Se cae la temporada

Fuera de combate, Pablo Hermoso de Mendoza

LUMBRERA CHICO

Todavía no arranca la temporada "alta" -por sus injustificados precios hay que llamarla así y no "grande"- 2003-2004 y ya comenzaron los problemas. Pablo Hermoso de Mendoza, la única figura española contratada por la empresa de Rafael Herrerías -y para decirlo pronto, la única figura de talla internacional del elenco para la Monumental Plaza Muerta (antes México)-, está hospitalizado a causa de las lesiones que le infirió un torete en la plaza queretana de Juriquilla.

Hace dos días, cuando el célebre caballista navarro adornaba con rejones de castigo el estrecho lomo de un novillo sobre la arena mojada y resbaladiza del mencionado cortijo, su cabalgadura perdió el equilibrio y lo desmontó, lanzándolo a las patas del cornudo. Espectadores que atestiguaron el desafortunado episodio afirman que el astado "le bailó un jarabe tapatío encima" y agregan que si no lo cornó fue debido a que tenía los pitones recortados legalmente, a la usanza del toreo a caballo.

Al dar la primicia, la televisión exageró la nota sosteniendo que había sufrido una grave conmoción cerebral y probablemente la fractura de una pierna. Pero una vez que los médicos lo revisaron y le practicaron exámenes de resonancia magnética, el tremendismo se hizo a un lado para dar paso a las preocupaciones. Porque los análisis -o los voceros del hospital donde se atiende el ilustre caballero- no han determinado si sufrió "sólo un esguince o la ruptura de los ligamentos de una rodilla".

En cualquier caso, esto pone en riesgo la participación del virtuoso vasco en la corrida inaugural de la temporada "alta" y su papel como la base más firme y atractiva para el público a lo largo del serial. De igual modo, el percance podría restarle interés a la tercera corrida de la Feria de Texcoco, programada para el sábado 15 de noviembre.

Quienes saben de esto afirman que dependiendo de la lesión, Hermoso de Mendoza podría viajar a Houston para colocarse una prótesis que le permita torear el domingo en Mixcoac, pero algunos levantan la ceja preguntándose si por el empeño de cumplir con ese compromiso saldrá nada más a "hacer como que hace", sin garantizar una actuación a la altura de sus extraordinarias facultades, hecho que, en justicia, debería traducirse en una devolución de una parte del precio de los boletos, pues como dijo alguien más, "no vale lo mismo ver bailar a Nijinsky, que ver a Nijinsky moverse por el escenario en silla de ruedas".

Amparado en su alianza con el Gobierno del Distrito Federal, Herrerías creyó que podría timar al público durante todos los largos y desesperantes meses en que transcurrirá su temporadita. Al decirse víctima de un paranoico "boicot" de los diestros ibéricos, porque éstos se solidarizaron con el castigado Enrique Ponce, creyó que se ganaría el dinero más fácil de su tramposa vida. Pero si a la justicia poética hemos de acudir como último recurso, el incidente de Juriquilla le derrumbó el teatrito.