La Jornada Semanal,   domingo 18 de enero  del 2004        núm. 463
El universo de Pedro Miret
Tomás Pérez Turrent

Pedro Miret (1932-1988) fue un hombre muy conocido en diversos medios, en los literarios, en los de la escritura en general, en los de la docencia, en los del cine, en los campos de la escritura, en la arquitectura y en muchos más. En todos llamó la atención, en algunos fue más o menos ignorado y en muchos otros estimado y querido. Ahora bien, creo que en el ambiente de la escritura, ya fuera en el cine de corto, medio y largometraje fue aún más estimado puesto que fue más conocido, aunque también llamó la atención en la escritura literaria: llamaba la atención en la literatura fantástica, con esa suerte de humor en frío, campo en el cual no tenía paralelo, por lo menos en su generación.

Son numerosos los escritores que escribían tomando como tema el universo del sueño, el sueño despierto y el subsueño: desde el umbral de su historia, la misteriosa cualidad de los sueños ha preocupado al hombre. Bertrand Russell se refiere esta inquietud al escribir: "No creo que ahora esté durmiendo, pero no puedo probar lo contrario." Pedro Miret, por ejemplo, retomaba esta inquietud (ignoro qué pensaba Miret en cuanto a las creencias de este sabio y escritor). Miret era siempre un enigma cuando se trataba de estas cuestiones, pero quedaba muy claro que se identificaba con esa novela ambientada en el legendario Tahití.

Queda, sin embargo, una especie de misterio que lo llevaba a esta especie de enigma que para él era el sueño y que sería el faro de sus preocupaciones en este campo. Unos años después los encontraríamos, aunque nunca sería tan evidente, ni siquiera cuando decidiera dedicarse a la ficción en su forma literaria o cinematográfica. En la primera fue aquella de los relatos tantas veces contados, dichos en una forma o literariamente compuestos en otras formas. En los primeros pueden ser las películas profesionales escritas por Pedro F. Miret y la realizadora casi debutante, Marcela Fernández Violante (había dirigido antes la película Cananea,la historia de la primera huelga de los trabajadores de una mina en los años duros del siglo xix y por coincidencia el primer debut de una joven en la dirección profesional de películas en muchos años). 

Pues bien, Pedro F. Miret debutó aquí como coautor del guión junto con la nueva directora. Había influencias de los hermanos Flores Magón, anarquistas de izquierda que habían comenzado la lucha cultural contra el dictador Porfirio Díaz. Los hermanos Flores Magón se habían refugiado primero en San Antonio, Texas, y luego en St. Louis, Missouri. Fue como un estallido que despertó otros: Río Blanco, Orizaba, a muchos kilómetros de los anteriores ya no de Estados Unidos, sino de México mismo. Del lado norteamericano estaban los líderes anarquistas yanquis Emma Goldman y Peter Kropotkin. Era el germen de la Revolución mexicana (1910-1917). Marcela Fernández Violante escribió de manera muy realista. Miret aprendió, no el realismo que no le interesaba, sino la manera de ordenar un guión fílmico. Curiosamente el guión aparece como de la autoría de Marcela Fernández Violante, Kafka y Pedro Miret. La película se filmó en 1977.

En 1983-84 se filmó otra película producida por Conacite 2 y con guión de Pedro F. Miret, que se titulaba Historias violentas. Eran cinco historias cortas dirigidas por cinco jóvenes directores, algunos de los cuales dirigían su primera película. Se trataba de Carlos García Agraz, Daniel González Dueñas, Diego López, Gerardo Pardo, Víctor Saca. Los cinco cuentos fueron de Miret. El guión fue totalmente escrito por el mencionado Miret, la cinefotografía (por cierto excelente) se debió a Miguel Garzón y la edición estuvo al cuidado de Ángel Camacho y Rodolfo Montenegro. Pedro F. Miret decía que este era su primer paso como guionista único y que estaba seguro de que no sería el último.

Era una serie de historias. La primera, Servicio a la carta, de Víctor Saca, cuenta la historia de un amable y tímido joven constantemente molestado en la entrada a su apartamento por un desagradable vecino. Su venganza no es violenta pero sí muy ingeniosa. El segundo, Fuego nuevo, de Carlos García-Agraz, es un burlón y sardónico trato de los nuevos modos del colonialismo. El tercero, de Daniel González Dueñas, Reflexiones,es la historia de un hombre que parece escapado del segundo cuento con fuego y todo lo demás. El cuarto se llama La última función y quien se encarga de él es Diego López. Con esto los cinéfilos deslumbrados caen en una tan inesperada como horrible trampa en la que los pocos que quedan se hunden. La quinta y última historia, que realiza Gerardo Pardo, degenera en un tono de brutal violencia a partir de la muy simple premisa de una alarma de auto que obliga a toda la sala, o más bien los que quedan, a salir despavoridos. 

La película divirtió mucho a Luis Buñuel, que era muy amigo de Pedro Miret, en una función privada durante el montaje final de la película. La vio con Miret, solo como era su costumbre y él mismo decía que se había divertido mucho. Es muy posible: algo de su humor se asemejaba al de Miret, cuyo origen no era aragonés sino catalán, como el odiado enemigo de Buñuel, Salvador Dalí. Unos cuantos meses después de este suceso, Buñuel moría en México.

Otra de las películas de Pedro Miret fue Nuevo mundo, que fue realizada por el cineasta Gabriel Retes, filmada en 1981 y exhibida en una sola sala y sin ninguna publicidad. Juan Diego, personaje o más bien leyenda, de los primeros años de la ocupación española, de quien se decía se le apareció la virgen para pedirle la construcción de un santuario. La jerarquía católica dudó un tiempo, la hizo candidata a la santificación (la Virgen de Guadalupe). Esto se toleró, pasó al santoral y es adorada en México, en toda América Latina y en muchas partes del mundo.

La censura congeló la película y permitió su exhibición sólo tres años después de haberse terminado y lo peor es que pidió varios cortes en partes que eran "subversivas", por lo tanto fundamentales.

Pedro F. Miret pidió (exigió) que su nombre fuera borrado de los créditos porque no estaba de acuerdo ni con los cortes de la censura (que se habían hecho por orden de las autoridades) ni con los cortes que había hecho el cineasta Gabriel Retes, sin respetar la ley del derecho de autor. Hay que lamentar que Nuevo mundo haya sido tratada así y que la propia hermana del entonces presidente de la República Mexicana, la señora doña Margarita López Portillo, ordenara llena de indignación los cortes a la película por "blasfema y sucia".

Esto es por desgracia común en México. Ayer fue la hermana del presidente López Portillo... hoy es la primera dama doña Marta Sahagún, mañana cualquier otra.

Pedro F. Miret fue siempre aficionado al cine y colaboró con los más jóvenes. En 1978, Jordi García Bergua, hijo del conocido crítico Emilio García Riera, estaba por terminar sus estudios en el Centro de Capacitación Cinematográfica, pero murió ese año. Miret participó como actor y también Arturo Ripstein. La película (treinta y cinco minutos), su obra de tesis, era una adaptación (del mismo Jordi García) de una novela de Raymond Chandler.