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México D.F. Domingo 14 de diciembre de 2003

MAR DE HISTORIAS

Callejón sin salida

Cristina Pacheco

-Chela: aconséjame. ƑCómo se lo digo a Lázaro?

-Normal -responde Graciela mientras talla los cubiertos.

-šQué fácil! -Alicia mira el chorro de agua que resbala sobre los peroles en el fregadero: -Se ve que no conoces a Lázaro.

-Pero no me extrañaría que fuera igualito a todos los hombres. Mientras uno les da gusto: šjujujuy!, pero a la hora de los problemas, dan media vuelta y ''si te vi, no me acuerdo''.

-ƑCrees que Lázaro vaya a reaccionar mal?

-No debería, sobre todo si piensa que es tan responsable del embarazo como tú -Graciela mira fijamente a su amiga: -ƑQuieres tener al niño?

-No se trata de lo que quiera.

-ƑEntonces...? -Graciela sonríe: -ƑTienes otra bronca?

-Mi cuñado Gaudencio fue a vernos en la mañana. Quiere que le desocupemos el cuarto. Le cayó un cliente y, como no le pagamos, tenemos que salirnos.

-ƑQué dijo Lázaro?

-Nada. Se quedó serio, como si no hubiera oído; pero yo lo conozco y sé que la noticia le caló bien feo. Cuando Gaudencio se fue quise animar a Lázaro diciéndole que saldríamos adelante. No hizo ningún comentario. Me preocupa no saber qué piensa. Hace rato lo llamé, pero me contestaron que estaba descargando unas reses y no podía atender el teléfono.

-Pues llámalo otra vez.

-No. Al que pienso hablarle es a Gaudencio -Alicia aprieta las mandíbulas: -Quiero decirle que es un pinche ojete.

-Tu cuñado será lo que quieras, pero está en su derecho -Graciela se arrepiente de su sinceridad: -No pierdas la fe. Piensa que Dios aprieta pero no ahorca y que los cambios son buenos. Por aquí sobran cuartos. En todos lados veo letreros de ''se renta''.

-Lo malo es que piden un ojo de la cara, fiador, tres meses de adelanto. ƑDe dónde lo sacamos? Le debemos a medio mundo, Lázaro no lleva ni dos semanas trabajando en el obrador. Todavía ni siquiera le dicen cuánto le van a pagar y con lo que yo gano...

-No creo que les pidan mucho por un cuarto como el que tu cuñado les prestaba: sin piso, sin ventanas.

-Pero tiene azotehuela. Mi mamá puede sacar a mi Lucy para que tome sol.

-Ay bueno, pues que la lleve a un parque.

-A Lázaro no le gusta que saquemos a Lucy a la calle porque la gente se le queda mirando. Gracias a Dios, la niña no se da cuenta; pero él sí y se pone bien triste -Alicia suspira: -La cosa ya está bien difícil. ƑTe imaginas lo que será con el bebé?

Graciela se acerca a la ventanilla que comunica la cocina con el restaurante y toma otra charola llena de platos sucios. La coloca en la mesa y con un papel de estraza retira los desperdicios, que van cayendo al interior de un tambo:

-Si por mí fuera, te diría que se vinieran para mi casa, pero ya sabes que vivimos encimados, como animales -con repugnancia, Graciela cubre el depósito de los desperdicios: -Mi Abril ya está grande y Tarcisio, por más que la vea como hija, no es su padre.

-Tarcisio lleva añísimos contigo. ƑDesconfías de él?

-No, pero más vale porque el hombre es hombre... -Graciela ve acentuarse la expresión angustiada de su amiga: -šQué bruta soy! Estabas hablándome de tus problemas y, en vez de ayudarte a resolverlos, te cargo con los míos. ƑQué piensas hacer?

-ƑPos qué? Decirle a Lázaro que estoy embarazada.

-Entre más pronto, mejor. De una u otra forma, verás que se arregla lo del cuarto. ƑPara cuándo quiere tu cuñado que se lo desocupen?

-Como quien dice para hoy. El próximo sábado llegará el nuevo inquilino.

Graciela levanta las cejas en señal de que comprende la magnitud del conflicto y propone una solución:

-šYa sé! ƑPor qué no les pides a tus suegros que los dejen quedarse con ellos mientras logran acomodarse en otra parte?

-Ya estuvimos viviendo en su casa, pero Lázaro y su papá se la pasaban de las greñas todo el tiempo. Un día le dije: ''Vámonos, Lázaro; no me importa adónde me lleves, el caso es que ustedes no estén juntos porque cualquier día se matan''.

-ƑY tu hermana Celia no podría ayudarlos?

-šImposible! El tarado de su hijo Fabio embarazó a la novia y se la llevó a vivir para la casa, con todo y que es más chica que mi cuarto.

-Fabio no pensaba quedarse allí toda la vida. ƑQué dice?

-šEse qué va a decir! No tiene cabeza. Dejó la secundaria porque, según él, se aburría. Mi hermana lo metió a computación y con todo y que le pagó el semestre, el chamaco se salió en cuanto le ofrecieron trabajo de velador. Ganaba el mínimo, pero al menos lo tenía seguro. Una noche el dueño de la vulcanizadora le cayó a Fabio de sorpresa y lo encontró revolcándose con la novia. šLo corrió! Fue un relajo tremendo. Con decirte que ya hasta pensé: ''Qué bueno que Dios me mandó una hijita enferma porque al menos no me dará esas mortificaciones''.

Por la ventanilla asomó un mesero:

-Alicia: teléfono.

-Seguro es Lázaro. ƑSe lo digo de una vez?

-šMejor! Así por lo menos te ahorras ver la cara que pondrá cuando sepa que de nuevo tendrán bebé.

-ƑY si me espero hasta que encontremos otro cuarto?

-Con eso Ƒqué te ganas? -Graciela se vuelve irónica: -Ah, ya sé: ahorrarle mortificaciones al señor.

-No entiendes. Imagínate que Lázaro pasó años agarrando chambitas de uno, dos, tres días y luego !a buscar de nuevo! Estaba feliz porque ya va para dos semanas en el obrador y !chíngala!, qué se nos viene encima lo del cuarto.

-Alicia šteléfono! ƑCuelgo o qué? -grita el mesero.

-No, ya voy -responde Alicia mientras se persigna.

II

Graciela coloca un perol ardiente bajo el chorro del agua. La nube de vapor la obliga a volver la cara en el momento en que Alicia, con expresión demudada, regresa a la cocina:

-ƑQué dijo Lázaro?

-No era él, sino Chinto, el otro tablajero.

-ƑY Lázaro?

-Estaba adentro del refrigerador.

-ƑY qué demonios hacía allí?

Sombría, Alicia se apoya en el perol de los desperdicios:

-ƑQué voy a hacer?

-Así que Lázaro te mandó un recado en vez de hablar contigo. šQué poco hombre! ƑPor qué no te dio la cara?

-No pudo.

-šPretextos! Yo que tú, me le presentaba en el obrador para decirle cómo está la situación. -Graciela golpea el lavadero con el puño: -De seguro se olió lo del embarazo y quiere dejarte sola con el problema. Si es así, no le ruegues, pero compromételo a que te pague el hospital y los alimentos del bebé.

-Tengo que ir ahorita.

-Apenas es la una. Espérate a la salida, no te precipites.

-No pueden tenerlo allí por más tiempo -Alicia inclina la cabeza: -Entre dos compañeros lo bajaron. Se colgó del gancho donde ensartan las reses. Chinto dijo que no me preocupara: Lázaro no sangró.

-ƑQuieres decir que se...? -Graciela no termina la frase. Ve a su amiga dirigirse a la puerta e intenta impedir que salga: -Espérate hasta que te calmes. No vayas a cometer una locura tú también.

-ƑQué voy a hacer? -dice Alicia otra vez.

-Encomendarte a Dios. Recuerda que él nos ama. Aprieta...

-Sí, y luego deja que la vida nos ahorque -murmura Alicia y cierra la puerta.

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