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México D.F. Viernes 2 de enero de 2004

Inmigrantes cruzaron el país en caravana y hubo escandalosas quiebras económicas

Para EU 2003 fue un año de guerra, represión y políticas conservadoras

Nuevas generaciones expresaron su inconformidad en una resistencia sin precedente

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 1Ɔ de enero. Miles de muertos en Irak y Afganistán -entre ellos cientos de jóvenes soldados estadunidenses-, cientos de prisioneros en Guantánamo y cientos de inmigrantes detenidos en cárceles nacionales, escenas de destrucción en el extranjero junto con un clima de intimidación y temor en el interior del país, la Organización de Naciones Unidas (ONU) se doblegó nuevamente ante Washington; escándalos empresariales, los ricos se hicieron más ricos, más gente con hambre y otro apagón que paralizó a la principal ciudad del país: saldos de un 2003 de guerra, represión y políticas conservadoras en Estados Unidos.

Pero también fue un año de resistencia y protesta sin precedente.

Comenzó un movimiento masivo contra la guerra, de dimensiones que se lograron sólo después de años de organización durante la guerra en Vietnam, y se expresó en meses. Fue la primera vez que se constituyó un movimiento antiguerra de decenas, y hasta de cientos de miles de inconformes antes de que comenzara el conflicto.

Más de 150 mil personas marcharon en enero, 250 mil en febrero, y otros 100 mil en marzo, más otras manifestaciones que se realizaron por todo el país. En San Francisco miles clausuraron el centro financiero de la ciudad; hubo vigilias y actos de protesta contra la guerra frente a oficinas del gobierno federal, empresas, campos militares, y en las afueras de la ONU y la Casa Blanca.

Las protestas no sólo se realizaban con los de siempre -activistas pacifistas, de movimientos de solidaridad o derechos humanos--, sino con jóvenes que asistían a su primer acto político, familias, trabajadores y ejecutivos, grupos comunitarios y de organizaciones latinas, negras, asiáticas. Internet desempeñó un novedoso papel como convocante y organizador de campañas de protesta, desde la publicación de desplegados contra la guerra hasta esfuerzos para saturar al Congreso y a la Casa Blanca con llamadas y correos electrónicos contra la guerra.

También hubo una participación extraordinaria de la comunidad cultural. Poetas contra la guerra se organizó casi espontáneamente cuando cientos de poetas respondieron a un llamado para enviar protestas-poemas a la Casa Blanca. Toda esa obra fue publicada en un libro. Se celebraron cientos de foros de lectura de poemas y otra literatura en universidades, librerías, cafés y teatros por todo el país, donde autores reconocidos, como E. L Doctorow, Paul Auster, Saul Williams, participaron junto con poetas famosos y desconocidos.

Artistas de teatro realizaron cientos de presentaciones de la obra griega Lisistrata por todo el país, y el mundo, algo que también se fue organizando casi espontáneamente después de un modesto llamado de un grupo de artistas.

No faltaron las figuras de Hollywood que participaron en actos de protesta. Susan Sarandon, Tim Robbins, Sean Penn, Jessica Lange, Martin Sheen, Oliver Stone, entre otros, formaron uno de los elencos más famosos en estas obras de protesta. Hasta en la celebración anual en Hollywood -la entrega de premios Oscar- se expresó la protesta con varios artistas que hicieron la señal de paz, con camisetas y discursos no programados, y el acto culminó con la condena directa y sin adjetivos de Michael Moore al ganar el premio por mejor documental. De hecho, casi nadie se acuerda de otra cosa esa noche.

Y los músicos no faltaron, firmaron manifiestos y desplegados contra la guerra y las políticas bélicas del gobierno de George W. Bush, entre ellos Lou Reed, David Byrne, Laurie Anderson, Ani DiFranco, Pete Seeger y Billy Bragg.

Resistencia contra la guerra interna

Las políticas vinculadas con la "guerra contra el terrorismo", tanto en el ámbito internacional como en el nacional, generaron múltiples expresiones de resistencia. Las nuevas medidas de vigilancia y espionaje y limitaciones a los derechos civiles e individuales enmarcadas en la Ley Patriótica provocaron respuestas sorprendentes en el transcurso del año.

Bibliotecarios de todo el país protestaron contra las medidas que los obligan a divulgar a la FBI y otras agencias listas de usuarios de bibliotecas, los libros que han consultado y sus registros de lugares visitados en Internet. Respondieron con anuncios a los usuarios para advertirles de las medidas, destruyeron registros de libros y de lugares visitados en sus sistemas de Internet, y expresaron su ira en misivas a legisladores y agentes federales.mdf87623

Pero a escala nacional también comenzó un movimiento municipal de rechazo a la ley federal, y ahora más de 200 gobiernos de ciudades y condados se han pronunciado oficialmente contra la Ley Patriótica. Los concilios municipales de ciudades a lo largo del país adoptaron resoluciones declarando que no cooperarán con ninguna medida federal que viole los derechos individuales de los ciudadanos, consagrados en la Constitución de Estados Unidos. Toledo, en Ohio fue la ciudad que aprobó, más recientemente, una resolución de este tipo, siguiendo los pasos de otras como Chicago, Baltimore, Detroit, Austin, Denver, Las Vegas y Minneapolis.

Los inmigrantes

Grupos de defensa de inmigrantes y de derechos humanos han realizado protestas, actos de resistencia y demandas legales contra el gobierno federal por las redadas de "sospechosos" y medidas de intimidación contra comunidades inmigrantes, en especial los musulmanes, en los pasados dos años. Estos esfuerzos han logrado la liberación de decenas de detenidos, y acciones legales para revertir el derecho del gobierno para detener a cualquiera que determine como sospechoso, sin proceso legal, acceso a abogados y/o presentación de cargos.

Ese clima de intimidación contra los inmigrantes también ha tenido respuesta en acciones nacionales como la Caravana de Derechos de los Inmigrantes, por la que miles cruzaron el país visitando comunidades en un diálogo en que participaron decenas de miles, y que culminó con un festival-manifestación en Nueva York. Esta iniciativa vinculó por primera vez el movimiento por los derechos de los inmigrantes con el de los veteranos del movimiento de los derechos civiles de la comunidad afroamericana de los años 60. Fue organizada y promovida por el movimiento sindical estadunidense, en demanda de dignidad, amnistía y derechos laborales para los trabajadores inmigrantes.

Los altermundistas

A finales de año en Miami, quienes protestaban contra la guerra, la represión en nombre de la seguridad, los inmigrantes y el libre comercio se encontraron bajo nubes de gas lacrimógeno. En la cumbre ministerial sobre el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas se impuso un estado de sitio sobre la ciudad. Para la llamada "seguridad pública" se invirtieron 8 millones de dólares, financiados con el mismo presupuesto aprobado para la guerra y ocupación de Irak.

Tal vez unos 20 mil trabajadores sindicalizados, jóvenes, inmigrantes, ambientalistas, defensores de derechos humanos y unos cuantos anarquistas (acusados, como hace un siglo, de provocadores del caos y usados como justificación para la represión) se manifestaron contra las políticas económicas, sociales y bélicas de Estados Unidos. La abrumadora presencia policiaca y las medidas de intimidación (que incluyeron el cierre del centro de la ciudad durante casi una semana, cientos de arrestos, golpizas y uso de balas de hule, gases y nuevas tecnologías de control), fueron la respuesta a actos que en su mayoría eran pacíficos y contaban con permisos legales. Ante la represión, la respuesta fue una ira mayor y una nueva demanda: el derecho a la libre expresión.

El año termina con alertas naranja (la segunda más alta en el termómetro oficial de amenaza "terrorista"), reveses judiciales para el gobierno de Bush (un tribunal federal falló que los detenidos en Guantánamo sí tienen derecho a solicitar la revisión de la legalidad de su detención, y otro tribunal federal falló que el presidente carece de autoridad exclusiva para detener a ciudadanos estadunidenses como "combatientes enemigos"), y la captura de Saddam Hussein. Pero también sin la detención de Osama Bin Laden, las pruebas de la existencia del arsenal iraquí ni del proceso penal de la mayoría de los responsables del peor escándalo empresarial en la memoria reciente.

Pero el país es otro. En cada esquina de cada ciudad hay focos de oposición que no existían antes, de nuevas generaciones que cuestionan el poder, de miles de nuevos lectores de críticos como Noam Chomsky, Howard Zinn y Arundhati Roy que buscan entender el porqué de esta coyuntura, y nuevos diálogos entre altermundistas, pacifistas, inmigrantes, latinos, negros, asiáticos, católicos, judíos y musulmanes que se han encontrado en las mismas marchas, foros, vigilias, obras de teatro, lecturas de poemas, conciertos a lo largo del año 2003.

La guerra comenzó, las medidas de seguridad fueron aplicadas, las políticas económicas conservadoras se ponen en práctica, pero ante esto no sólo no hay silencio, sino un gran ruido como no se había escuchado en años. Por tanto, muchos esperan algo en 2004.

"Tanto está en juego en este nuevo año que la desesperanza no es opción. Mucho mejor hacerle caso al poeta y duplicar la fuerza del corazón", escribió William Sloane Coffin, famoso pastor emérito de Riverside Church, veterano de luchas por los derechos civiles y por la paz, en la revista The Nation.

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