ASTILLERO

Julio Hernández López

Compañeros sindicales de viaje

El síndrome presidencial de Estocolmo
El PAN podría recibir al elbismo

LA BATALLA DE San Lázaro ha dejado al PAN y al gobierno federal una aliada extraña, incómoda y peligrosa, cuyo posible injerto al tejido blanquiazul podría significar uno de las mayores golpes hasta ahora dados a la doctrina del partido fundado por Manuel Gómez Morín. La historia política de Elba Esther Gordillo representa por sí misma todo lo contrario de lo que dice defender el panismo, pero, en un giro que ha desdibujado la tradición de ese partido, fue convertida en los jaloneos legislativos recientes en motivo de defensa y elogio. La actual jefa siniestra de la máquina corporativa que durante décadas ha avasallado la dignidad de los maestros, para convertirlos en instrumentos de control electoral, ha sido rescatada por los panistas del maltrecho santoral priísta para incorporarla a su inventario entre aplausos por su firme decisión de apoyar hasta el final la pretensión del presidente Fox de crear nuevos impuestos. (No debería ser poca cosa para el panismo antaño tan melindroso la acusación que Emilio Chuayffet habría hecho en su cara a la propia Elba Esther, según relato que el ex secretario de Gobernación hizo a diputados de su facción, conforme a lo publicado en La Jornada por los reporteros Enrique Méndez, Roberto González y Roberto Garduño. Luego de 45 minutos de plática en privado con Gordillo, ésta le habría advertido con tono amenazante: "Usted no va a ser el coordinador, licenciado, se lo garantizo", y, luego, le preguntaría, "ƑCuál quiere que sea su epitafio?" Chuayffet, según Chuayffet, habría contestado: "Mire, maestra. Qué bueno que usted conoce mi historia, porque yo también conozco la suya. Y déjeme decirle que yo no mato maestros".)

EL SINDROME PRESIDENCIAL de Estocolmo no queda, sin embargo, en esos terrenos aparentemente románticos. En el PAN se está analizando con seriedad la manera como podrían abrirse las puertas de un partido individualista, enemigo de las adscripciones en masa, a la corriente sindical elbista que se ha separado de la federación nacional de sindicatos de burócratas y que estaría en camino de escindirse también del PRI. El atractivo electoral de lo que se llamará Federación Sindical Democrática (Fesde) ha derribado de entrada las reticencias doctrinarias y ha excitado el pragmatismo que ve con preocupación las expectativas blanquiazules para 2006 y cree tener a la mano un frasco de vitaminas sindicales que podrían provocarle reacciones secundarias desagradables pero que ayudarían a resolver el malestar sustancial. En ese sentido, el Presidente de la República está dispuesto a dar la mejor de las ayudas a la Amiga que en San Lázaro dejó la zalea por Los Pinos. Por principio de cuentas, el ISSSTE, que desde 2000 le fue concesionado a Gordillo, está listo para permitir, con una celeridad inusual, que los sindicatos de la Hoffa reciban directamente prestaciones y atención.

LAS SORPRENDENTES COMPAÑIAS de viaje del Presidente y su partido contrastan con la salida o, en el caso del PAN, permanente rechazo, de personajes que de entrada contarían con prendas intelectuales y políticas menos evidentemente negativas que la Maestra. Jorge G. Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser, que son ejemplo de la incapacidad de las teorías del voto útil para mantenerse en un entorno foxista que siempre los vio como arribistas indignos de confianza. Amigos de verdad como José Luis González, conocido como El Bigotón, también quedaron en el camino, decidido Fox a entregar su voluntad íntima solamente a una persona, de sexo femenino. Las absolutamente inocultables pugnas en el interior del gabinete presidencial, la distancia y rechazo de una facción importante del panismo (la encabezada por Diego Fernández de Cevallos), y la decepción de la Iglesia católica, la elite empresarial y la extrema derecha que han visto contradecirse y tropezarse a quien consideraban un representante natural y legítimo, muestran a un Vicente Fox cada vez más solo, asido nada más de la esperable lealtad de su esposa a la que ha convertido en factor político fundamental (frecuentemente por encima del propio Presidente) y de grupos de cruzados guanajuatenses que operan con sentido de cofradía aún más aislante de la figura presidencial.

EN ESE ENTORNO de abandono, Fox se ha ido convenciendo de que sólo podrá encontrar ayuda a sus males en el zoológico tricolor que en campaña duramente criticaba. Su primer reconocimiento abierto de la preminencia de la escuela política del priísmo lo hizo al investir a Alfonso Durazo de poderes tan extraordinarios que en un primer tramo pareció convertirse en una especie de supersecretario, con capacidad para tomar decisiones en nombre del jefe y de supervisar e instruir a los miembros del gabinete. No fue más que al oficio político priísta al que apeló el Presidente de la República con esa decisión (cuya personalidad impulsiva y desconcertante pronto ubicó en una dimensión menor de la originalmente prevista: nadie puede ayudar a un Presidente que no se quiere ayudar a sí mismo).

LUEGO, CUANDO ARRIESGO una nueva apuesta por una reforma fiscal ya antes rechazada, y en la que sostenía la manzana de la discordia que era el IVA a alimentos y medicinas, el Presidente solitario se entregó a la única operadora que parecía tener el oficio político necesario para navegar en las difíciles aguas partidistas y legislativas: ni Felipe Calderón ni Francisco Barrio aparecían en el radar presidencial de las estrellas políticas. Sólo la Maestra garantizaba el triunfo, y con ella hizo pacto el hombre ya sin Amigos originales ni votos útiles a la mano. En ese camino de descomposición y oportunismo asoma la posibilidad del partido, o cuando menos la nueva alianza, la elbiazul, que podría aportarle votos y fuerza corporativa a Acción Nacional a cambio de un simple retorcimiento de sus principios. Total, poca cosa a cuenta de mejores expectativas para el 2006 y para la Primerísima Amiga de Elba Esther, la calculadora señora Marta.

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