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México D.F. Domingo 14 de diciembre de 2003

Según estudios, ha ocurrido en 8 de cada 10 parejas

La infidelidad, inherente al ser humano: expertos

La práctica es causa de sólo uno por ciento de los divorcios

CAROLINA GOMEZ MENA

Algunos la toleran, otros la fomentan y cultivan de manera asidua y muchos la condenan y catalogan de "bajeza" o "traición", pero lo cierto es que su práctica es muy amplia, no sólo por la natural propensión del ser humano al cambio, sino porque "no está en su naturaleza ni en su biología ser monógamo permanente", y como la "mayoría de los mortales sucumbimos a las tentaciones", el panorama de la infidelidad se adereza aún más.

Esa práctica es clandestina, aunque algunos se jactan de ella ante sus amigos, especialmente los varones, pero la callan con la esposa, e incluso se la inventan para reafirmar ante sus iguales su virilidad, por lo cual no hay un registro puntual del fenómeno. No obstante, diversos estudios han revelado que, al menos en algunos países desarrollados, de cada 10 parejas ocho en promedio han sido infieles (uno de sus integrantes o ambos) en algún momento de su relación.

Aunque en México no existen cifras al respecto, sondeos muy restringidos, aislados y con muestras pequeñas sugieren que por lo menos 60 por ciento de las parejas consideradas estables -esposos, novios o concubinos- también tienen sus deslices amorosos con un tercero.

En opinión de Rolando Díaz Loving, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y director de la Unidad de Investigaciones Psicosociales, cuando el "estímulo" está presente, la transgresión a la norma que nos dice que debemos ser fieles es cuestión de tiempo. "Por lo general los hombres (genérico) van a ser fieles hasta que encuentren el estímulo; en el momento en que se aparezca, la situación y las convicciones cambian."

Pese a que muchos creen que la infidelidad es una de las principales causales de separación de parejas en el país, no es así, y aunque actualmente por cada 13 matrimonios hay una disolución del vínculo, cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática indican que a finales de la centuria pasada el adulterio -en estricto sentido, se considera que éste existe cuando un casado se relaciona sentimentalmente con otro casado- fue responsable de sólo "uno por ciento de los divorcios".

No obstante, en opinión de Bertha Mary Rodríguez, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, la infidelidad podría estar detrás de otras causales de divorcio, pues 12 por ciento de los matrimonios terminaron en disolución del vínculo por abandono de hogar, 2.6 por maltrato y 0.5 por incompatibilidad.

Mientras, estudios internacionales apuntan que "más de 90 por ciento de quienes son infieles o adúlteros, finalmente no dejan a su pareja oficial".

Fieles por regla, no por naturaleza

Ninguno de nuestros primeros ancestros practicó la fidelidad, más bien solían ser "monógamos seriales", es decir, creaban vínculos por alrededor de cuatro años y luego la tendencia era hacia la diversidad, afirmó Díaz Loving.

La fidelidad sólo se impuso mediante normas creadas "por los varones para mantener su exclusividad, para asegurarse de que sus semillas fueran las que dieran vida a sus retoños", al grado que podría decirse que "no somos fieles por naturaleza, sino por imposición de reglas.

"Hace poco más de 7 mil años, antes del desarrollo de la agricultura, las relaciones sexuales con numerosas personas eran una conducta normal y aceptada, sólo había ciertas costumbres de celos, pero el patrón general era que hombres y mujeres, al tiempo que tuvieran una pareja estable durante tres o cuatro años, tuvieran contacto con otras."

Una razón de que las relaciones de pareja sean más duraderas (en general en los mamíferos sólo son de apareamiento), agregó el catedrático, es que las relaciones sexuales de los humanos son frontales, lo cual crea mayor vínculo, pero no para 50 o 60 años, como se pretende en la institución del matrimonio. Con el advenimiento de la agricultura y el sedentarismo se establecen las normas de exclusividad, pero hay en regiones en las cuales aun en la actualidad esas normas son laxas.

"En Nepal la gente vive en zonas en las que para poder desarrollar la agricultura se han hecho cortes en las montañas, no hay más tierra para repartir, entonces una mujer se casa con todos lo hermanos. Diversos grupos nómadas practican la poligamia femenina y entre los esquimales es normal que cuando llegue un visitante a un hogar pida prestada a la esposa durante la noche, y esto no produce celos en el marido, porque está normado, pero si alguien que el marido no traiga a su casa intenta tener relaciones sexuales con su mujer, entonces sí cambia la situación."

De cuatro a 20 compañeros

sentimentales en la vida

Algunos sondeos han arrojado que el hombre aspira a tener alrededor de 20 compañeras sexuales durante su vida, mientras la mujer se conforma con un promedio de cuatro o cinco varones. Aunque ellas tienen más mesura en sus aspiraciones, "son más decididas cuando han determinado ser infieles. En cambio ellos se tardan más" en darse valor o caer en la cobardía, según la concepción que se tenga de la infidelidad.

Asimismo, ella tiene mayor posibilidad biológica de tener muchas parejas sexuales, por ser "multiorgásmica, pero a través del tiempo se han creado una serie de normas para coartar a la mujer, y así, mediante reglas, hemos logrado hacerla anorgásmica", lamentó Díaz Loving.

Uno de los más grandes mitos es que el infiel se siente insatisfecho sexualmente con su pareja, lo cual "no es la principal motivación; gran parte de los casos nada tiene que ver con ello, sino más bien con el hecho de que la monogamia es algo impuesto, pero también hay que reconocer que nadie satisface 100 por ciento las expectativas de otra persona, en ninguno de los planos, incluido el sexual", aseveró en entrevista el siquiatra Juan Luis Alvarez-Gayou, presidente del Instituto Mexicano de Sexología.

Pero hay quienes rechazan tajantemente la práctica y dicen que "no hay excusa que valga para ser infiel". Es el caso de la Iglesia católica.

Al respecto, monseñor Daniel Medina, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar, aseguró: "la base de la familia es el matrimonio, el cual es una alianza de amor entre dos, y el amor es el que hace que la persona se realice, y una parte constitutiva del amor es la fidelidad, de manera que quien ama es fiel".

En breve conversación con La Jornada, Medina hizo hincapié en que entre las características de la fidelidad están la disponibilidad, la acogida del otro, la coherencia y la constancia", y, por tanto, para la Iglesia "ser fiel es ponerse en el camino de la felicidad de la realización personal".

En tanto, en opinión de Rodríguez, la infidelidad es el "resultado de una crisis de pareja" que está, muchas veces, relacionada con la mala elección del compañero, lo cual se hace evidente al paso del tiempo, cuando los intereses ya no convergen.

La infidelidad, agregó, es un "fenómeno social" que empieza a salir del clóset, como ha ocurrido con la violencia familiar, lo cual no es indicativo que la práctica vaya en aumento, "siempre se ha dado, sólo que ahora se ventila más, y tanto los hombres como las mujeres son infieles", planteamiento con el cual coincidió Díaz Loving.

Mientras para la académica la infidelidad no tiene aspectos positivos, porque "generan mucho dolor y rencor" en quien es engañado, para Díaz Loving y Alvarez-Gayou "no todo es tan malo".

La infidelidad, tanto la sexual (a la que se inclinan más los hombres) como la romántica ( a la que tienden las mujeres), tiene la capacidad de reafirmar a ciertas parejas, tiene sus "claroscuros", aseguró Díaz Loving.

"Para decir qué tan mala o buena es la infidelidad, primero habría que preguntarse qué tan buena o mala es la relación, si es mala, a lo mejor era tiempo de que se rompiera, pero si es una buena relación, muchos reaccionan dándole una nueva vivacidad, rencuentran a su pareja. Y aunque para algunos parezca difícil de entender a veces se acaba con las vidas monótonas, reavivan la pasión, y es que muchos dicen que la tumba de la pasión es la intimidad cotidiana, porque para sentir pasión uno tiene que sentir emoción, tiene que ser sorprendido."

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