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México D.F. Lunes 3 de noviembre de 2003

Se ciernen más apagones sobre EU

Para empresas desreguladas la electricidad sólo es una mercancía, advierte estudio

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 2 de noviembre. Estados Unidos sufrirá más apagones y fallas en sus sistemas de fuerza eléctrica durante los próximos años debido a la desregulación y privatización del sector, advierten expertos y científicos. Algunos señalan que México sólo tiene que ver hacia al norte para calibrar las consecuencias del traslado del control del sector eléctrico a intereses privados.

El Instituto Americano de Física concluyó en una investigación que los apagones son resultado de la proliferación de empresas privadas no reguladas que generan electricidad. El instituto, la organiapagon_ny-okzación nacional de físicos de este país, argumentó en un informe publicado este mes en su revista que la desregulación del sector eléctrico en los años 90 se realizó sobre la base de tratar a la energía como una mercancía y no como un servicio básico nacional. El resultado fue que las empresas privadas se enfocaron primero en las ganancias, mediante la construcción de nuevas plantas de generación eléctrica -espacio que rendía las mayores utilidades-, que en mantener la infraestructura de las líneas de transmisión para asegurar la confiabilidad del servicio en momentos de mayor demanda, como ocurre en el verano o durante tormentas.

Los apagones recientes fueron causados en gran medida porque las empresas privadas operan en un mercado de electricidad desregulado y su prioridad es incrementar utilidades y no asegurar la eficacia del sistema que reparte electricidad a los consumidores del país.

La conclusión de que la desregulación causa apagones es apoyada por un análisis confidencial realizado para el centro de investigacio- nes de los dueños de las empresas eléctricas: el Instituto de Investigaciones de Fuerza Eléctrica. La investigación, que fue filtrada a la publicación especializada Energy Daily, afirma que el enorme apagón que dejó en la oscuridad a la ciudad de Nueva York y gran parte del noreste del país el pasado agosto podría haber sido causado por plantas generadoras creadas en el nuevo mercado desregulado.

"Si México desea ver qué ocurre con los mercados privados de energía sólo tiene que mirar al norte", explicó Tyson Slocum, director de investigaciones para el Programa sobre el Ambiente y Energía, del grupo de defensa del consumidor Public Citizen. "De hecho, Estados Unidos está en una modalidad de crisis por el mercado desregulado de plantas de fuerza eléctrica. Estamos viviendo en una etapa de apagones permanentes", comentó en entrevista con La Jornada.

Casi todos, incluyendo los promotores de la desregulación, están de acuerdo en que el sistema de oferta de electricidad está en crisis. Además del apagón masivo de agosto, que afectó a unos 50 millones de habitantes, el número de apagones en California y otras partes del país se ha incrementado dramáticamente desde que se aplicó la desregulación del mercado a fines de los años 90. El mes pasado esta capital y sus suburbios sufrieron fallas en el suministro de electricidad durante casi una semana tras el paso del huracán Isabel, que afectó a más de 3 millones de usuarios. Esa fue la tercera serie de apagones mayores en la región en los últimos dos años.

En este incidente las empresas eléctricas argumentaron que no debía esperarse que tuvieran un sistema protector contra una tormenta tan poderosa como Isabel, con dimensiones que no se habían visto en más de un siglo. Pero una investigación del Washington Post concluyó que, aunque el huracán Isabel era poderoso, su magnitud no se acercaba a tormentas más fuertes en esta área en los últimos 100 años. De hecho, hubo varias tormentas de mayor magnitud en las últimas décadas y ninguna había ocasionado los amplios apagones de casi un semana que provocó Isabel.

La raíz del problema, concluye el rotativo, es que desde que entró en vigor la desregulación en los años 90 las empresas eléctricas redujeron dramáticamente su inversión en el mantenimiento de líneas y sistemas de transmisión, a pesar de las advertencias de que eso vulneraría el sistema ante las tormentas. Para incrementar sus ganancias, las empresas redujeron costos recortando gastos de mantenimiento de líneas de trasmisión, al tiempo que incrementaron inversiones en grandes plantas de generación de electricidad, rubro en el que las ganancias son enormes.

"Antes de la desregulación, la cual empezó en los años 90, las empresas eléctricas de servicios públicos regionales y locales eran monopolios verticales regulados", explicó el análisis del instituto de física.

Las ganancias se determinaban por reguladores estatales y una sola empresa controlaba y era responsable de asegurar la generación eléctrica, la transmisión y la distribución en una zona dada.

Las firmas eran obligadas por las autoridades a mantener la capacidad de generar más electricidad de la que se necesitaba en el mercado local, para asegurar así la oferta adecuada cuando la demanda crecía; a cambio, las compañías tenían garantizadas tasas establecidas de ganancias sobre la inversión.

Por esa razón, las acciones de las empresas de servicios públicos se consideraban inversiones sólidas, pero no tenían la capacidad de generar las ganancias espectaculares de entre 30 y 40 por ciento que algunos deseaban en Wall Street.

La desregulación obligó a que estas empresas vendieran sus plantas de generación a productores independientes, y con ello se estableció esencialmente un libre mercado nacional de electricidad, en el cual la fuerza generada en una parte del país podría, en teoría, venderse a personas distantes miles de kilómetros. No obstante, a la vez, las nuevas compañías privadas desreguladas deseaban, ante todo, mayores utilidades.

Ahora, bajo el régimen de la desregulación, las firmas privadas de generación eléctrica establecieron más plantas, pero no para satisfacer la demanda local, sino en cualquier lugar donde los costos laborales fueran bajos, las regulaciones ambientales y laborales flojas y las ganancias pudieran ser máximas.

El problema con ese esquema es que existe sólo un sistema de distribución de energía eléctrica, y éste fue originalmente construido por empresas de servicios públicos locales, que trasmitían el fluido a través de distancias relativamente cortas para el mercado local.

El sistema de transmisión de alto voltaje a larga distancia fue construido como respaldo para permitir traslados de energía entre mercados locales en caso de urgencias, pero ahora se ha convertido en la manera principal en que las recién desreguladas firmas privadas envían electricidad en todo el país.

"Si se agregaran generadoras lejos de las áreas principales de consumo, la cantidad total del flujo de energía se incrementaría rápidamente, sobrecargando las líneas de transmisión", había advertido John Casazza, ex ejecutivo de una empresa del sector.

De hecho, en un artículo publicado en 1998 en la revista especializada Electrical World, Casazza pronosticó: "los riesgos de apagones se incrementarán" con una desregulación del sector.

En ese contexto, no es sorprendente que las agrupaciones de la industria enérgetica tengan disputas en torno a ese tema.

"Estoy en desacuerdo con la idea de que la desregulación es la raíz de los apagones", declaró Jim Owen, vocero para el organismo de las empresas privadas del sector, el Instituto Eléctrico Edison.

"Es importante separar mercados y competencia de temas de confiabilidad e ingeniería", añadió.

En entrevista con La Jornada, Owen expresó que la industria cree que el gobierno debería reducir la regulación sobre las líneas de transmisión eléctrica y permitir que las firmas privadas trasladen a los consumidores más de los costos de construcción de esas líneas.

El gobierno de George W. Bush tiene relaciones muy cercanas con la industria eléctrica y varias fuentes informaron a La Jornada que las propuestas de la Comisión de Estudios del Departamento de Energía sobre los apagones con toda probabilidad podrían resultar parecidas a las recomendaciones del Instituto Eléctrico Edison.

"La gente que se beneficia del sistema tiene que formar parte de la solución", aseveró el secretario de Energía, Spencer Abrams, en una reciente entrevista de televisión. "Eso significa que los consumidores tendrán que contribuir."

Pero los físicos, los grupos de defensa del consumidor -como Public Citizen- y algunos ex ejecutivos de la propia industria eléctrica argumentan que la respuesta no está en la construcción de más líneas de transmisión de larga distancia.

"El sistema no es caduco, sólo está mal usado", señala el ex ejecutivo Casazza en un nuevo libro. El y otros críticos dicen que las empresas de energía privadas no deberían ser autorizadas a trasmitir electricidad a través de todo el país sin más regulación pública.

Además, señalan que muchas de estas empresas rehúsan ofrecer datos sobre qué tanta electricidad están produciendo y/o trasmitiendo, al insistir que es información comercial confidencial.

Pero es necesario que precisamente esos datos sean públicos para lograr un mejor manejo del sistema. (Fue también esa falta de divulgación publica de información la que permitió que Enron y otras empresas manipularan el sistema que intensificó la crisis eléctrica en California hace unos años.)

La investigación del instituto de física mencionado argumenta que deshacer gran parte de la desregulación y elaborar nuevas reglas públicas es también parte de una solución.

El problema que provocaron los apagones y está tensando el sistema eléctrico no es falta de capacidad de generación, argumentó Slocum, de Public Citizen.

Agregó que la desregulación eléctrica ha erosionado la confiabilidad del sistema al privilegiar las necesidades de los comercializadores de energía (quienes trasmiten electricidad en distancias geográficas más extensas al buscar ganancias más altas) sobre las de los consumidores (quienes se benefician de mercados locales descentralizados).

"Además, la desregulación canceló la obligación de que las empresas de servicios públicos reinvirtieran una porción de sus ganancias en el sistema de transmisión; por eso la inversión en líneas se ha desplomado en cientos de millones de dólares desde la desregulación", afirmó Slocum.

"Bajo la desregulación, las empresas energéticas simplemente no cuentan con un incentivo financiero o la responsabilidad para invertir en la transmisión", dijo.

En esencia, el problema de entregar el manejo del sistema en manos privadas es que ahora la oferta de electricidad no se determina por demanda real, sino por las fuerzas del mercado.

"Bajo un sistema de mercado, los incentivos llevan a no ofrecer servicio confiable y a precios aguantables", expresó Slocum a La Jornada. "Estos mercados privados no han logrado ofrecer electricidad de forma confiable."

La idea de la desregulación fue promovida ante la población como manera de reducir el precio de la electricidad para los consumidores. Pero Public Citizen ha documentado que casi en todos los mercados de mayoreo en Estados Unidos los precios se han incrementado.

Por esta experiencia en Estados Unidos, la desregulación y privatización en México, señaló Slocum, sería un grave error.

Pero, Ƒcómo podría captarse en México el capital necesario para modernizar y ampliar el sector eléctrico?, se le pregunta. Slocum concede que la desregulación sí ha captado más capital en el sistema, pero advierte que esos fondos no llegan gratis. "Lo que el pueblo mexicano necesita vigilar es si los consumidores acabarán o no pagando más por la energía y si las empresas privadas serán sujetas a rendir cuentas ante los ciudadanos."

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