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México D.F. Martes 9 de diciembre de 2003

Luis Hernández Navarro

Gambito de dama

No hubo novedad alguna en el comportamiento de Elba Esther Gordillo como coordinadora del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados. Someterse a los dictados presidenciales para obtener beneficios personales en nombre de los "intereses de la nación" ha sido su receta usual para escalar en la pirámide del poder. Su desempeño en San Lázaro fue una copia fiel de sí misma. Así era antes de llegar al puesto, así sigue siendo después de ser desconocida por sus correligionarios.

Desde Carlos Salinas hasta Vicente Fox la maestra aspiró siempre a las caricias de Los Pinos. Se encumbró en la política ofreciendo al presidente en turno lo que éste necesitara a cambio de resguardo, protección y poder para ella. Cuando el hijo predilecto de Agua-leguas requirió de sus buenos oficios para que el magisterio apoyara la descentralización educativa, no tuvo empacho en sumarse a los deseos presidenciales, a pesar de que la iniciativa fragmentaba al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y echaba por la borda una larga resistencia del magisterio organizado contra la medida. La profesora Gordillo justificó su claudicación envolviéndose en la bandera nacional y apelando a los altos intereses de la educación y la modernización del país. Su sumisión fue generosamente retribuida desde el Ejecutivo: el segundo congreso extraordinario del sindicato -realizado del 22 al 26 de febrero de 1992- la religió al frente del organismo gremial, a pesar de que sus estatutos y la legislación laboral lo prohibían.

Tampoco hay nada nuevo bajo el sol en el trato que dispensa a los diputados de su partido. Para la maestra sólo hay subordinados o poderosos; los pares no existen cuando de poder se habla. El desprecio, la arrogancia, la humillación, la grosería con la que se comporta con sus empleados sindicales son moneda corriente en la relación con el resto de los mortales que a sus ojos son menos que ella, legisladores incluidos. Puntualidad -esa forma elemental de respeto hacia los otros- es una palabra que no existe en su vocabulario. En cambio, se transforma en una dama seductora y obsequiosa cuando se encuentra frente a intelectuales (a quienes corteja con frenesí), empresarios y personajes del primer círculo del poder.

Pero si Elba Esther siguió siendo la misma, su partido no lo es. Ninguno de sus compañeros le cree que detrás de su conversión en la operadora política predilecta de Vicente Fox se encuentren los sagrados intereses de la patria o una súbita vocación reformadora. La conocen demasiado bien y saben que su ambición es tan desmedida como desbocada y que está dispuesta a sacrificarlos sin miramiento alguno, pero no están dispuestos a dejarse sacrificar para que la maestra trepe a las cúspides del poder a cuenta del resto del PRI.

La fábula de la lideresa moral del magisterio convertida en "estadista" no se la creen ni quienes la difunden. Los hechos no la avalan.

Cuando en 1990 Salinas de Gortari la conoció como secretaria general del SNTE, ella se presentó en sociedad como promotora de la democracia sindical y la descorporativización del sindicato. Formalmente desafilió al sindicato del PRI y creó un Comité Nacional de Acción Política, supuestamente plural. Su vocación democrática quedó en entredicho en los primeros meses de gestión. Su práctica sindical resultó tan autoritaria, excluyente, monolítica, vengativa y jerárquica como la de cualquier charro sindical. Hoy, en plena crisis, quedó claro hasta dónde el SNTE sigue siendo un sindicato corporativo al servicio de las ambiciones de la matriarca, un grupo de presión de intereses espurios dentro del PRI, carente de la pluralidad política que efectivamente existe en el magisterio.

Buen número de los diputados que destituyeron a Gordillo ganaron su curul sin el apoyo de sus gobernadores. No les deben favores, no al menos en una magnitud que los obligue a comprometer su voto en asunto tan delicado como éste. La influencia de los mandatarios estatales dentro del PRI es indudable. Buena parte del financiamiento del partido viene de ellos. Y, a pesar de ello, varios han sufrido la "gota gorda" para que los legisladores de sus entidades se alineen con Elba Esther, mientras otros han fracasado en el intento.

No obstante, más allá del servicio que la profesora Gordillo está brindando al presidente Fox y de los malos tratos proporcionados a la que era su bancada, el motivo de su defenestración tiene que ver también con la sucesión presidencial. Detrás de la maestra se encuentra Carlos Salinas de Gortari, artífice de la candidatura y el triunfo del hoy gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás. El ex presidente se ha convertido en un operador político de tiempo completo y se ha dedicado a cobrar los favores que le deben. No frenar a Elba Esther ahora dará a Salinas una fuerza muy significativa a la hora de definir la candidatura del PRI a la Presidencia de la República.

Ofrecer la dama en una partida de ajedrez para intentar dar jaque mate al contrario es una jugada de gran riesgo. Para una parte del PRI, sin embargo, es la última opción para sobrevivir en la partida. Si no son ellos quienes hacen el gambito, será ella quien los sacrifique.

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