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México D.F. Lunes 1 de diciembre de 2003

Juan Manuel de Prada y La vida invisible, ganador del Premio Primavera de Novela

Los concursos literarios no aportan nada

''Prefiero ser buen patito feo que un escritor de un solo golpe que se pierde para siempre''

CESAR GÜEMES

Dice sentirse como el protagonista del cuento El patito feo: incomprendido, en un sitio que no le corresponde, con unos compañeros que no son como él. Y en cierta medida tiene razón, sólo que en su caso lleva muy bien la carga: de su más reciente libro, con el que obtuvo el Premio Primavera de Novela, La vida invisible (Espasa), se han vendido ya 100 mil ejemplares. Y el galardón se suma a otros como el Ojo Crítico de Narrativa, por Las máscaras del héroe; el Premio Planeta, por La tempestad, y el González-Ruano por sus artículos periodísticos.

Pese a la tranquilidad que un reconocimiento como el que ha obtenido confiere, Juan Manuel de Prada dice con voz pausada: ''Los concursos literariamente no aportan nada, porque un escritor no es mejor ni peor al ganar uno de ellos; en todo caso funcionan para dar a conocer una obra. Si La vida invisible no hubiese obtenido el Primavera de Novela, no habría visitado México ni los países que me ha correspondido tocar para promover la obra. Además, todos sabemos que hay premios muy comerciales que se dan por razones extraliterarias, ya sea porque el ganador tiene mucho público o el tema es de coyuntura. Cuando me he presentado a un certamen ha sido siempre con un libro que me apeteció escribir sin pensar en premio alguno. La vida invisible es una obra muy personal, no cumple con los requisitos de las novelas de premio".

-¿Cuál es su relación con el lector, más allá de las cifras?

-Tengo trato con el lector que me escribe. Estoy convencido de que entre el escritor y el lector debe haber una distancia natural. En cuanto al contacto cercano me inspira un poco de inquietud, porque justamente la historia inicial de este libro se relaciona con una lectora obsesionada con mis libros. Una mujer a la que no conocía de nada y que a lo largo de un buen tiempo estuvo enviándome cartas cada vez más complejas y distantes del mundo real. Se fue a vivir a Madrid, sin trabajo, se le acabaron los ahorros y acabó por pasar varias noches en la calle, mendigando.

-¿Se encontraron, finalmente?

-Sí, y la historia con ella fue muy difícil. Me sentí culpable porque de algún modo era yo el causante de que esa mujer estuviera tan fuera de sitio. Ahí me di cuenta de que la literatura puede ser peligrosa, porque atrae mucho a personas poco sensatas. En el caso de la mujer que cuento, sencillamente padecía el síndrome de Clerambault, enfermedad que surge de forma repentina y obliga a quien la tiene a perseguir a un personaje público. Ella creía que yo le mandaba mensajes directos por medio de mis libros y de mis artículos. Fue algo muy extraño y poco grato. Y eso es lo que está en el embrión de esta novela.

-¿Ha escrito alguna vez para paliar alguna inconformidad personal?

-Sí, sobre todo en el inicio de mi trayectoria: comencé a escribir como desahogo frente a mi infelicidad, a mi frustración, me sentía como el patito feo durante la adolescencia. Usé la escritura como una proclamación de rebeldía y de dolor. Luego uno crece y se implica en los proyectos literarios, aunque en el fondo, al menos en mi caso, escribo porque hay una insatisfacción.

-¿Dejó atrás el estadio del patito feo?

-No, se queda ahí. Siempre habrá en el mundo que nos rodea comportamientos que nos repugnan: lo que antes pasaba en el círculo de amigos luego sucede con la política, con la sociedad que a uno le ha correspondido.

Autor en sus inicios del muy comentado volumen Coños, De Prada se reconoce distinto: ''Hay una evolución natural. Ese es un libro festivo, lúdico, sin pretensiones. La vida invisible es una novela que intenta mantener un mayor compromiso con la realidad, hablo de problemas que me conciernen y me parecen significativos, aquí mis obsesiones están más arraigadas y definidas".

-¿Qué resta en La vida invisible de su ''trilogía del fracaso"?

-El olvido, la frustración y la derrota. Las dos mujeres protagonistas en la novela padecen el dolor y la locura.

Juan Manuel de Prada se mantiene al margen, ahora por voluntad propia, del mundo literario en España, porque en él, nos dice, ''nadie soporta que otro le robe un poco de protagonismo, por eso no me acerco a ese medio. Hoy a los escritores españoles los mueve, más que el dinero, la vanidad, entre otras cosas porque la literatura da poco dinero".

-Con el reconocimiento que ha tenido su obra, se entiende que no se acerque al mundo literario español. ¿Le funcionó, sin embargo, para paliar aquel rechazo de que hablaba?

-Son asuntos distintos. El reconocimiento o lo que llamamos éxito, un escritor de verdad lo vive como algo ajeno; si te cambia es que no había una vocación real. El éxito está bien, pero es algo externo, al menos para mí. El mundo interior que tengo no se relaciona con estándares de venta ni nada parecido. No quisiera ser ninguno de los escritores que han tenido éxito y se han perdido para siempre después de un solo golpe, no quiero formar parte de esa línea. En cuanto a lo otro, vale más ser un buen patito feo.

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