.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Viernes 26 de diciembre de 2003

Horacio Labastida

Tres años de gobierno

En su Historia del poder en Italia (1967), Giuseppe Maranini reconoció que la estabilidad del poder en la era de la soberanía popular tiene como raíz central la elección directa del jefe de gobierno siempre que el electorado pueda escogerlo libre y razonadamente, apreciación ésta que debe ser complementada por un factor sine qua non de la democracia verdadera, es decir, que el jefe de gobierno escogido apoye sus decisiones en los sentimientos nacionales, puesto que es frecuente que la autoridad parcialice su conducta, olvide las demandas de la gente y utilice el poder político para beneficiar a las clases acaudaladas y privilegiadas. Así ocurre y ha ocurrido en la larga historia de la democracia moderna acunada en los finales del siglo XVIII.

Un estudio olvidado, y en cierto sentido mañosamente secuestrado de la literatura social en casa del Tío Sam, reconoce que la Constitución de Estados Unidos, aprobada en Filadelfia hacia 1787, es texto que favorece el interés de las elites predominantes (v. Charles Beard, An Economic Interpretation of the Constitution of the United States, New York, 1935), estudio que unido a otros no menos ilustres como el Out of Our Past, de Carl Degler (1970), develan el juicio que Howard Zinn (La historia de los Estados Unidos, Siglo XXI, 1999) hizo constar al señalar que en el fondo de dicha Constitución hubo un acuerdo entre los negreros del sur y la burguesía del norte: la unificación de los 13 estados era indispensable para crear un amplio mercado comercial, exigido por los delegados septentrionales, y los sureños se avinieron a tal propósito a cambio de que se les dejara el comercio de esclavos, convención que resultó compatible con las concesiones que se hicieron a pequeños terratenientes, a los obreros y a los agricultores de salario medio, que ofrecían un apoyo de extensa base, en la inteligencia de que la aceptación se hizo general por la vía de enmiendas conocidas con el nombre de Bill of Rifhts, porque tales enmiendas otorgan al gobierno el papel de guardián de las libertades populares, manipuladas pro statu quo desde aquella lejana convención de Filadelfia hasta las maniobras en Florida que hicieron posible la elección de George W. Bush a la presidencia estadunidense, manipulaciones todas que dan cuerpo y vida a la democracia falsificada. En su texto Estúpidos hombres blancos (2003), el afamado escritor y director cinematográfico Michael Moore hace una enérgica denuncia de las trampas comiciales en el año 2000, que hicieron posible la victoria del republicano Bush contra el demócrata Al Gore.

Y lo trascendental en la democracia es hacer cuanto nos sea posible por convertir la democracia falsa en democracia verdadera, y desde no pocos puntos de vista los últimos tres años de gobierno en el Distrito Federal prueban que tal conversión es factible en el México contemporáneo. Al lado de la bandera de honestidad que ha izado el jefe Andrés Manuel López Obrador, la actividad económica y social de su gobierno es cada día más aplaudida porque satisface los dos requisitos aludidos al traer a cuento a Giuseppe Maranini.

Es bien sabido que López Obrador ganó las elecciones en 2000 porque los ciudadanos sufragamos en su favor y también que durante el último trienio sus decisiones reflejan deseos y esperanzas de los millones de habitantes que vivimos en la capital. Aunque la obra material es notable y altamente necesaria junto con el mejoramiento en sueldos y prestaciones de la burocracia menor, lo fundamental radica en que sin disminuir gastos infraestructurales y de mejoramiento del orden público y la procuraduría judicial, los capítulos social y cultural sobresalen. La atención a viejos, mujeres y niños de la calle, cada vez mejor planeada y digna, al lado de la educación media y superior que se imparte en la Universidad de la Ciudad de México, cuyo cultivo en ciencias y humanidades vincúlase con el bien común, son ampliamente reconocidas.

Identificar el acto político con la verdad y la moral social como lo hizo Belisario Domínguez frente al Estado criminal de Huerta, ofende a las elites acaudaladas porque se perciben en peligro de caer; y algo semejante está ocurriendo en torno de López Obrador. No se trata sólo de preocupaciones enhebradas con 2006, sino de algo mucho más profundo. La liberación del pueblo significa el fin de nuestra dependencia y del capitalismo salvaje que lo explota, y López Obrador en el Distrito Federal acredita hoy que también la autoridad puede contribuir a la liberación. Esto es lo que los partidarios del retroceso no soportan, incluidos quienes buscan asfixiar los financiamientos que requiere el avance de las cosas; pero nada detendrá a los partidarios del progreso.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email