Olga Harmony/ II y última

Libros de teatro

El Milagro también acaba de coeditar con algunas entidades francesas, El diván, la serie de monólogos (aquí veinticinco, en escena sólo veinte) que integran el experimento teatral hace poco presentado en México, por pocos días y en esta única sede. En su momento me referí a ello, pero vale la pena recordarlo, ahora desde el punto de vista de la lectura, ya que cada una de las autoconfesiones se sostiene como un texto autónomo, que podría ser representado de una manera diferente a lo que presentó Michel Dydim. Tanto la introducción del propio Dydim como lo escrito en las solapas por Olivier Poivre D'Arvor -director de la Asociación Francesa de Acción Artística (AFAA)- nos informan de un programa más amplio, del cual El diván es una parte y que consiste, mediante el proyecto llamado ''Tintas frescas", en difundir la dramaturgia reciente de Latinoamérica en Francia y a la recíproca, la francesa entre nosotros. Ya ''Tintas frescas" tradujo, hizo lecturas y publicó textos de los mexicanos David Olguín, Jaime Chabaud y Angel Norzagaray, entre otros dramaturgos de la región, en Francia, y ahora acerca a un grupo de autores franceses y otro de mexicanos en la memorable experiencia de El diván, en el que veinte dramaturgos de los dos ámbitos fueron interpretados por veinte actores y actrices ante veinte espectadores de ambos sexos. Si bien mucha gente se quedó sin poder formar parte del experimento -y también con ese conocimiento incompleto de los que sí asistimos- este volumen, prologado por Giuseppe Amara y con los pequeños monólogos completos, y otros más, puede revivir de algún modo la experiencia teatral.

Un volumen que no podría recomendar, pese al sustancioso estudio de Armando Partida que comprende una bibliografía y una hemerobibliografía de la autora, es Sócrates y los gatos, de Elena Garro, uno de los textos hallados en el famoso baúl de la escritora tras su fallecimiento. La publicación de Océano me parece muy oportunista en las fechas en que los culpables de los sucesos del 68 van saliendo a la luz pública y revive la añeja postura de Elena Garro, sin añadir nada al conocimiento de lo ocurrido entonces y sólo pone de relieve la enfermedad mental de la autora, sin que se enriquezca su acervo dramatúrgico, dado que no es la más feliz, desde este punto de vista, de sus obras. Vale, quizás como un documento para estudiosos de su vida y su obra, pero resulta en demérito de su importante producción literaria.

De Tijuana, el Centro de Artes Escénicas del Noroeste, AC, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes y actualmente dirigido por Daniel Serrano, continúa con su labor de ser un polo de cultura teatral en su zona. En su colección Los inéditos acaba de publicar Territorio de fábula con tres textos no conocidos con anterioridad de otras tantas autoras que proponen dramaturgias diferentes al realismo, las tres residentes en el DF -lo que es muy sano porque se pierde la orientación meramente regional. Fascinación por lo verde, de Silvia Peláez; Vacío virtual, de Elena Guiochins, y Oste ni moste, de Dense Zúñiga, conforman el pequeño volumen con prólogo de Gabriel Contreras.

Reyna Barrera es una firme defensora de la escritura femenina, lo que la lleva a una división artificial de nuestra dramaturgia, que muchos no compartimos, pero que hay que reconocer que en el caso de su antología Escena con otra mirada, la convocatoria hecha a importantes dramaturgas tuvo amplia respuesta, al grado de que las autoras antologadas y ella misma hubieron de cubrir un porcentaje a Plaza y Valdés editores para lograr que el volumen saliera a la luz. Pienso que algunos textos, como Adela y Juana, de Verónica Musalem, o Yo también quiero un profeta, de Ximena Escalante, que pronto serán escenificados, además de muchos otros, podrían tener cabida en cualquier antología, no necesariamente de mujeres ni necesariamente de cuota. De cualquier forma y pese a alguna obra tan deficiente y de mal gusto como Hombre tenía que ser, de Thelma Dorantes, el volumen dedicado a la memoria de Norma Barroso -quien con Rumor de viento ofrece una de las obras más serias acerca de las mujeres asesinadas en Juárez- resulta, como todo lo que se edita en teatro, de suma utilidad para los grupos y los creadores escénicos. Ojalá tenga una muy buena distribución.