.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
C U L T U R A
..

México D.F. Domingo 28 de diciembre de 2003

Juan García Ponce

Fragmento de Inmaculada

-ƑMe dejas llevarte a algún lado? -dijo el hombre.

-ƑA qué lado? -preguntó Inmaculada con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el respaldo del asiento.

-A un lugar donde pueda verte desnuda sin prisa. Te gustaría, me gustaría, me gustaría mucho -contestó el hombre con la mano de Inmaculada sobre su boca.

En tanto, el hombre miraba el pecho fuera de la blusa, a la muchacha vestida de azul. Su posición hacía más largo su cuello, tenía los tiernos labios entreabiertos y los ojos cerrados. Era maravillosamente joven. No pudo dejar de pasarle suavemente el dorso de la mano por el saliente pezón.

-Ahora no -murmuró sin ningún rechazo, como una especia de súplica, Inmaculada-. Estamos muy bien. Déjame así. Otro día...

El hombre le sacó el otro pecho y siguió acariciándolos. Inmaculada no había abierto los ojos. Sintió que el hombre retiraba su mano de la boca donde la lengua había empezado a lamer su palma, los abrió entonces y vio, sorprendida y fascinada, sin poder apartar la vista, la verga de él, hinchada, con un final suave y abombado. Mecánicamente, obedeciendo tan sólo, se dejó guiar la mano y sus dedos rodearon lo que veía, incapaces de oponerse a las acciones que el hombre la llevaba a hacer, sabiendo que quería obedecer, sentir lo que estaba sintiendo en el momento de seguir lo que la guiaba a hacer. Ahora su cabeza ya no estaba apoyada en el respaldo; veía la verga del hombre y su mano rodeándola; era el hombre el que se había apoyado en ese respaldo. Tomándole la muñeca, empezó a mover la mano de Inmaculada. Ella se inclinó para meterse la verga a la boca. El hombre le había soltado la muñeca. Fueron ahora sus manos las que se posaron en la nuca de Inmaculada, sin hacer ninguna presión, de manera que era ella la que subía y bajaba la cabeza mientras sus labios rodeaban la verga y la sentía dentro de su boca llegando hasta su paladar, retirándose de él según sus movimientos. El hombre, al que ahora Inmaculada no podía ver, empezó a moverse de un modo parecido al que ella lo había hecho un momento atrás y luego Inmaculada sintió llenarse su boca de un líquido caliente y espeso con un sabor amargo y salado que no le molestaba como no le molestaban su textura ni su temperatura; se lo tragó y sólo entonces retiró la boca, se incorporó y se sentó con la cabeza apoyada en el respaldo del asiento, sin mirar al hombre que tampoco la miraba a ella, pero le tomó la mano.

El hombre murmuró algo ininteligible y luego le pidió a Inmaculada que lo besara. Con los pechos fuera de la blusa y el sostén, con la verga del hombre fuera del pantalón, Inmaculada obedeció. El hombre puso las manos sobre su espalda y ella unió las suyas en la nuca de él. Después, Inmaculada se apartó, metió los pechos dentro de su sostén, subió los tirantes y se abrochó la blusa. El hombre se acomodó el pantalón.

-Es muy tarde -dijo Inmaculada.

El hombre le tomó la cara con las dos manos y la besó en la boca.

-Debes llevarme a casa de mis amigas y pasar por mí después, pero no en la puerta, sino a la vuelta, donde tendrás que estar esperándome a la siete y media -se le ocurrió pedir a Inmaculada.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email