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México D.F. Domingo 18 de enero de 2004

Revela que en la guerra de las Malvinas también se aplicaron esos métodos

Acepta militar argentino: en otras dos bases castrenses se torturó a soldados

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 17 de enero. El general Roberto Bendini, jefe del ejército argentino, presentó este sábado un informe que le solicitó el presidente Néstor Kirchner sobre las fotografías recién divulgadas que documentan la práctica de la tortura durante entrenamientos militares en Quebrada de la Cancha, Córdoba.

Bendini informó, entre otras cosas, que las fotografías difundidas por el Centro de Estudios Legales y Sociales, denunciadas por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, corresponden a un curso llamado "Resistencia como prisionero de guerra, evasión y escape", destinado a las fuerzas especiales.

Admitió que estos cursos tenían como objetivo "aprender a resistir", y señaló que desde 1994 los entrenamientos ya sólo incluyen prácticas de supervivencia y diversos grados de resistencia física. Torturas como las que ocurrieron en Quebrada de la Cancha también se practicaban en otras dos bases militares del país: una que está en la selva de la provincia de Misiones y en otra que se ubica en la zona montañosa del sur de Argentina.

El comienzo de la aplicación de estos métodos fue aproximadamente en 1965, los cuales habrían sido introducidos por militares franceses con experiencia en Indochina y Argelia, y por oficiales de la Escuela de las Américas de Estados Unidos.

Durante su informe, Bendini mostró un álbum de fotografías de 1987, las cuales confirmaron que la Quebrada de la Cancha era el lugar donde se llevaban a cabo los cursos.

También mostró un libro titulado Comandos en acción. El ejército en Malvinas, de 1987, escrito por el profesor de la Escuela Superior de Guerra Isidoro Ruiz Moreno. En éste se menciona la utilización de la "experiencia vietnamita que lleva al límite la resistencia y voluntad de los comandos, ya que en estas últimas instancias el hombre se prueba a sí mismo porque está enfrentado a su propia superación".

Asimismo, refiere cómo eran encapuchados y golpeados los asistentes al curso cuando se simulaba que "el enemigo" los tomaba prisioneros. El libro detalla que no se escatimaba el uso de la tortura, y que siempre se hacía bajo vigilancia de un médico y un siquiatra.

Como parte del entrenamiento, los reclutas eran introducidos "desnudos en un estrecho pozo", que los mantenía "forzosamente parados, mejor dicho sepultados en él". La descripción coincide con algunas escenas que registran las fotografías difundidas el pasado 15 de enero.

"Se encuentra el infeliz tapado por una chapa de lata o zinc que lo abrasa al sol o lo congela en la noche. Recibe una sola comida por día, una polenta caliente que debe recoger con las manos, y ahí permanece inmóvil por tres días. Sólo sale para ser interrogado, para obtener información sobre el curso. Hasta en su sepultura ha debido escuchar por los altoparlantes música popular centroamericana y proclamas marxistas y subversivas que un altoparlante pasa sin cesar", escribió Ruiz Moreno.

Pero la tortura como parte del entrenamiento militar no se limitó sólo a ciertas bases militares, sino que se intentó aplicar sobre la marcha a soldados durante la guerra de las Malvinas.

Edgardo Esteban era un joven de 20 años que estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio en el Grupo de Artillería Aerotransportada de Córdoba, cuando fue llevado a combatir en las Malvinas, en 1982.

Cientos de soldados, sin previo entrenamiento de guerra, fueron llevados ahí, bajo la dirección de oficiales, suboficiales y "comandos" que habían participado principalmente en la represión ilegal de la dictadura que gobernaba entonces el país.

Esteban cuenta su historia en el libro Malvinas: diario del regreso, con el subtítulo Iluminados por el fuego, que dio el nombre a la película dirigida por Tristán Bauer, basada en ese testimonio. "Sobre una causa justa, la reivindicación de la soberanía en Malvinas, que es un sentimiento nacional, nos llevaron a lo que yo puedo calificar de infierno. Porque en eso se convirtió aquella guerra, no por enfrentar al enemigo, sino por todo lo que sucedió (...) Se sabía que no había armamento necesario, nos llevaron sin ropa para el frío, la comida escaseaba y a veces nos mantenían con hambre durante días. Pero lo más doloroso fueron los castigos, las innecesarias crueldades a que fuimos sometidos".

Esteban lamenta que "muchos no quieren hablar de esto, porque consideran que no suena heroico, pero lo heroico fue nuestra resistencia en esas condiciones".

En entrevista con La Jornada, Esteban recuerda que a los soldados que manifestaban temor de tirarse en paracaídas "eran obligados a subir a un árbol y a maullar como gatos durante horas y días. En nuestros propios entrenamientos nos obligaban a arrojarnos sobre cardos".

Ya en Las Malvinas fue testigo de castigos a soldados que, a veces acosados por el hambre, robaban comida. "Eran atados de pies y manos, y compañeros fueron estaqueados bajo aquel intenso frío. Nos hacían bailar (ejercicios violentos) de madrugada, arrastrarnos por barriales, y permanecíamos mojados durante días. Nos obligaban a orinar en el barro y luego a ponernos eso en la cara. Lo de las torturas en entrenamientos se sabía, no podíamos entender cómo un militar no tenía prurito en aplicar la picana a un compañero.

"En esos momentos los comandos eran como una elite, seres superiores, porque habían aguantado todo. Sin embargo, nunca los vimos pelear frontalmente, salvo excepciones. El que soportaba todo lo más aberrante era el más hombre, se suponía que era el mejor preparado como soldado. La realidad no mostró eso y vimos gestos de enorme cobardía en la rendición", dijo.

Añadió: "Recuerdo a compañeros enterrados con sólo la cabeza afuera como castigo y uno de ellos, porque tenía tatuada una virgen de Luján, le dejaron el brazo afuera". También describe la falta de atención a los heridos.

Esteban, quien ha trabajado en varios medios de prensa y actualmente es presidente de la Asociación de Corresponsales Extranjeros, señala que a todos los métodos que se les aplicaron para "resistir ante el enemigo" sólo se agregó "la tragedia de la derrota", ante los británicos en las Malvinas.

"Los soldados -dice- nos preguntábamos: si así tratan a un camarada en una situación en la que la solidaridad era tan importante para el combatiente, Ƒque hacían con los que consideraban sus enemigos?"

Los sucesos de los pasados días lo hicieron regresar al pasado de la misma forma en que el tema de la tortura regresa también al país, no sólo como historia vieja, sino como hechos que se registran a diario en locales policiacos o en denuncias de maltratos en cuarteles militares.

Los soldados son ahora voluntarios, pero esto no los exenta de ser posibles víctimas de maltratos.

El Centro de Militares por la Democracia, organismo que denuncia abusos contra los derechos humanos perpetrados por y contra militares, considera que "el futuro no se ve mejor si se recuerda que en 2001 Amnistía Internacional denunció que 80 compañías estadunidenses ganaron más de 97 millones de dólares entre 1997 y 2000 vendiendo a nuestros países instrumentos como bastones eléctricos, esposas con clavos y picanas que descargan 50 mil voltios en ocho segundos".

El centro agregó que cada año el gobierno estadunidense entrena sobre métodos de "mantenimiento del orden" a un mínimo de 100 mil soldados y policías extranjeros procedentes de 150 países.

A última hora de este sábado fue detenido el teniente coronel retirado Emilio Nani, por orden del ejército de Argentina, por hacer declaraciones "agraviantes" contra el presidente Néstor Kirchner.

Nani había cuestionado en declaraciones a la prensa las "exageraciones", a su juicio, cometidas por las autoridades al denunciar el empleo de torturas en el entrenamiento de comandos en previos gobiernos democráticos.

El militar detenido opinó en ese momento que el gobierno "debió frenar los cuestionamientos a la instrucción militar".

Nani, dirigente de la agrupación derechista Movimiento de Recuperación de la República Argentina, ya había recibido 15 días de detención durante el gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001) por devolver una condecoración.

La distinción se le había conferido por su participación en 1989 en la represión del ataque guerrillero a una unidad militar en La Tablada (periferia oeste), y Nani la devolvió en repudio al indulto que recibieron guerrilleros sobrevivientes más de 10 años después.

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