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México D.F. Miércoles 3 de diciembre de 2003

Alejandro Nadal

Irak: el lenguaje de la guerra

Los números no mienten. Hace dos días el enfrentamiento en Samara dejó más incógnitas que un sistema de ecuaciones. Las fuerzas de Estados Unidos afirman que murieron 46 atacantes y 11 fueron capturados. Al no poder mostrar los cuerpos de las bajas enemigas surgieron dudas sobre la veracidad del parte de guerra. Interrogado por corresponsales incrustados, el comandante estadunidense en el terreno dijo que los atacantes sobrevivientes seguramente se llevaron los cuerpos de los caídos "hasta su base". El comunicado del comando central calcula que los atacantes eran 60 hombres bien armados.

La práctica de retirarse con sus muertos es común en cualquier ejército, regular o irregular. Así que la afirmación del Pentágono podría ser acertada. Pero hay un problema con los números.

Sesenta atacantes. Cuarenta y seis muertos y 11 prisioneros (que tampoco han sido exhibidos a la prensa). Eso me deja sólo tres atacantes para llevarse a los muertos. O sea, 15 cuerpos para cada atacante sobreviviente. Con razón sobrevivieron, siendo que cada uno pudo cargar 15 cuerpos "hasta su base"(o šhacer 15 viajes bajo la nutrida granizada de balas!)

El enfrentamiento en Samara se produjo cuando dos convoyes estadunidenses que transportaban 250 mil dólares en la nueva moneda iraquí para dos bancos fueron atacados. Los estadunidenses insinúan que los atacantes querían el dinero. Pero, Ƒpor qué atacar dos convoyes de Hummers escoltados por tanques Abrams y vehículos Bradley? Hubiera sido más fácil asaltar los bancos después, cuando la "policía iraquí" quedara custodiando los bancos. La explicación de los militares estadunidenses carece de lógica y se desbarata solita.

Lo más probable es que los atacantes buscaban precisamente una respuesta de fuego indiscriminado contra edificios y casas en Samara para profundizar el odio a las tropas invasoras. Y parece que lo lograron: los Abrams y Bradley abrieron fuego indiscriminado, aplastaron coches y devastaron cualquier estructura desde la que provenían disparos. Es el clásico síndrome de Vietnam: si no sabes donde se oculta el "enemigo", destruye su escondite. El resultado: mucha destrucción y poco daño al enemigo.

Aunque el Pentágono busca engañar, los números hablan. Desde que se inició la guerra, Estados Unidos ha tenido 440 muertos y 2 mil 472 heridos. Nunca se informa de soldados que mueren a causa de las heridas recibidas, y como los aviones que transportan heridos desde Irak a Estados Unidos aterrizan en secreto en la base Andrews de la Fuerza Aérea, la gente tiende a pensar que "heridos" significa una cortada o un hombro dislocado. Nada más lejos de la trágica realidad.

Aunque no se han publicado estadísticas, los visitantes del hospital militar Walter Reed, en Washington, relatan que una proporción muy alta de los heridos tiene piernas y brazos amputados. Es normal. Gracias a la tecnología de nuevos materiales desarrollada por Dupont los soldados estadunidenses son protegidos por cascos y armaduras Kevlar, que pueden detener una bala de 9 mm o de un Kalashnikov. Pero las capas de Kevlar no son la bastante flexibles para ser llevadas en brazos y piernas, así que eso es lo primero que desaparece en caso de ataque. No hay que engañarse, los heridos son jóvenes que tendrán que sufrir toda su vida la guerra de Irak.

Pero hay algo todavía más extraño en las estadísticas de la guerra. De los soldados estadunidenses muertos, 137 perecieron en accidentes. Es decir, 31 por ciento de los muertos ha caído no por balas enemigas, sino por otras causas (incluyendo 17 suicidios). Es como si el ejército más poderoso de la tierra estuviera dotado de una tecnología muy poco amistosa con sus propios soldados.

Samara cuenta con el sitio arqueológico más grande del mundo. Entre sus monumentos se encuentra la mezquita construida por el califa Jafar al Mutawakkil, famosa por su alminar helicoidal de 52 metros de altura. Ese monumento fue el punto de inspiración de Brueghel para su célebre cuadro de la Torre de Babel. La palabra Babel significa "confusión" y alude al caos que impidió la construcción de la torre. Quizás también se refiere a la anarquía de la guerra.

Pero todo eso le importa un bledo a Bush, quien, en su visita relámpago al aeropuerto de Bagdad, vestía atuendo militar. Suetonio, el historiador romano, relata que Gayo César también se disfrazaba de general victorioso y hasta se ponía la armadura que había robado del sarcófago de Alejandro El Grande para ostentarse como valiente guerrero. Aunque nunca tuvo experiencia militar, este césar, mejor conocido como Calígula, era experto en relaciones públicas. Bush haría mejor en escuchar su consejo post mortem: las relaciones públicas pueden ayudar en una campaña electoral, pero no en lo militar.

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