México D.F. Viernes 26 de diciembre de 2003
Asumió el humor negro como elemento característico
en el conjunto de su dramaturgia
Murió Hugo Argüelles, quien supo ''construir
un mito de sí mismo''
El maestro veracruzano hereda una escuela y un estilo
en la historia del teatro nacional
Dejó el bisturí por la palabra filosa
para examinar la familia y los hombres del poder
CARLOS PAUL
Temperamental, provocador, egocéntrico, seductor,
temible, pero también generoso con sus alumnos, así se podría
definir al multipremiado dramaturgo y maestro Hugo Argüelles, quien
falleció este 24 de diciembre, a los 71 años, de cáncer
de próstata.
Con su forma de ser y manera de vivir supo construir a
lo largo de los años ''un mito de sí mismo".
Ufano,
solía comentar que había escapado a por lo menos cuatro muertes
clínicas desde su nacimiento.
La primera -decía- fue cuando cayó de las
manos de la partera y su madre debió alimentarlo con sangre de toro
y leche de cabra.
Argüelles cursó estudios de medicina, sin
embargo, transformó su bisturí de cirujano en palabra filosa
para examinar y reflejar el tejido enfermo de la familia, de los hombres
del poder, siempre con una ácida y saludable dosis de humor negro,
elemento que distingue el conjunto de su dramaturgia.
En sus obras destaca la crítica especializada,
pues ''sus personajes son multidimensionales, con singular carga simbólica
para ser descifrada por el espectador.
''En sus creaciones, la muerte alterna con la risa, la
reflexión con la farsa descarada y la tragedia desgarradora con
la más sutil de las quimeras."
Discípulo de Usigli
Hugo Argüelles no sólo fue dramaturgo excepcional,
sino maestro por excelencia que fue más allá de su mentor
Rodolfo Usigli, al dejar una escuela y un estilo, lo cual ''es fundamental
en la historia del teatro en México".
Cuando
el escritor veracruzano conoció al maestro Usigli, en 1967, cuya
amistad mostraban por bares y restaurantes, Hugo Argüelles ya tenía
escritas sus primeras cinco obras, de las más de 31 de su autoría:
Los cuervos están de luto, Los prodigiosos, El tejedor de milagros,
La galería del silencio y La ronda de la hechizada, por
lo que Usigli, más que considerarlo un alumno, lo llamaba su discípulo.
Su reto creativo fue siempre el de diseccionar y profundizar
en la identidad del mexicano y su mestizaje. Es reconocido y estudiado
por ser ''el único dramaturgo mexicano" que ha recorrido todos los
géneros y estilos, y que además desarrolló propuestas
personales. Con su teoría se formaron, durante la segunda mitad
del siglo XX, diversas generaciones de dramaturgos, entre ellos Víctor
Hugo Rascón Banda, Sabina Berman, Jesús González Dávila
y Leonor Azcárate.
Guionista cinematográfico
El cine tampoco se resistió a las tétricas
y divertidas obras de Argüelles. Su labor como guionista se despliega
en más de 20 realizaciones cinematográficas.
Entusiasmó a célebres directores, como Luis
Buñuel, quien decía: ''Es el único capaz de convertir
el Tánatos en Eros"; también al reconocido cineasta Guillermo
del Toro, quien ha señalado: ''Su obra es capaz de abrazar la más
abyecta perversión con la más inefable sonrisa de una madre".
Argüelles -para quien música y pintura fueron
las artes que más influyeron en su trabajo como dramaturgo- se definía
como ''un alebrije en proceso de evolución".
Con sus obras creó una singular zoología
humana para representar los vicios de la sociedad. De hecho, la mayoría
tienen títulos con nombres de animales.
''No se trata sólo de una actitud zoológica,
zoomórfica o zoofílica", llegó a comentar a la videoasta
Oli Quintanilla.
''Ocurre que me llama mucho la atención todo lo
que la conducta del ser humano revela en lo que tiene de animal, no en
el sentido peyorativo, sino en el admirable sentido de supervivencia y
afirmación. En esa conducta humana descubro lo nahual, y es donde
me detengo a elaborar, estudiar y deducir. De hecho, cuando empiezo a escribir
es porque ya sé cuál es el animal que ese personaje lleva
adentro. Tal conducta es una muestra de lo que puede llegar a ser -como
misterio-, el instinto."
En el conjunto de sus obras también prevalecen
''las mujeres fuertes, subversivas, con gran sentido crítico y las
que nunca aparecen son las lloronas, las autocompasivas, las caguengues,
porque invariablemente son las destructivas, las que merman la vitalidad
del hombre" (La Jornada, 02/02/03).
Para Argüelles, ''la vida está llena de misterios,
que al irlos explorando es irremediable que se hable de destino.
''Hay quien tiene talento y quien carece de éste
-afirmaba con su sonora voz-, ¿qué hace la diferencia?, pues
el destino.
''Se puede ser hábil, astuto, pero a unos se les
dan ciertas cosas y a otros no. Eso es lo que yo llamo el casting metafísico."
Gusto por la trascendencia
En la cuestión sexual, añadía orgulloso
el dramaturgo, ''he sido muy afortunado. Soy homosexual y nunca tuve problemas
de rechazo. Siempre me las arreglé bastante bien. Independientemente
de lo atractivo que era -de lo que hay pruebas- siempre supe entender,
y presumo de ello, que al macho le gusta entregarse más que dominar,
aunque muchos puede ser que no estén de acuerdo con esto, pero los
que a mí me tocaron tenían esa capacidad de entrega con asombrosa
ternura".
Respecto de su temperamento y manera de vivir, Argüelles
expresaba:
''Creo que soy un tipo egoísta, porque uno de los
valores en los que creo absolutamente es en la individualidad. Si no se
tiene esto, se es un parásito, se vive de prestado, se anda chupando
la energía y personalidad de los otros.
''Hay que tener una individualidad para lograr una personalidad.
Sé que existen muchos otros valores, como el bien, la belleza, la
bondad, la libertad, a los que no rechazo, pero todos son, al final, transitorios.
A mí me gusta más la trascendencia."
Afán que sin duda el maestro Hugo Argüelles
logró.
|