México D.F. Viernes 26 de diciembre de 2003
Destruyen los modos de sustento de comunidades
marginadas y rurales, señala
Políticas impuestas por trasnacionales, causa
de pobreza en la región: Celam
Advierte que de no cambiar la situación habrá
brotes de violencia en Latinoamérica
JOSE ANTONIO ROMAN /I
La imposición de políticas económicas
que responden a intereses de empresas trasnacionales, "aparentemente" fuera
del control de los gobernantes locales, es una de las principales causas
del empobrecimiento y de la opresión de muchos millones de latinoamericanos,
y motivo del creciente distanciamiento entre los políticos y la
ciudadanía en la región, afirma el Consejo del Episcopado
Latinoamericano (Celam) en su plan global de trabajo para los próximos
tres años.
En su análisis, la jerarquía católica
de la región denuncia que los grandes consorcios, principales agentes
del proceso de globalización, se han convertido prácticamente
en dueños del mundo. "Las empresas multinacionales son verdaderos
poderes financieros que entran en competitividad con las economías
de las naciones, las debilitan y destruyen los modos de sustento de las
comunidades marginadas y rurales; así, a la vez que disminuye en
muchos países la generación de riqueza por la competitividad
internacional, la distribución del ingreso se torna más desigual
en perjuicio de los más débiles", se indica.
Asimismo, señala que los países más
ricos, junto con las empresas trasnacionales, son los que establecen las
reglas del comercio mundial, pero son ellos los que con mucha frecuencia
no las respetan y recetan a los países políticas económicas
que nunca llevaron a cabo para alcanzar su desarrollo y progreso económicos.
En una severa crítica al modelo neoliberal, el Celam advierte que
esta situación no puede continuar durante mucho tiempo antes de
que se presenten situaciones de riesgo y violencia.
Globalización y democacia
En opinión de los obispos latinoamericanos, la
globalización ha estimulado, en gran medida, la expansión
de la democracia y la promoción y defensa de los derechos humanos.
En términos generales, los países de la región han
avanzado en la construcción de una sociedad pluralista, en el respeto
de los derechos civiles y políticos, y en la elección, por
vía democrática, de las autoridades en sus diversos niveles.
Sin
embargo, constata también un desencanto de la ciudadanía
hacia la política, una corrupción galopante, una pérdida
de liderazgo de los partidos políticos tradicionales y el surgimiento
de nuevos grupos, cívicos y sociales, que no siempre han logrado
el efecto aglutinante que esperaban.
La llegada de las democracias, se plantea, requirió
la división y control de poderes, sobrentendiéndose como
poderes políticos y públicos.
Sin embargo, la globalización ha trastocado esta
división y equilibrio a escala mundial con nuevas categorías
y prioridades. Hoy, entre los "poderes" reales están los medios
de comunicación social, los consorcios trasnacionales, los grandes
organismos internacionales y los grupos de poder político. Así,
desde estos nuevos entes se están impulsando las preferencias electorales
más por la imagen de los candidatos que por sus propuestas políticas
y su moralidad.
En un amplio documento de 235 numerales, que ya fue distribuido
a las 22 conferencias episcopales de toda América Latina, la jerarquía
eclesiástica de la región hace un recuento del camino recorrido
por el Celam en sus 53 años de existencia, un análisis de
la realidad que vive y, en muchos casos, que agobia a los pueblos latinoamericanos,
además de que presenta los desafíos a los que se debe enfrentar
la Iglesia católica en un mundo cada vez más globalizado
y cambiante.
Se advierte que la globalización, manifestación
de un auténtico cambio de época, en los pasados 20 años
ha trastocado la organización económica y el trabajo, el
comercio y las finanzas internacionales, las relaciones sociales y los
modelos de vida, los estados y la política, las comunicaciones y
las culturas del orbe. Este proceso lo ha modificado prácticamente
todo: "el nuevo contexto está lleno de factores positivos y negativos
que podrán potenciar el desarrollo humano o, por el contrario, ser
factores de mayor exclusión y empobrecimiento".
En el análisis de los obispos, producto de varias
asambleas y aportaciones de las conferencias episcopales, reconoce también
que la globalización económica hace crecer la producción
y la riqueza, pero sibraya que los desequilibrios son muy grandes y las
diferencias entre países ricos y pobres son cada vez mayores. Mientras
unas naciones crecen económicamente, otras están estancadas
y muchas más se encuentran en una gravísima situación
de declive; el mercado laboral está devaluado y deprimido, restringido
por las emigraciones controladas por los países prósperos
y sujeto a toda clase de distorsiones de la oferta y la demanda.
"Así, para poder competir se globaliza la miseria
laboral o el desempleo; en ambos casos se deprimen salarios y prestaciones
afectando el bienestar y el mercado interno local en favor de los grandes
capitales. Las crecientes desigualdades amenazan la cohesión social,
el equilibrio ecológico y la estabilidad política", señala
el documento en el que estará basado el quehacer pastoral de la
Iglesia católica en la región.
Se apunta también que la pobreza emerge con nuevas
características, incluyendo su feminización. También
se subraya que es más pobre quien no está capacitado para
manejar las nuevas tecnologías y no puede competir dentro del proceso
de globalización; está en esa condición también
no sólo quien no dispone de bienes económicos, sino quien
se ve privado de la posibilidad de ejercer sus capacidades, sus funciones
y sus libertades.
El estudio del Celam sostiene que en la dinámica
del actual proceso de globalización se suele argumentar la necesidad
de un orden mundial para justificar la imposición de políticas
económicas a los gobiernos, cuyos costos humanos se presentan como
necesarios, mientras la educación, la salud y la vida misma deben
subordinarse a las exigencias de una política económica cuya
violación, supuestamente, llevaría a daños humanos
aún mayores.
"Los mismos argumentos se manejan para el desmantelamiento
de las instituciones de protección social, de regulación
de mercados y del ejercicio del papel equilibrador del Estado; se aplica
esta lógica para favorecer, finalmente, el pago de la deuda externa
o el mayor gasto en armamentos", se afirma.
La globalización y las investigaciones científicas,
se añade, también nos hablan de una progresiva y amenazante
degradación ambiental; está cambiando el clima global, se
está deteriorando la capa de ozono, se está atentando contra
la biodiversidad; el afán del lucro no respeta el hábitat
de las personas de hoy y del futuro, se olvida que la riqueza ambiental
no debe tenerse como un exclusivo patrimonio nacional del cual se puede
hacer uso arbitrariamente. Los países de América Latina y
el Caribe han visto y ven destruir su mundo natural por la industria de
los países ricos, dice el texto.
La crisis ecológica ha hecho surgir la urgente
necesidad moral de una nueva solidaridad; la defensa de lo ecológico
va incluyéndose entre los intereses sociales que exigen una protección
jurídica plena y que rebasa los límites del derecho de una
nación determinada porque afecta a la comunidad internacional. "Pero
desafortunadamente, lo ecológico y lo social no son prioridad para
la mayor parte de nuestros gobiernos; no obstante, la conciencia ecológica
ha ido creciendo", concluye el texto.
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