados Unidos, y el presidente mexicano podría descansar en esas comunidades para flexibilizar las posiciones de nuestros vecinos en los temas que nos son de interés.

Suena bien, pero por desgracia el proceso no es tan simple. A pesar de que el volumen de esta comunidad crece de manera considerable, en función del número de votos que representa, su peso es aún menor o, en todo caso, proporcionalmente inferior a su importancia poblacional. Son muchos, pero votan pocos.

Una de las lecciones más claras del proceso electoral que ocurrió en California es que, no obstante la convergencia cultural y de orígenes, no se puede afirmar que políticamente las comunidades latinas estén agrupadas en torno a intereses comunes, ya que existen fuertes divisiones, según su país de origen, estatus migratorio, nivel socioeconómico, etcétera. Creer que van a seguir de manera automática la agenda mexicana es un error que puede tener consecuencias graves. El supuesto no sólo es cuestionable, sino que parte de una premisa equivocada, según la cual el gobierno mexicano tendría los canales de comunicación con esas comunidades como para sumarla a su agenda y, la verdad de las cosas, ni es seguro que quieran ni tenemos los suficientes puentes con ellas.

El presidente Bush y su partido están ansiosos de atraer a una comunidad latina creciente, sobre todo en California y Texas, estados fundamentales para la elección de 2004, sobre todo si se recuerda que estas comunidades han sido preferente, pero no absolutamente, favorables al Partido Demócrata, pero nada garantiza que la mejor estrategia sea acercarse al presidente Fox o a México.

*Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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