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México D.F. Lunes 12 de enero de 2004

El objetivo, "manejar los recursos estratégicos de la región": analistas

Washington, desesperado por tener subordinada a Latinoamérica

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 11 de enero. El enfrentamiento entre Estados Unidos y países latinoamericanos en los últimos días ponen un marco de escepcticismo a las expectativas sobre la reunión de los 34 países hemisféricos en Monterrey, y se habla ya más de las diferencias que surgirán en las negociaciones.

La cumbre, convocada por Estados Unidos por fuera de las reuniones regulares que se dan en el proceso del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), transcurrirá en un contexto complejo para Washington. Además del fracaso del año pasado en la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún, están recientes las disputas del gobierno de George W. Bush con varias administraciones regionales.

Para analistas sudamericanos, "Washington desespera" por poner en una caja a los países de la región a fin que terminen subordinándose a su política "recolonizadora" del ALCA y de militarización de América Latina, y por ello no acepta los avances del Mercado Común del Sur.

Washington logró ya que tanto en Paraguay como en Perú ingresen sus soldados para ejercicios militares, a la vez que Argentina y Brasil intentan ir a fondo en temas de agenda como el de la lucha contra la pobreza, cuando las exigencias de los organismos financieros sólo anticipan más exclusión.

También existen resquemores ante la idea de añadir a la ya existente y dudosa "cláusula democrática", la "claúsula anticorrupción", precisamente por que no hay acuerdo entre lo que Washington considera "democrático" y lo que significa el término para una región que vivió bajo dictaduras alimentadas desde Estados Unidos.

Lo mismo sucede con el término corrupción, ya que, en beneficio de sus intereses e inversores, Estados Unidos auspició a los gobiernos más corruptos de la región, como el de su "socio carnal" Carlos Menem, cuyos dos gobiernos consecutivos (1989-99) se caracterizan como la década más corrupta de Argentina.

Washington ha demostrado además que utilizando su poder hegemómico, vía medios de comunicación, puede transformar a cualquier mandatario no bien visto en "antidemocrático o corrupto".

Así, en días pasados acusó al gobierno de Cuba de impulsar la desestabilización de los gobiernos democráticos, y al mandatario venezolano, Hugo Chávez, de amparar movimientos de violencia o de financiar al dirigente del Movimiento al Socialismo de Bolivia, Evo Morales. Luego se acusó al presidente argentino Néstor Kirchner de ir hacia la izquierda, al criticar su relación con Cuba.

Los argumentos de la guerra fría volvieron a escena, en un año en que dirigentes no alineados con Washington ocupan gobiernos en América Latina y cuando plebiscitos y consultas populares muestran el rechazo de pueblos de la región a políticas como el ALCA.

Aquí se inscribe el revés que significó para Washington la rebelión popular en Bolivia que llevó a la renuncia de su aliado Gonzalo Sánchez de Losada. Al respecto, varios analistas recuerdan que Estados Unidos ya había puesto el eje del conflicto en el nuevo milenio en movimientos campesinos e indígenas, los nuevos "enemigos" dentro del esquema de seguridad de la llamada "guerra de baja intensidad".

Eduardo Gudynas, analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad América Latina), sostiene que, entre los países que van a la Cumbre, unos "buscan poder condicionar las negociaciones comerciales a ciertos objetivos sociales, otros esperan quedar en mejor posición para reclamar algunas compensaciones, y no son pocos los que aspiran a lograr argumentos para usar dentro de sus naciones en un intento de demostrar una cara más 'humana' del ALCA".

El temario de la cumbre "incluye el fortalecimiento democrático, los aspectos sociales vinculados al crecimiento económico, la seguridad hemisférica y la lucha contra el terrorismo. Más allá de esa agenda oficial, el tema de la deuda externa merecería ser tratado con más atención en el encuentro presidencial. Sin embargo, no existen posiciones coordinadas desde América del Sur", señala.

Así, hay países "que trabajan en conjunto en el tema del Mercosur, pero no en el de la deuda externa", como Argentina y Brasil. "Las posiciones más duras sobre la deuda externa y sobre el papel del Fondo Monetario Internacional siguen partiendo de Argentina."

Pero Brasilia y Washington se enfrentan en otros temas, como los controles a los viajeros en los aeropuertos, justamente cuando el énfasis de Estados Unidos está en el tema seguridad, y en especial en que los países ltinoamericanos ratifiquen la Convención Interamericana contra el Terrorismo. Los miembros actuales son México, Perú, El Salvador, Nicaragua, Canadá y Antigua y Barbuda, pero hasta ahora no se acuerda la declaración final.

Para Claudio Katz, economista, investigador y catedrático de la Universidad de Buenos Aires, las prioridades de Bush para América Latina en lo económico son "avanzar con el ALCA y reforzar el cobro de la deuda externa. Ambos objetivos apuntan a consolidar la dominación comercial y financiera del imperialismo. En lo inmediato, el atolladero que enfrentan las fuerzas ocupantes de Irak impulsa a Estados Unidos a afianzar el control de su 'patio trasero'".

Pero en perspectiva, "la intención es manejar directamente los recursos estratégicos de la región, especialmente el petróleo de México, Venezuela y Ecuador, los bosques de la Amazonia y las reservas de agua de la Triple Frontera".

También estima que "el gobierno estadunidense necesita suscribir tratados de libre comercio para contrarrestar, con mayores exportaciones hacia Latinoamérica, el creciente déficit comercial del país. (...) también alienta el ALCA para garantizar que la región permanecerá en el área del dólar en la próxima oleada de competencia con Europa".

"Frente a los obstáculos que genera esta postura en los tratados multilaterales, el gobierno de Bush alienta convenios con cada país. Su propósito es imponer bilateralmente lo que no puede lograr en la negociación colectiva", añade Katz.

En este sentido hace referencia al reciente convenio que firmó con Chile, y al precedente de México, con una década de TLC durante la cual "se ha consumado una vertiginosa desnacionalización.

"Estados Unidos atropella por varios caminos y adapta cada negociación a su conveniencia. Suscribe convenios directos (Chile, Guatemala, Costa Rica) y tienta con el mismo recurso a otras naciones para aislar a su principal adversario comercial (Brasil), debilitar a un serio concurrente agrícola (Argentina) y socavar a un régimen político crucificado (Venezuela)."

Y "si no logra someter a todos -considera- probablemente ensayará la fractura geográfico-comercial entre un grupo directamente asociado (México, Chile, Centroamérica, Perú y Colombia) y otro sometido al desgaste de negociaciones inconclusas (Brasil, Argentina y Venezuela)".

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