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México D.F. Miércoles 26 de noviembre de 2003

José Steinsleger

Orwell en Venezuela

Cuando adquiere precisión y elocuencia, la visión eurocéntrica del mundo se siente depositaria de la verdad universal y da para todo. Veamos: ƑSandokán se sublevó en la isla de Mompracem porque la raza blanca quería desaparecerlos a él y a sus "tigres" malayos o por el amor que sentía por Mariana, "perla de Labuán" y sobrina de lord Guillonk? ƑY el alegre y juguetón niño de la novela Kim? ƑPor qué Kim acabó en el servicio de espionaje británico?

Eramos jóvenes (y creo que inocentes también) y el colonialismo había alcanzado tal grado de refinamiento espiritual que tampoco lo llamábamos así. Lo llamábamos "cultura europea". Lo máximo. Después, en la secundaria, dejamos de leer a Emilio Salgari y a Rudyard Kipling. La angustia tramposa de Albert Camus resultaba perfecta para justificar el nihilismo de la juventud en ciernes. Así es que, en una primera etapa, las críticas de Jean Paul Sartre al "gran humanista universal" nos resbalaban.

A fines de octubre de 1956, Camus pronunció un discurso en homenaje al escritor Salvador de Madariaga, organizado por el gobierno republicano español en el exilio. "La inteligencia sin carácter es, en definitiva, mucho peor que la muy ingenua imbecilidad", dijo. Y agregó: "La falta de una firme voluntad se entrega voluntariamente a una doctrina implacable y de esta forma hemos visto aparecer esa especie tan particular de nuestro tiempo: el intelectual duro, dispuesto a justificar todos los terrorismos en nombre del más puro realismo".

Admirable. Pero durante la guerra de liberación de Argelia, el argelino Camus cerró filas con la Francia de la "cultura universal" puertas adentro y la del terrorismo y la tortura salvaje for export. En Argentina, por ejemplo, los militares se ofenden mucho cuando se les dice que los yanquis les enseñaron las técnicas de la tortura científica. "Jamás", responden. "Fueron los franceses", aclaran. Sartre tenía razón. Pero Camus trascendió como "humanista" y Sartre como "marxista", Ƒno?

En el año que agoniza, y a propósito del centenario de su natalicio, mucho se ha escrito acerca de Eric Blair, mejor conocido con el nombre de George Orwell. En sus novelas 1984 y Rebelión en la granja, el escritor demostró su talento para la ficción política o preocupación por el totalitarismo estalinista, según el color de la camiseta.

Pero quienes piensan desde América Latina con actitudes contrarias a las de la "inteligencia sin carácter" (como diría Camus) sienten que en países como Venezuela el espíritu de Orwell dirige los medios de comunicación. Al mejor estilo de la neoparla (newspeak, lenguaje que ha uniformado la connotación y sentido de las palabras), los militares golpistas que conspiran contra el presidente Hugo Chávez son "institucionalistas", y en abril de 2002 en lugar de "golpe de Estado" se llenó "un vacío de poder".

Según Globovisión, Radio Caracas Televisión, Televen, Meridiano Tv, CMT y Vale Tv, cuya "serena" propaganda no baja a Chávez de "loco" y "asesino comunista", los sindicalistas corruptos y los gerentes millonarios de la empresa petrolera PDVSA no sabotearon la industria, sino que participaban en un "paro cívico" y la plaza Altamira de Caracas, donde se juntan los conspiradores, se llama "plaza de la Libertad".

Odio clasista, odio racial, odio colonialista, odio imperialista que tienen eco vergonzoso en la mayoría de los noticiarios latinoamericanos, se conjugan y son magnificados por la cadena Fox y CNN de Estados Unidos y el conglomerado mediático del grupo PRISA al cual pertenece el diario El País.

En un contexto de irrestricta libertad de prensa y de expresión, los cinco canales privados de televisión y nueve o 10 grandes diarios de la llamada "Coordinadora Democrática" se dedican con entusiasmo a desinformar en forma descarada. Que Chávez habría alcanzado un acuerdo con Hezbollah (la guerrilla libanesa) para establecer una base de operaciones de Irán en Venezuela; que Bin Laden se refugió en un rancho cercano a Caracas, propiedad del presidente, y así ad nauseam.

La gente "linda" de la derecha venezolana y no pocos intelectuales "de izquierda" boicotean y desacreditan programas populares del gobierno, sabotean sus proyectos, paralizan transferencias de fondos a municipios, hablan de "desorden público", y aluden a una "crisis" que, a su juicio, habría empezado a partir del momento en que Chávez llegó al poder. Antes de Chávez, nunca hubo crisis.

Resulta inevitable trazar el paralelismo entre esas cadenas de "información" y los "dos minutos de odio" (two minutes hate) que el "Ministerio de la Verdad" de 1984, la novela de Orwell, transmite a diario y que los ciudadanos están obligados a ver en sus pantallas de televisión.

El trabajo del ministerio consiste en modificar la realidad a conveniencia y alterar los artículos de prensa. Se busca mentir o negar, sobredimensionar o tergiversar la historia. Sólo que en Venezuela los "dos minutos de odio" conllevan una programación completa y multimediática de "24 hours hate", 24 horas de odio. Ni Orwell, ni Stalin, lo hubiesen planificado mejor.

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