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México D.F. Lunes 27 de octubre de 2003

Arturo Balderas

Cancún: Ƒréquiem por la OMC?

Hace unas semanas tuve la ocasión de conversar con Peter Rosset, director ejecutivo del Institute for Food and Development Policy, y con Kevin Danaher, cofundador y director del área educativa de Global Exchange, organismo promotor de los derechos humanos y la protección del medio am-biente. Ambos regresaban a San Fran-cisco, California, de la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que se celebró en Cancún. Esta es una apretada síntesis de esa conversación que por separado tuve con ellos.

ƑQué significado tiene el fiasco de Cancún?

Danaher piensa que la OMC debe sufrir una profunda reforma para evitar nuevos fracasos. La agenda de los problemas que ahí se discuten y la forma en que son abordados se fijan tomando en cuenta los intereses de los países ricos, y tiene poco que ver con los de los países en desarrollo. Según Rosset, la OMC no puede ser reformada y debe desaparecer. Cancún pudiera ser el principio de su fin.

Pero si desaparece -inquiero- dará paso a la ley de la selva, en la que los países más débiles serán fácil presa de los poderosos intereses de las corporaciones internacionales. Prevalecerán negociaciones bilaterales sobre las multilaterales, en las que los países pobres pueden defender sus intereses más efectivamente.

Danaher considera que el problema estriba en que detrás de los negociadores de cada país están las cúpulas empresariales ligadas a las corporaciones trasnacionales. Hay que garantizar la participación de las organizaciones de base, que son las que deben mejorar su condición y beneficiarse de organismos y tratados comerciales.

Rosset es contundente: en las negociaciones han tenido que ceder los países débiles, con la esperanza de ganar paulatinamente espacios. Una y otra vez la promesa es que en la próxima ronda de negociaciones será diferente, pero a última hora siempre se esgrime una nueva razón para posponer cualquier reforma. La esperanza de ajustes graduales ha servido para perpetuar las condiciones de desigualdad en el comercio.

ƑCuál será entonces la utilidad o el futuro de tratados como el TLC?

Danaher insiste en que los productores directos deben tener voz y voto o será muy difícil que los tratados comerciales generen un beneficio real para los países pobres.

Rosset va más lejos aún: deben eliminarse los TLC, los ALCA, las OMC y todos los acuerdos comerciales en los que sólo en apariencia hay un beneficio para los países en desarrollo. En última instancia son las corporaciones trasnacionales las únicas beneficiadas.

ƑCuáles, entonces, son las vías para disminuir las desventajas en el inevitable proceso de globalización?

Es necesario construir "bloques de presión popular" en los países en desarrollo y relacionarlos con los que en los países desarrollados protestan por el camino que ha tomado el proceso globalizador, responde Rosset.

Esta respuesta me permite abordar la perspectiva de los grupos que alguien con poca imaginación y aún menos sensibilidad bautizó torpemente como globalifóbicos: Ƒcuál es la relación de los 150 o 200 grupos que estuvieron en Seattle, en Cancún, y posiblemente en Ginebra?

Ambos coinciden en que la mayoría de los grupos que integran ese movimiento distan mucho de ser globalifóbicos.

En estos grupos hay personas genuinamente preocupadas por la desigualdad en el mundo. Académicos serios que tienen muchos años investigando las causas y efectos del desarrollo; activistas de derechos humanos; campesinos y trabajadores de los que dependen familias enteras y están angustiados por la situación de pobreza en que viven. A ninguno se le puede calificar de irresponsable, provocador o delincuente. Los que ocasionan destrozos y violencia son provocadores, que o no entienden este movimiento o tienen poco que ver con él.

Por último, pregunto a Kevin Danaher:

-ƑCuál es la similitud que encuentra entre este movimiento y el de los años sesenta?

-Yo veo -responde- por lo menos tres grandes diferencias: las mujeres, la tecnología y un sano distanciamiento con la sobreideologización. El papel de las mujeres actualmente tiene que ver no sólo con el apoyo, que tan generosamente dieron en los años sesenta. Ahora su participación en la discusión y toma de decisiones es cualitativa y cuantitativamente diferente. Su sentido práctico ha permitido una fluidez que no hubo en los sesenta. Su cercanía con los intereses reales de quienes sufren los efectos de la desigualdad les permite dar respuestas más concretas a sus problemas.

La tecnología -continúa-, principalmente el uso de Internet, permite una comunicación horizontal inmediata. El intercambio de ideas y estrategias de organización es más ágil y la toma de decisiones más democrática. En general, la ideología es menos determinante y los grupos actúan sobre la base de sus coincidencias, no sus diferencias.

Los recientes acontecimientos en Argentina, Ecuador y principalmente en Bolivia me recuerdan la parte fundamental de mi charla con Rosset y Danaher: ya no sólo es el tema agrícola; ahora son los energéticos. Muy pronto serán el trabajo, los servicios, el medio ambiente y los derechos humanos.

En el fondo, tal vez, la idea de la participación de "los olvidados de la tierra" en las decisiones que les afectan está más cerca de los que ellos piensan. Vale ser optimista y esperar que eso suceda antes de que el destino nos alcance.

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