Vacío ético-jurídico, señalan especialistas

Urge legislar sobre el uso de técnicas de reproducción asistida

* Clave, respetar la autodeterminación de la mujer

Nora Sandoval

Las técnicas de reproducción asistida –como la fertilización in vitro (1), la inyección intracitoplasmática del esperma (2), el transporte intratubario de gametos (3) -han puesto en el centro del debate tanto cuestiones éticas asociadas a su utilización, como el surgimiento de nuevas formas de maternidad e incluso la modificación de este concepto.

Se discute la validez de que una nueva vida sea creada en un laboratorio médico o en un quirófano mediante la colocación de semen en un óvulo o mediante la implantación de un embrión en un útero, previa estimulación ovárica. Se cuestiona qué tan ético es que un nuevo ser no sea ya producto de una relación sexual o que una mujer quiera ser madre sin la intervención de un hombre.

“Nosotros ayudamos a parejas infértiles a procrear; ofrecemos soluciones y las orientamos sobre los diferentes métodos y ellas deciden si se someten a ellos o no. La infertilidad es una enfermedad que cada vez tienen más mujeres -entre otras causas, por su decisión de retardar la maternidad- y como tal hay que tratarla”, afirma el doctor Héctor Godoy Morales, especialista en reproducción humana y miembro de uno de los 11 laboratorios existentes en México, registrados ante la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida.

Según Godoy, actualmente dos de cada 10 parejas son infértiles debido al incremento de las infecciones de transmisión sexual que pueden lesionar el aparato genital masculino y femenino; al aumento de la utilización de algunos métodos anticonceptivos como el dispositivo intrauterino y a que las mujeres postergan la maternidad. “Hoy tenemos que muchas quieren ser madres después de los 35 o 40 años, cuando las posibilidades de serlo se reducen notablemente”, apunta.

El debate sobre el uso de estas técnicas no se ha dado como debería debido a la presión de la iglesia Católica y de grupos religiosos o conservadores que se oponen a su uso, señala Marcia Muñoz coordinadora del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.

Para la iglesia Católica (encíclicas Evangelium vitae y Donum Vitae ), las distintas técnicas de reproducción artificial, “son moralmente inaceptables” pues, afirma, “separan la procreación del contexto integralmente humano del acto conyugal”; cuestiona además la producción de embriones en número superior al necesario para su implantación a la mujer, los cuales son posteriormente suprimidos o utilizados como “simple material biológico del que se puede disponer libremente”.

La Iglesia y muchos grupos religiosos –subraya Héctor Godoy- están contra este tipo de prácticas porque son procedimientos totalmente artificiales, pero desde el punto de vista ético no representa un conflicto manipular estos gametos para solucionar el problema de infertilidad en una mujer o una pareja. “La mujer que dona óvulos está dando una célula, no un ser vivo ya formado o fertilizado lo que legalmente y moralmente tiene implicaciones. Es como si un hombre dona semen; al hacerlo está dando espermatozoides. Lo que pasa en la donación de óvulos es que se requiere de un procedimiento y técnicas quirúrgicas en un laboratorio mucho más complejas que en el caso de donación de espermatozoides”.

Se puede congelar en México y en el mundo, embriones y esperma, lo que no representa ningún problema, apunta Godoy, quien agrega que en cambio “es muy difícil congelar un óvulo, ya que al descongelarse debe ser fertilizado en el transcurso de seis horas”.

Se considera –subraya el especialista en reproducción humana- que hay más de 500 mil embriones congelados en el mundo. En México, habrá unos mil. “El objetivo, desde hace años, es congelar sólo esperma y óvulos ante los problemas éticos y morales existentes. Será menos problemático porque hablaremos de células congeladas, no de embriones congelados que potencialmente pueden dar una vida”, enfatiza.

En pocos años será fácil congelar óvulos sin dañarlos y asegurar que habrá una buena tasa de embarazos después de este procedimiento. El futuro –continúa Godoy- es también transferir embriones únicos para evitar la alta incidencia de embarazos múltiples; y realizar diagnóstico genético, a fin de analizar el embrión antes de implantarlo, hacerle un estudio cromosómico para detectar enfermedades como un Síndrome de Down o saber si tiene carga genética para cáncer, diabetes, etcétera.

Más allá de consideraciones éticas, legales y morales, lo que sí queda claro con estas técnicas utilizadas por mujeres con problemas de infertilidad o que quieren ser madres sin la participación de un hombre, es que la maternidad se decide en un laboratorio en el que hay esperma y embriones congelados, y está a cargo de médicos especialistas en reproducción humana.

“No hay nuevas formas de maternidad, porque en realidad madre es quien cría a un bebé. Aquí el problema es el vacío legal que existe en nuestro país en torno a estos métodos y que ha derivado en conflictos éticos como el hecho de que un niño que nace pueda tener cuatro progenitores: la mujer que dona el óvulo, el hombre que dona el esperma, la pareja infértil que acude a la técnica y quien presta el útero. En Estados Unidos esto se resuelve en las cortes, pero en México esto no está regulado”, afirma Marcia Muñoz.

El gran problema ético jurídico es –agrega la especialista del IIJ- que en reproducción asistida no hay nada regulado: cómo se debe hacer; cuáles técnicas se pueden usar, hasta dónde se puede llegar, si se puede tomar esperma u óvulos de la pareja o de terceros e implantar el embrión en el útero de quien quiere tener un hijo o pedirle a otra persona que preste su útero, lo que llamamos maternidad subrogada

Por otro lado, tiene que haber seguridad jurídica para quienes participan en estas técnicas; éstas deben ser garantizadas por una autoridad de salud y quienes se someten a estos tratamientos deben tener la certeza de que las células que se están manejando –cuando se trata de esperma y óvulos- provienen de donde se les dice, así como saber qué se va a hacer con los embriones que no sean implantados.

Con estas terapias de estimulación ovárica, se pueden crear varios embriones, ¿qué pasa con los que no se usan, hasta cuándo se tienen congelados? Además, si el embrión fecundado in vitro viene con alguna enfermedad, ¿qué grado de responsabilidad tiene el médico en la salud, así como en los tratamientos que se le aplican a las mujeres, como la estimulación ovárica con hormonas?

Por último ¿quiénes pueden tener acceso a estas técnicas? ¿sólo las parejas formadas por un hombre y una mujer? “Desde mi punto de vista, si una mujer soltera quiere tener un hijo y vivir la experiencia de la maternidad acudiendo a esas instancias, debe tener la libertad de hacerlo; se debe respetar la autodeterminación de la mujer y el Estado debe procurar sus derechos. En el caso de los homosexuales o lesbianas, es lo mismo”, dice Marcia Muñoz.

(1) Los espermatozoides del hombre y los ovocitos de la mujer se combinan fuera del cuerpo; luego que ocurre la fertilización, el embrión resultante se transfiere al útero materno.

(2) Inyección de un espermatozoide en el interior del óvulo.

(3) Los gametos masculinos y femeninos se llevan a la trompa de Falopio de la mujer, para facilitar las condiciones naturales de la fecundación.