México D.F. Lunes 22 de diciembre de 2003
Permanecen sin castigo quienes fueron altos
personajes de gobierno y castrenses
Impunidad, saldo de investigaciones a seis años
de la matanza de Acteal
Autoridades federales y estatales desoyeron las advertencias
sobre violencia paramilitar
RENATO DAVALOS
Unos 60 hombres con uniformes oscuros se deslizaron la
noche del 21 de diciembre de hace seis años por Pechuquil y Los
Chorros con ametralladoras, cuernos de chivo y rifles .22 rumbo
a Acteal, en Chiapas. La decisión se había sido tomado horas
antes. Llegaron al paraje cafetalero de El Naranjo, mientras la comunidad
de desplazados tzotziles rezaba en derredor de una ermita y cinco grandes
cruces de madera que apuntan a sus lugares sagrados.
Hacia las 10:30 horas, un grupo paramilitar tomó
posiciones y consumó una matanza que estremeció al país
y al mundo. Cuarenta y cinco muertos: 21 mujeres (cuatro estaban embarazadas),
15 niños y nueve hombres. Todos formaban parte de la organización
Las Abejas. Fue un tiroteo contra unos 350 indígenas que se prolongó
durante seis horas y media. La gente corrió a refugiarse en el arroyo,
otros trataron de salvarse en la maleza y otros más huyeron por
la cañada.
En el tiempo quedó sólo el vestigio de impunidad
y una maraña de vínculos militares y civiles priístas,
inscritos en una guerra de baja intensidad en la zona, una ofensiva de
Estado orquestada por el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo.
Al final, el cese del secretario de Gobernación,
Emilio Chuayffet, hoy coordinador priísta en la Cámara de
Diputados, y el del gobernador Julio César Ruiz Ferro. En las consignaciones,
sólo personajes menores. Las altas esferas del gobierno y del Ejército
permanecieron intactas.
"Relámpago, quiero comunicarme con Trueno..."
Esa fue la voz que se escuchó en los intercomunicadores policiacos
estatales, remontado el mediodía, para dar parte de la masacre en
el poblado perteneciente al municipio de Chenalhó, Chiapas. Apenas
tres días antes se había cumplido un año de la suspensión
del diálogo entre el gobierno y el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
Las "razones" del libro blanco
La
ofensiva militar comprendió, durante los posteriores cien días,
aquella mañana de Acteal, un operativo promedio diario que
cubrió toda la zona, acompañado del "ofrecimiento" de diálogo
del gobierno y de las conclusiones de la "investigación" de la Procuraduría
General de la República (PGR), a cargo entonces de Jorge Madrazo
Cuéllar, contenidas en un libro blanco que se constriñó
a señalar que los sucesos se derivaron de un conflicto interfamiliar.
Refirió "ausencia de instituciones" y una violenta disputa por el
poder político y económico, incluido un banco de arena de
Majomut.
No hubo una sola referencia a la estructura priísta.
Inclusive la procuraduría aventuró en ese libro un planteamiento
que ahondó agravios: "La idiosincrasia indígena presenta
una actitud de intolerancia cuando se trata de resolver conflictos contra
una minoría disidente y de respetar sus derechos humanos".
Retirar los cadáveres, primera decisión
"Retiren los cadáveres antes de que lleguen los
periodistas", fue la primera decisión de la policía estatal.
A 200 metros del tiroteo estaban 40 agentes encabezados por el general
retirado Julio César Santiago Díaz, quienes escucharon la
balacera sin intervenir.
Los militares y ex militares implicados fueron el general
Santiago; Mariano Arias Pérez, del 38 Batallón de Infantería;
Pablo Hernández Pérez, ex militar que encabezó la
masacre, y el sargento Mariano Pérez Ruiz, además de Jacinto
Arias Cruz, alcalde de Chenalhó, señalado como responsable
de la distribución de armas.
En el expediente 27/98 quedaron contenidas las testimoniales
que constataron los preparativos para la masacre y los avisos que a distintos
funcionarios se hicieron el mismo día 22 sin resultado alguno.
A las 11 horas, Gonzalo Ituarte, entonces integrante de
la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), informó
a Homero Tovilla, secretario de Gobierno estatal, de lo que sucedía.
El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) notificó
a Tovilla de los hechos antes de esa hora, pero Uriel Jarquín, subsecretario
de Gobierno, declaró que a las 11:30 no tenía ningún
reporte. Nadie investigó después al agente del Cisen ni los
reportes que al respecto llegaron a Chuayffet.
Advertencias desoídas
Tres vecinos de Acteal, Cornelio Pérez y dos mujeres,
alertaron a las 11:30 horas al comandante de la patrulla de seguridad Ricardo
García que una hora antes se había iniciado una fuerte balacera
en la ermita donde se refugiaba un grupo de desplazados. La respuesta fue
una orden para su detención.
"Sólo se escucharon unos tiros", dijo Tovilla a
la diócesis de San Cristóbal a las 18 horas. La policía
entró seis horas y media después de que comenzó la
matanza.
Jorge Enrique Hernández, secretario ejecutivo del
Consejo Estatal de Seguridad Pública, en cambio, ordenaba en las
primeras horas de la tarde: "apresúrense a levantar los cadáveres
antes de que lleguen los periodistas". La operación limpieza
facilitó el entierro clandestino de cadáveres en seis
fosas.
Ruiz Ferro empezó a ser informado al mediodía.
Posteriormente el gobierno estatal sería el contratante de los abogados
defensores de los victimarios.
La indemnización a los deudos fue de 35 mil pesos.
Ninguna de las víctimas dio positivo en la prueba del radizonato
de sodio, es decir, no dispararon arma alguna.
En sus declaraciones, Mariano Arias Pérez, degradado
a soldado raso, y Pablo Hernández Pérez, ex militar, admitieron
que entrenaron a priístas de varias comunidades. Arias señaló
que los pobladores pidieron que les enseñara a usar armas.
En enero siguiente, la Secretaría de la Defensa
Nacional trasladó a Veracruz al batallón de infantería
destacado en Rancho Nuevo, al que pertenecían algunos militares
que participaron en la masacre.
El gobierno zedillista mantuvo oídos sordos al
señalamiento del Parlamento Europeo, que instó a México
a investigar de manera "objetiva y eficaz" la masacre, condenó enérgicamente
los sucesos y pidió al Presidente de la República "movilizar
todos sus esfuerzos" para alcanzar una salida negociada al conflicto de
Chiapas.
La guerra en curso
En el informe Chiapas, la guerra en curso, el Centro
de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro estableció que la
masacre fue la muestra más clara de la estrategia político-militar
que el gobierno ha puesto en práctica desde 1994 para "rendir o
exterminar" al EZLN.
Las tres grandes ofensivas (enero de 1994, febrero de
1995 y de diciembre de 1997 a enero de 1998) no tienen base jurídico-política
y tampoco legitimidad nacional e internacional, precisó.
En el diseño de la estrategia contrainsurgente,
añadió el informe, la matanza fue concebida como el inicio
de una escalada de violencia en varias regiones de Chiapas. Se plantea
que el uso del terror tiene como objetivo minar la base social zapatista
y "no manchar" la imagen del Ejército.
También atestiguó la llegada a Chiapas de
nuevos personajes represores: los paramilitares -que operan al estilo kaibil
guatemalteco- son una nueva versión de las guardias blancas,
cuya presencia se extendió a 21 municipios y a las que se responsabilizó
de 123 asesinatos en los cuatro años previos a la matanza, precisó
el documento.
El informe del Servicio Médico Forense de la procuraduría
chiapaneca mostró la manera en que fueron ejecutados los
indígenas: algunos con balas expansivas de "atrás hacia adelante";
con cuchillo, machetes o a golpes.
El centro recordó una entrevista con el general
Otto Pérez Molina, ex jefe del estado mayor de Guatemala, en la
que manifestó la "buena relación e intercambio de información
necesario" con el gobierno mexicano.
Además refiere el apoyo que los paramilitares tuvieron
entonces de legisladores o ex legisladores priístas como Rafael
Ceballos Cancino, Walter León Montoya, Norberto Santís López,
Samuel Sánchez Sánchez y Eucario Orantes Ruiz.
Igualmente citó los principales grupos paramilitares
que operaban en el estado, además de Paz y Justicia: Primera Fuerza,
Máscara Roja, Los Chinchulines, Alianza San Bartolomé de
los Llanos, Fuerzas Armadas del Pueblo, Movimiento Indígena Revolucionario
Antizapatista, Degolladores y Thomas Munzer, entre otros.
Inscrita en la misma estrategia, la matanza sirvió
también para una reubicación del Ejército. En 27 municipios
se acantonaron alrededor de 40 mil elementos. En sólo mes y medio
se instalaron 20 nuevos retenes en las zonas de los Altos, Selva y Norte
de Chiapas.
Preludio del horror
La víspera del 22, dos indígenas de Las
Abejas lograron huir de Pechiquil, donde se encontraban secuestradas 70
personas que eran obligadas a trabajar para los paramilitares. Apenas un
par de días antes, el entonces nuncio apostólico Justo Mullor
necesitó cuatro horas para recorrer comunidades donde operaba el
grupo paramilitar Paz y Justicia.
El 8 de diciembre, el Centro de Derechos Humanos Fray
Bartolomé de las Casas expresó su preocupación por
la agudización de la violencia. Denunció el entrecruzamiento
de intereses estatales y una estrategia de contrainsurgencia con posible
desenlace de violencia.
La Conai se sumó a esas voces, que nunca fueron
escuchadas por el gobierno zedillista. No existen condiciones de seguridad,
señaló el organismo, para que la Comisión de Verificación,
integrado por las comisiones de derechos humanos nacional y estatal, el
ayuntamiento priísta, el concejo autónomo zapatista y el
grupo Las Abejas cumplan la supervisión pactada con antelación
en Las Limas.
Para las elecciones federales de julio de ese año,
el gobierno de Ruiz Ferro había apoyado a Paz y Justicia con casi
5 millones de pesos para un "programa de reactivación agrícola
y pecuaria".
Dos días después de los sucesos, Chuayffet
dijo que el gobierno federal no tenía injerencia en el asunto. A
los paramilitares los llamaba "grupos civiles armados".
Finalmente, fue sustituido el 3 de enero por Francisco
Labastida Ochoa, después candidato derrotado en las elecciones presidenciales.
Chuayffet dejó el cargo marcado por las dos masacres del sexenio:
el asesinato de 17 campesinos en Aguas Blancas, Guerrero, ocurrido el mismo
día de su toma de posesión, y la ejecución en
Acteal. El día 7 de enero, Ruiz Ferro salió de la gubernatura
de Chiapas y su lugar fue ocupado por Roberto Albores Guillén.
En declaración ministerial ante la PGR, los entonces
diputados federales del PRD César Lonche y Jorge Díaz León
aseguraron haber informado al secretario particular del gobernador Ruiz
Ferro sobre la situación que prevalecía en Acteal y la posibilidad
de que integrantes de Las Abejas fueran asesinados, tal como ocurrió.
Seis años más tarde, sólo queda la
impunidad de una ejecución que derivó en el encarcelamiento
de personajes menores. Las altas esferas del gobierno y del Ejército
permanecen intactas.
La herida de Acteal no ha cicatrizado, señala el obispo Felipe Arizmendi
Piden fincar responsabilidades a Zedillo, Chuayffet y Ruiz Ferro por la matanza
JUAN BALBOA CORRESPOSNAL
San Cristobal de Las Casas, Chis., 21 de diciembre. Organismos defensores de los derechos humanos y partidos políticos pidieron a la Procuraduría General de la República (PGR) no dejar en la impunidad la responsabilidad en la matanza de Acteal del ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León; del ex gobernador de Chiapas Julio César Ruiz Ferro y del ex secretario de Gobernación Emilio Chuayffet.
Para el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, "la herida no ha cicatrizado" y subsisten muchos problemas graves en el municipio de Chenalhó -donde se ubica Acteal-, pero sobre todo, dijo, " el esclarecimiento de la masacre es de vital importancia para la paz en Chiapas".
En la víspera de cumplirse seis años del asesinato de 45 indígenas tzotziles, organizaciones no gubernamentales (ONG) encabezadas por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC), que preside el obispo emérito Samuel Ruiz García, aseguraron que autoridades estatales y federales "se han negado a reconocer las evidencias que ubican el origen de la masacre en acciones que se generan en un contexto de guerra, lo que ha permitido que la defensa de los inculpados quiera confundir a la opinión pública sobre los verdaderos motivos de la matanza, señalando que se trata de un problema religioso".
A seis años de que miembros del grupo paramilitar Máscara Roja dieron muerte a 15 niños, 21 mujeres -cuatro de ellas embarazadas- y nueve hombres cuando oraban en la ermita de su comunidad, el CDHFBC aseguró que hay pruebas suficientes para demostrar que las autoridades estatales consentían que civiles portaran armas de uso exclusivo del Ejército, además de utilizar vehículos y bienes públicos para transportar a paramilitares.
Un indicio, agregó el centro, serían las diversas reuniones que los agresores tuvieron para presionar a la gente y exigirle aportaciones con las cuales adquirir armas, además de la protección a civiles por agentes de la policía, como consta en declaraciones ministeriales como las del suboficial Felipe Vázquez Espinosa, quien implicó a su jefe, el primer oficial Absalón Gordillo, diciendo que les ordenaba "proteger" a los grupos paramilitares.
"Además el ex gobernador Ruiz Ferro fue informado oportunamente de la situación y no actuó para evitar la masacre", puntualizó.
Obstáculos al proceso judicial
El CDHFBC y la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) hicieron un llamado urgente a las autoridades federales y estatales para que las irregularidades que han entorpecido el proceso judicial sean atendidas con prontitud, apego a la verdad y a la justicia, ya que de lo contrario el argumento de la defensa de los inculpados con respecto a la filiación religiosa como motivo de la matanza seguirá confundiendo a la opinión pública.
La diputada perredista Deysi Castillo pidió que se reabra el expediente Acteal para que el ex gobernador Ruiz Ferro y al menos 12 de sus colaboradores sean juzgados por "omisión" en el gobierno estatal. La legisladora, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso de Chiapas, dijo que al momento la justicia ha sido parcial, pues sólo se ha cumplido en parte la sentencia de 77 implicados en el crimen material, entre ellos un general retirado del Ejército, además de dos ex comandantes de la policía estatal, pero está pendiente aún que sean enjuiciados los responsables intelectuales. "Quienes fueron señalados como responsables de lo que hacían sus subalternos están libres, andan por las calles y aparecen como prósperos hombres de negocios, académicos, y hasta escriben artículos en los periódicos locales", aseguró la diputada Castillo.
El obispo Arizmendi llamó a las autoridades a esclarecer "esta triste etapa de la vida de los indígenas de Chiapas", y planteó: "la herida no ha cicatrizado totalmente, porque los problemas posteriores a la matanza aún no se resuelven". El prelado oficiará este lunes una misa en la comunidad de Acteal, donde fueron sepultadas las 45 víctimas de la matanza.
Protestarán hoy frente a la SG por el encarcelamiento de 80 indígenas evangélicos
Iglesias protestantes exigen reabrir el caso Acteal y liberar a "inocentes"
JOSE ANTONIO ROMAN
Miembros de las iglesias protestantes más representativas del país se manifestarán esta tarde frente a la Secretaría de Gobernación (SG) para exigir la reapertura de las investigaciones del caso Acteal y la liberación de casi 80 indígenas evangélicos que están recluidos en el penal de Cerro Hueco, acusados de haber participado en la matanza de 45 personas hace exactamente seis años en esa comunidad chiapaneca.
En la más reciente carta pública sobre este asunto, la comunidad evangélica del país cita una larga lista de irregularidades en el proceso judicial en contra de los evangélicos detenidos, entre las cuales están que fueron aprehendidos "ilegalmente y con engaños", se les negó la presencia de su defensor y, aun cuando algunos de ellos hablan español, no se les respeto su derecho constitucional de contar con la asistencia de un traductor.
"Y lo peor de todo: permanecen presos aun cuando los verdaderos responsables han confesado su culpabilidad y han liberado de toda responsabilidad a quienes el gobierno tiene prisioneros. A pesar de que el propio EZLN ha declarado que tanto asesinos como asesinados en los hechos de Acteal profesan la religión católica, la mayoría de los detenidos en el penal de Cerro Hueco son evangélicos y están siendo sentenciados injustamente a más de 30 años de prisión."
Ayer, en las celebraciones dominicales de las iglesias participantes, se convocó a participar en la concentración de este lunes, a las 16 horas, frente a la Secretaria de Gobernación. "Exijamos que se reabra el caso Acteal; que el presidente Fox cumpla su palabra y se dé a nuestros hermanos la oportunidad de demostrar su inocencia", señala la convocatoria respaldada por las iglesias metodista, presbiteriana, pentecostés, asambleas de Dios, bautista y medio centenar de organismos civiles vinculados a credos protestantes.
Ofrenda en Coyoacán
La víspera del sexto aniversario de la masacre de Acteal, la red zapatista Sembrando Dignidad recordó con una ofrenda floral y 45 cruces -colocadas en el piso de la explanada de la delegación Coyoacán- el asesinato de 45 indígenas ocurrido el 22 de diciembre de 1997.
En una gran pancarta colocada en el kiosko del Jardín Hidalgo se leía: "los mataron mientras rezaban; los mataron, eran niñas y niños, eran mujeres y ancianos. Los mataron y estaban desarmados; los mataron a pleno sol y por la espalda. Cuarenta y cinco muertos que nos duelen, 45 asesinatos que nos avergüenzan. Una masacre que no se puede olvidar. Acteal nunca más".
Javier Ruiz, José Vázquez y Sebastián Gómez, indígenas chiapanecos miembros de la organización Las Abejas, recordaron que 325 personas ayunaban ese 22 de diciembre de 1997 cuando fueron masacrados por paramilitares "que el gobierno estatal armó y el gobierno federal solapó".
Advirtieron que hay una campaña para promover la liberación de los detenidos por la masacre, "con el argumento de que no tuvieron un juicio justo y apegado a derecho. Para sacarlos de la cárcel dicen que esa matanza fue producto de la intolerancia religiosa y de las pugnas intercomunitarias, cuando eso no es verdad. Ellos saben que los paramilitares llegaron a matar, asesinaron por la espalda a niños, mujeres y ancianos".
Vázquez y Ruiz señalaron: "Venimos a recordar lo que pasó y lo que hemos vivido hasta ahora en Acteal. Este lunes se cumplen seis años de que ocurrió la matanza contra indígenas a manos de paramilitares armados por el gobierno.
"No nos vamos a callar, seguiremos denunciando y exigimos que ustedes, toda la sociedad, se una a nuestras voces para que haya justicia, para que se castigue a los responsables intelectuales de la masacre y a los que la perpetraron. Todos están identificados, pero no se ha hecho justicia". VICTOR BALLINAS
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