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México D.F. Lunes 24 de noviembre de 2003

La organización de ultraderecha nació en el contexto de la oleada anticomunista

Grupos católicos y empresariales apoyaron la creación del MURO

Libro de Edgar González Ruiz recobra versiones y testimonios sobre su historia

MIREYA CUELLAR

Un enfrentamiento en la UNAM entre seguidores de Fidel Castro y anticastristas (el 26 de julio de 1961) fue el preludio de la aparición pública del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), pero el proyecto de crear un grupo estudiantil de choque sólo cuajó gracias al apoyo de importantes empresarios y un sector de la Iglesia católica. Sin embargo, dado que el MURO fue una organización semisecreta y el sigilo una constante entre sus ex miembros, resulta difícil investigar hoy en día las circunstancias concretas de su fundación.

Públicamente, el MURO hizo su aparición el 19 de marzo de 1962, cuando El Heraldo de Chihuahua reportó: "Nace una nueva organización estudiantil que combatirá la traición comunista". Tres días después, Excélsior mencionó también la creación del "nuevo organismo estudiantil". Mucha de la información sobre el grupo se conoce a partir de su boletín, Puño, cuyo lema era: "Para golpear con la verdad".

Estas son las tesis y los datos que maneja Edgar González Ruiz en su libro MURO, memorias y testimonios, publicado por el gobierno del estado de Puebla y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En él ofrece las seis distintas versiones que existen en archivos históricos y policiacos sobre la formación del grupo y explica las dificultades para obtener datos precisos sobre un grupo de "juramentados", organizado de tal manera que muchos de sus militantes no llegaron a tener nunca relación alguna con sus dirigentes y donde el silencio formaba parte de la mística, lo cual es un obstáculo para indagar no sólo sus orígenes, sino cuándo dejaron de operar, cómo y por qué.

Para apuntalar la tesis sobre la importancia de la participación de los empresarios en la formación del MURO, González Ruiz echa mano de uno de los pocos testimonios que hay de un hombre de negocios sobre el caso: el de Hugo Salinas Price, padre de Ricardo Salinas Pliego, propietario de Tv Azteca. En sus memorias, Mis años con Elektra, narra:

"A principios de los años sesenta sentía yo grandes inquietudes. El fuerte carisma de Fidel Castro hacía sentir miedo a las clases media y alta de que se fuera a repetir el fenómeno cubano en México. Escribía yo artículos que publicaba en Excélsior. A veces reproducía mis artículos en sus publicaciones el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, que dirigía mi amigo Agustín Navarro Vázquez.

"Siempre apoyé a Navarro Vázquez, un verdadero héroe de la libertad a quien la patria no le ha rendido el debido reconocimiento. En varias conversaciones me planteó la conveniencia de crear un grupo de choque de jóvenes, a efecto de contrarrestar el terror de la izquierda entre estudiantes. Se llamaría MURO, por sus iniciales: Movimiento Universitario de Renovadora Orientación. Lo más probable es que hubo varios que lo apoyaron, pero yo nunca supe quiénes más apoyaron a ese grupo, que resultó muy efectivo para darle a las izquierdas una sopa de su propio chocolate. (El) MURO tenía una casa ubicada en la avenida División del Norte, en donde practicaban artes marciales los muchachos. En una ocasión (el) MURO decidió hacer una manifestación en la propia UNAM. Para asombro de la izquierda se quemó la efigie de Fidel Castro. Fue divertido; tanto mi cuñado como yo estuvimos ahí. El salió fotografiado en los periódicos al día siguiente junto a la efigie en llamas."

Eran los años de la pugna entre "comunistas" y "anticomunistas", y la UNAM uno de los territorios en disputa. La versión de Salinas Price es reforzada con los dichos públicos de varios dirigentes de las cámaras empresariales, quienes expresaban su "preocupación" porque en la UNAM se "fanatizaba" a los estudiantes y porque allí "se ha puesto de moda un marxismo leninismo dogmático y ciego".

Así se da pie a una de las seis tesis expuestas sobre el nacimiento del MURO: que fue fruto de un plan empresarial anticomunista para apoderarse de las universidades, creado por Agustín Navarro Vázquez, ideólogo de la derecha empresarial. Licenciado en derecho por la UNAM, fue editorialista de periódicos como Excélsior, Novedades, El Heraldo, El Sol y La Prensa. A lo largo de su vida Navarro Vázquez fue miembro activo del Club Rotario, consejero de la Unión Nacional de Padres de Familia y secretario del Comité Mexicano de la Alianza para el Progreso. El Instituto de Investigaciones Económicas, que él dirigió, fue fundado en 1953 para promover las ventajas del régimen de libre empresa; se fundó con la ayuda de pequeños empresarios.

Otra de las tesis -que en algunos aspectos es complementaria de la anterior- es que se gesta a partir de la expulsión de dos estudiantes anticomunistas de la Facultad de Economía de la UNAM en 1961. Estos agredieron a los asistentes a un acto en conmemoración de la revolución cubana, el 26 de julio de ese año. Después de una larga batalla en los medios (los expulsados publicaban desplegados a plana completa en periódicos como Excélsior), el rector Ignacio Chávez reconsidera y opta por una sanción menos definitiva que la expulsión. Uno de los protagonistas, Luis Felipe Coello Macías, aparece pocos meses después como el primer presidente del MURO. Y todo el grupo, que lo apoyó en desplegados y facultades como parte de la estructura de la organización.

Otra de las teorías es la de los doce apóstoles -planteada por Manuel Buendía en su libro La ultraderecha en México-, según la cual el MURO fue resultado de un proyecto creado en Puebla por Ramón Plata y un grupo de 12 seguidores. Estos serían Klaus Felman (quien como empresario ha apoyado a varias universidades privadas, especialmente la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla); Federico Müggemburg (cuñado de la senadora panista Cecilia Romero, operador de la campaña presidencial de Clouthier y funcionario de cámaras empresariales); Antonio Quintana, Luis Felipe Coello (a quien se intentó expulsar de la UNAM), Víctor Manuel Sánchez Steinpreis, Manuel Antonio Díaz Cid (fundador y dirigente del Frente Universitario Anticomunista, que operó en Puebla en los años sesenta y setenta, hoy militante del PAN), Fernando Baños Urquijo (asumió públicamente la dirección del MURO en una época), Carlos Figueroa Sandoval, Ignacio Rodríguez Carreño, Gastón Pardo Pérez, Augusto Domínguez Guzmán y Luis Pazos. A esta lista González Ruiz le encuentra algunas inconsistencias. Una de ellas, que Luis Pazos, el actual director de Banobras, quien nació en 1947, tendría tan sólo 14 años cuando se fundó el MURO.

Ramón Plata Moreno, quien fue asesinado a balazos sin que la policía diera con los culpables -la versión recogida en el libro es que fue un ajuste de cuentas entre grupos de ultraderecha-, fue para algunos el "cerebro creador del MURO"; había participado en 1955 en la fundación del Frente Universitario Anticomunista (FUA) en Puebla. El sector empresarial de ese estado fue en esos años muy beligerante contra la izquierda. En MURO, memorias y testimonios se documentan los apoyos económicos a los grupos de ultraderecha.

De ahí se desprende otra de las versiones sobre la creación del MURO: que fue un sucedáneo del Frente Universitario Anticomunista (FUA). Ambos grupos actuaron durante varios años en forma simultánea.

También se ha dicho que el MURO fue sólo la "fachada" de otros grupos jerarquizados cuya cúpula estaba en las Vanguardias Integradoras de la Mexicanidad, organización católica secreta que luchaba contra el complot "judeo masónico". En el archivo de Ignacio Chávez hay documentos en los que se señala que el MURO era financiado por una organización secreta de carácter fascista que operaba en Puebla y Guadalajara.

Nexos con Acción Nacional

En los años noventa -señala González Ruiz- se hablaba incluso de la presencia del MURO en el PAN, como si ese grupo, con las características con las que surgió a principios de los sesenta, estuviera vivo; "desde luego hay casos de ex integrantes del MURO que conservaron en buena medida una ideología como la que sustentaba ese grupo y que luego, por natural afinidad, pasaron a militar en grupos como DHIAC o Provida, y ellos, a su vez, en algunos casos hicieron una carrera política en el PAN".

MURO, memorias y testimonios no ofrece una versión concluyente sobre el nacimiento del grupo; explora las encontradas en los archivos consultados, plantea similitudes e inconsistencias y, a lo largo de 582 páginas, hace un recorrido por la historia de los grupos de extrema derecha que actuaron en el país durante los intensos años sesenta, setenta y ochenta. Todo ello a partir de los informes de la Dirección Federal de Seguridad, archivos personales como el de Ignacio Chávez y una minuciosa revisión de la prensa de esa época.

En su ideología -dice González Ruiz, autor de varios libros sobre la derecha mexicana, como Los Abascal-, el MURO se acercó al fascismo e incluso al nazismo. Sin embargo, en su raíz los fundadores del grupo eran católicos extremadamente conservadores, con tintes de antisemitismo, profundamente anticomunistas y con una marcada intolerancia que, desde luego, los llevó a situarse lejos de los planteamientos del Concilio Vaticano II."

Mucha de la información sobre el grupo se conoce a partir de su boletín: Puño. Como la organización, sus primeros números circularon públicamente. Ahí aparece como jefe de redacción el nombre de Guillermo Velasco Arzac, a quien la casa presidencial foxista impulsó como presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAIP). Su hijo, Guillermo Velasco Barrera, es secretario particular de la esposa del Presidente. 

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