306 ° DOMINGO 2 DE NOVIEMBRE  DE 2003
 Los difuntos vivientes de la política mexicana
Hay muertos 
que sí hacen ruido...

Nuestros políticos son dados a adoptar una figura de la historia –ya porque se sienten sus herederos, ya porque les interesa reivindicar sus ideas o acciones. Gracias a ese empeño, mexicanos que hace tiempo nos dejaron siguen en el escenario nacional. El fin del partido único, por lo demás, ha propiciado la multiplicación de los santorales, o de los reconocimientos. No están todos los que son, sino los que nuestras hoy diversas "clases políticas" han metido a la batalla. Y algunos más que no necesitan políticos para navegar en la memoria 

Y se levantó y anduvo
Fidel Velázquez

“Están ustedes hablando con un muerto”, farfullaba en el interfón el ex lechero Fidel Velázquez Sánchez –el muerto-vivo por antonomasia–, cuando se burlaba de los reporteros que corrían tras el enésimo rumor de su muerte.

Fidel se fue en 1997, pero su estilo y su sabiduría, que hicieron época en el sindicalismo oficial mexicano, siguen vivos, aunque nadie pueda igualarlo en el control de los cacicazgos regionales –su vivo retrato– ni en su privilegiada relación con el poder presidencial (la Maestra lo sueña, pero nada más).

Fidel vive.

Los líderes que lo eran a su muerte siguen ahí, y hasta se han reelegido con la bendición del gobierno “del cambio”, que no los ha tocado ni con el pétalo de una reforma a la Ley Federal del Trabajo.

Los usos y costumbres corporativos, que el sempiterno encarnaba, han rebasado con mucho los límites del PRI y viven también en otros partidos y sectores.

Los cambios hoy perceptibles en el sindicalismo mexicano, salvo excepciones, comenzaron con Fidel. El visitó la sede de la Coparmex, cuando la presidía el hoy secretario del Trabajo, Carlos Abascal. “Me trajeron a la casa del diablo”, dijo. En esa visita nació la llamada Nueva Cultura Laboral, hoy fuente de inspiración de una reforma laboral que nunca llega (lo que no impide la gratitud de Carlos Abascal: “Recuerdo todavía, con ternura y con agradecimiento, la gentileza de un anciano grande; grande de alma, grande de espíritu, grande de experiencia...”).

Antes de morir, Fidel canceló la conmemoración del Primero de Mayo. Así sigue la cosa. Igual que Víctor Flores sigue de jefe de los ferrocarrileros. Y Carlos Romero Deschamps de los petroleros. Napoleón Gómez Sada siguió los pasos de Fidel pero le heredó a su hijo, del mismo nombre, el liderazgo del sindicato minero. Algunos piensan que hoy se viven revueltas y cambios inimaginables con Fidel en vida. Pero la promesa de un nuevo tipo de sindicatos –modernos y con capacidad real de defender a los trabajadores– sigue pendiente.

Para probarlo día a día, ahí tenemos las reelecciones de Francisco Hernández Juárez y, sobre todo, a Leonardo La Güera Rodríguez Alcaine: “Si don Fidel pidió su exterminio (del EZLN) nosotros nos mantenemos en lo dicho”.

La persistencia de Fidel Velázquez en el escenario nacional hace pensar que tenía mucha razón cuando, para desestimar los rumores de que había muerto, decía: “(Esos rumores) no me debilitan, me dan fuerzas porque he de tener poder para resucitar”.

El país que necesitaba un muertito
Manuel J. Clouthier

La primera, por insoslayable, evidencia de la influencia post-mortem del Maquío es que él convenció a Vicente Fox de entrar a la arena política. El estilo de Manuel J. Clouthier, el “bárbaro del norte” por definición, estuvo presente en la campaña electoral de 2000. Y gran parte de los por él iniciados en la política partidista ocupan hoy importantes posiciones de poder. El propio Fox, Francisco Barrio, Ernesto Ruffo, Rodolfo Elizondo y Fernando Canales, algo le deben.

“Qué gusto estar aquí en este Angel de la Independencia, testigo de muchas luchas de México y especialmente de Acción Nacional. Aquí estuvo en huelga de hambre Manuel J. Clouthier, el Maquío”, dijo Fox la noche de su triunfo (en el ya prehistórico 2 de julio de 2000).

“Este país necesita un muertito”, decía Manuel J. Clouthier, justo en aquella huelga de hambre –entre el 15 y el 22 de diciembre de 1988–, que protagonizó para demandar una reforma electoral que anulara la posibilidad de un nuevo fraude al estilo salinista. “Este país necesita un muertito”, decía “el gordo”, recuerda Luis López Hermosa, su médico de cabecera durante ese episodio.

¿Sigue vivo el Maquío? Hace poco, el presidente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, lo citó así: “Vengo aquí a abrirle un boquete al sistema de mi tamaño y de mi volumen para que otros pasen por ahí y logremos la democracia en México más pronto que tarde”.

¿Qué otras cosas han pasado por tamaño boquete? ¿Qué queda del Maquío?

Su hija Tatiana es hoy diputada. Ella y sus hermanos sostienen la tesis de que la muerte de su padre en un accidente carretero no ha sido del todo esclarecida.

¿Queda algo del Maquío? “Muy poco, basta una mirada al gabinetazo”, dice un panista de los doctrinarios.

La víctima de los restauradores
Francisco Indalecio Madero

La figura de Madero, dijo Vicente Fox en su toma de posesión, “se levanta de nuevo” encima del autoritarismo y marca una ruta que jamás debió abandonarse.

A lo largo del sexenio que corre, más de un analista, ha tratado de encontrar los paralelismos Madero-Fox. El presidente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, soltó aquello de que Fox era blanco de una prensa pagada para realizar “una labor de demolición permanente, total y sangrienta”.

La idea de comparar al presidente Fox con Madero fue abandonada pronto cuando, al revisar sus libros de historia, los panistas se dieron cuenta de cómo había terminado el Apóstol de la Democracia.

El general aún tiene estatuas
Lázaro Cárdenas

En los debates que corren, la obra del general michoacano (sobre todo la nacionalización petrolera) se coloca sobre la mesa. Cárdenas movilizó a las masas para defender la soberanía nacional, al tiempo que consolidaba uno de los pilares del régimen priísta: el corporativismo del movimiento obrero y campesino, que sobrevivió a la pérdida priísta del poder presidencial.

La salida de su hijo Cuauhtémoc de las filas del oficialismo y su casi triunfo electoral en 1988, convirtió al general Cárdenas en una figura incómoda para el priísmo (Salinas intentó quitar su nombre del Eje Central capitalino y retiró los billetes con su efigie).

Treinta y tres años después de su muerte, el PRI reconsidera el calificativo asestado por el salinismo a los cardenistas históricos a quienes llamó “nostálgicos del pasado” y busca reconciliarse con su figura. Estos días le erigió una estatua en su sede nacional (se cuidó que fuera de igual tamaño que la de Elías Calles). Según los dirigentes del PRI, el homenaje a Cárdenas fue “un acto de reconciliación con las corrientes progresistas y nacionalistas”.

Un nombre para todo discurso
Manuel Gómez Morín

El papel del fundador del PAN en la creación o fortalecimiento de instituciones vitales del Estado mexicano es menos recordado que su fórmula de la “brega de eternidad” (que no ha terminado si hemos de atenernos a la extendida idea de que Acción Nacional todavía no llega 
al poder).

Hoy, Gómez Morín –uno de cuyos nietos es diputado federal– es citado en las ocasiones memorables que conmemora el PAN. Mal que bien, se dice, su pensamiento y sobre todo sus hechos, están presentes en la esencia del quehacer panista. Es fácil citarlo e imposible saber qué pensaría, por decir algo, de la millonaria multa que la autoridad electoral le impuso al partido que fundó, por malos manejos financieros.

Otros, como el subcomandante Marcos incluso dicen que está mal citado: “Todo el debate sobre que la lucha en el PAN es entre los doctrinarios (seguidores de Manuel Gómez Morín) y los Bárbaros del Norte es una farsa”. La prueba, según Marcos, es que la sistematización del pensamiento de Gómez Morín y su enseñanza a los jóvenes panistas lo conduce el tabasqueño Juan José Rodríguez Prats, priísta casi toda su vida. Para Marcos, lo que el PAN actual –vía Diego Fernández de Cevallos– heredó de Gómez Morín es la cartera de clientes de su despacho de abogados.

La muertas de Juárez

Ciudad Juárez ha sido el escenario de la barbarie. Más de 300 mujeres han sido asesinadas; muchas de ellas ultrajadas y victimadas de la misma manera. Llegaron en busca de la vida y encontraron una tumba.

Las muertas de Juárez están hoy en el periodismo y el cine, en el teatro y la televisión, en la poesía y la plástica. Pero todas esas expresiones, inspiradas por las valerosas madres y hermanas de las víctimas, se han topado con la ineficacia cuando no el cinismo de las autoridades.

Hace unos años, entre lágrimas, Paula González lloraba a su hija Sagrario en plena campaña electoral chihuahuense. ¿Campañas? ¿Priístas? ¿Panistas? “Todos son iguales”, decía.

Un gobernador de Chihuahua, panista, adujo que las mujeres asesinadas “no iban precisamente a misa”. El ahora gobernador, del PRI, ve en las denuncias “un elemento distractor para pretender presentar que estamos sumidos en la inseguridad”.

Las muertas de Juárez han sido materia de la guerra política, cierto, pero sobre todo, de un ejercicio colectivo de memoria y lucha contra la impunidad. Ahí viven.

San Fernando y el viento
Benito Juárez

“¡Juárez, Juárez, Juárez!”, gritaron enojadísimos los priístas, la primera vez que vieron a un miembro de otro partido colocarse la banda presidencial. “¡Sí, jóvenes, Juárez…!”, se pitorreó de ellos un Vicente Fox con algún, todavía, sentido del humor.

Pero no. El retrato del pastorcito de Guelatao que sería presidente de la República desapareció de un salón de Los Pinos, como antes había desaparecido de calles y plazas en algunas ciudades con recién llegados alcaldes panistas (humildemente, borraban a don Benito y ponían sus propios nombres).

La reivindicación ha corrido a cargo del declarado defensor del laicismo, Santiago Creel, quien dio al oaxaqueño un sitio de honor en el Palacio de Cobián. Antes, Creel había informado que le gustaba ir al Panteón de San Fernando “a saludar al Benemérito”, cosa que había propiciado que se “removieran algunas vestiduras”. Más recientemente, Creel ha insistido en que el pensamiento juarista es “fuente de inspiración” del gobierno.

Benito Juárez es también una de las figuras ensalzadas por Andrés Manuel López Obrador, incluso cuando pretende rectificar sus tropezones verbales: de “políticamente indestructible” a me hacen “lo que el viento a Juárez”.

¿Sigue invicto el paladín?

En el camino al reino de Dios, el atajo es del Señor de los Cielos
El cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo

La trama del asesinato del cardenal Posadas, lo mismo que la polémica que aún despierta, parece sacada de una película de Hollywood (de hecho, dos películas ya retomaron el caso).

Su sucesor, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, insiste en la tesis del crimen de Estado. El ex procurador Jorge Carpizo machaca con la inicial hipótesis de la confusión. El choque de las dos versiones ha derivado en un complicado litigio –judicial, mediático– salpicado de expresiones como narcopoder, dinero sucio, fabricación de pruebas. Diez años y ninguna pista.

Aunque la jaula sea de oro 
Los hermanos Ruiz Massieu

La muerte de uno tiene al hermano incómodo en prisión. La del otro fue resultado de la primera. Y, bueno, los demonios siguen sueltos. Ambas muertes (con la de Colosio) marcaron el inicio del derrumbe de un régimen que nació del asesinato de otro presidencial, Alvaro Obregón.

Pero lo que tiene aquí a los Ruiz Massieu es que son la prueba de un sistema judicial que no acaba de cambiar, un misterio sin resolver.

El demonio de los obispos 
Plutarco Elías Calles

El Lenin mexicano sigue vivo en su creación –su Frankenstein dirían algunos– el Partido Revolucionario Institucional (entonces Partido Nacional Revolucionario).

El llamado jefe máximo de la Revolución, fue recordado hace poco por Andrés Manuel López Obrador, cuando acusó a Carlos Salinas de querer emular el maximato.

El PRI le guarda una enorme gratitud, pues fundó el régimen que lo mantuvo en el poder más de 70 años. Por décadas el único monumento en la sede nacional priísta fue el de Calles y su auditorio principal también lleva su nombre. Sin embargo, su aniversario luctuoso se ha visto opacado año tras año porque coincide con el de su principal adversario político, Lázaro Cárdenas, quien lo exilió del país.

El fin de los tiempos del partido casi único ha traído también una revancha histórica. Durante el reciente proceso electoral, la jerarquía católica jalisciense atacó en un misal la doctrina de Calles con el “discreto” objetivo de promover el voto en favor del PAN. Asomó el fantasma de la guerra cristera. Los priístas locales le echaron bronca al cardenal, pero luego Roberto Madrazo lo visitó para asegurarle que no había tal declaración de guerra. Por lo visto, 58 años después de su partida al reino laico del más allá, ni priístas ni jerarcas católicos olvidan al fundador del PRI.

Muchos herederos
Los jóvenes de 1968

¿Habrían ocurrido muchos de los cambios de las últimas tres décadas, sin el sacrificio de los jóvenes del 2 de octubre de 1968? Los actores políticos de hoy que se reconocen herederos, o al menos deudores, de aquellas víctimas del autoritarismo son incontables. El sacrificio de esos jóvenes fue el comienzo de la quiebra moral y política del régimen.

Sucedió lo previsto en el célebre texto de José Alvarado: “Algún día una lámpara votiva se levantará en la Plaza de las tres Culturas en memoria de todos ellos. Otros jóvenes la conservarán encendida.”

El poder hay que ganarlo
Carlos Hank González

“Si creen que es cierto eso de que los políticos son malas personas, que roban y matan, ustedes suponen que un día van a llamar a los hombres buenos y puros y les van a decir: ‘aquí tienen el poder’. ¡No! ¡El poder hay que ganarlo!” Y vaya que el profesor ganó el poder. Y mucho dinero.

En 1994, con cierta tristeza, anunciaba: “Me he alejado, en definitiva, de lo que ha sido la pasión de mi vida: la política. El dinosaurio se va...”

¿Cuántos personajes públicos, y ya no sólo priístas, lo siguen llevando en el corazón y la cabeza? “Un político pobre es un pobre político”, es máxima de muchos, y ya no sólo priístas. Hace pocos días, Roberto Madrazo, presidente del PRI, se refirió ante las cámaras a la influencia del profesor Hank en su carrera. 

Y cuando llegó la alternancia, el dinosaurio seguía ahí.

Lo que resiste subsiste
Jesús Reyes Heroles

¿Sigue viva “una de las mayores inteligencias del sistema político mexicano”? A juzgar por las acciones y los discursos de quienes ahora ocupan las posiciones donde él brilló, de Reyes Heroles sólo quedaron las frases ingeniosas, las que resumían la sabiduría de la llamada clase política.

La maestra Gordillo traduce la frase más socorrida de Reyes Heroles ( “Lo que resiste apoya”) en colaboracionismo. Su paisano (de Reyes Heroles) Fidel Herrera Beltrán, la usa de epígrafe para hablar del PRI de oposición que volverá a Los Pinos en 2006.

Pero no es el Reyes Heroles federalista y creador de la primera reforma política, el que mejor sobrevive. Lo prueba la ausencia de teóricos en el nuevo PRI (es un decir). Y también la oposición de un grupo de sesentayocheros a que los restos del arquetípico “hombre del poder” fueran –en paquete con Manuel Gómez Morín y Heberto Castillo– a la Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón de Dolores. 

El soldado del PRI
Emilio El Tigre Azcárraga 

En 1993 El Tigre acuñó la frase que sintetizó “la filosofía” de Televisa: “México es un país de una clase modesta, muy jodida... que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”.

El poder de los Azcárraga (padre, hijo y nieto) creció con el apoyo del sistema político mexicano del que fue en gran medida deudor y sostén. De ahí derivó su lealtad política: “Soy soldado del PRI y del presidente”. Casualmente, el PRI nació en 1929 y la XEW, antecedente de Televisa, se fundó en 1930.

El que fue en su momento el hombre más rico de América Latina ya no vivió para ver la derrota de su partido y el fin del régimen al que apoyó su empresa, la televisora de habla hispana más grande del mundo.

Cabeza de la “verdadera Secretaría de Educación”, Azcárraga mostró su fidelidad al sistema cuando Carlos Salinas “pasó la charola” entre magnates. El entonces presidente pedía 25 millones de dólares a cada uno. El Tigre ofreció el triple.

A su heredero, Emilio Azcárraga Jean, le va tan bien en el negocio que incluso ha pensado en hacerse ciudadano estadunidense para tener la posibilidad de operar una gran cadena de medios en Estados Unidos. ¿Se declarará algún día “soldado del Partido Republicano?

De caudillo revolucionario a icono global
Emiliano Zapata

Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Hugo Andrés Araujo bautizaron a sus hijos con el nombre de Emiliano. “Que los valientes den un paso al frente y pasen a firmar”, dijo el primero, evocando las palabras del Caudillo del Sur cuando se firmó el Plan de Ayala. Pero Salinas lo hizo para que los dirigentes campesinos pasaran a firmar su apoyo a las reformas al artículo 27 constitucional. Luego gritó “¡Viva Zapata!”, con el retrato de Venustiano Carranza –quien mandó asesinar al agrarista– a sus espaldas.

La revancha del morelense vino cuando, en el ocaso del sexenio salinista, unos indios se alzaron en armas con el nombre de Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Zapata se afianzó entonces como uno de los símbolos culturales y políticos de nuestra época y su imagen e ideario dieron, y siguen dando, la vuelta al mundo.

El olvidado
Luis Donaldo Colosio 

¿Qué fue de las célebres “viudas de Colosio”? ¿Quién recuerda al candidato asesinado? La avalancha de promesas de esclarecimiento del crimen hace mucho se desvaneció (ahí se incluye la del presidente Vicente Fox).

Colosio es calles, parques, colonias en todas partes del país.

Y es, dicen algunos, una sola revancha: su secretario particular, Alfonso Durazo, convertido en el hombre más poderoso de Los Pinos.

El político que tenía el don
Fernando Gutiérrez Barrios

¿Cuántos hombres del sistema se ganaron que a su nombre se antepusiera irremediablemente el “don”?

Fernando Gutiérrez Barrios fue “don” Fernando por largos años. El político del sistema, el temible policía con mano suave para los de fuera y durísima para los “subversivos” de dentro. Todo en una sola persona.

Con todo y sus nuevos oráculos, el marketing y las encuestas, los priístas tuvieron que recurrir a él para dirimir sus disputas. Hoy, los equipos de espionaje de muchos gobernadores, las acusaciones entre priístas (“yo no vengo de las cañerías”), y los agradecimientos eternos de una parte de la izquierda latinoamericana, lo mantienen entre nosotros.

(Textos:  Arturo Cano y Jesús Ramírez Cuevas)