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México D.F. Viernes 23 de enero de 2004

Israel cubre su demanda de los territorios ocupados

El agua, duro desafío para lograr la paz entre israelíes y palestinos

CHRIS McGREAL THE GUARDIAN

Pregúntenle a Ariel Sharon sobre la Guerra de los Seis días y les dirá que los combates de esa memorable semana de 1967 comenzaron más de dos años antes, cuando Israel respondió no a los tanques de Siria, sino a sus excavadoras.

Damasco construía un amplio canal para desviar las aguas de los dos principales ramales del río Jordán y alejarlas de Israel en un intento por dejar sin líquido a una tierra ya de por sí sedienta. Para Israel, la amenaza a su precaria reserva de agua fue un desafío tan grande para la existencia del naciente Estado judío como lo hubiera sido cualquier ejército árabe. Duelos de artillería y la fuerza aérea israelí detuvieron dichos trabajos.

"La gente por lo general considera que el 5 de junio de 1967 es la fecha en que comenzó la Guerra de los Seis Días", escribió Sharon en su autobiografía. "Esta es la fecha oficial, pero en realidad comenzó dos años y medio antes, el día que Israel decidió actuar contra el desvío del río Jordán. Si bien la disputa fronteriza entre nosotros y Siria fue de gran trascendencia, el asunto del agua era un tema de vida o muerte".

La amenaza de los ejércitos árabes quedó sepultada bajo las victorias israelíes y su imponente superioridad tecnológica en cuestión de armamento. Hasta hoy Israel conserva dicha ventaja, así como un arsenal secreto de bombas atómicas. Pero la continua competencia por las escasas reservas de agua sigue acosando a Medio Oriente. Anwar Sadat firmó el acuerdo de paz entre Egipto e Israel en 1979 con la advertencia: "Lo único que puede llevar a Egipto a una guerra es el agua".

El rey Hussein de Jordania dijo lo mismo 11 años más tarde, cuando su país firmó su propio tratado de paz con Israel. El ex secretario general de la ONU y ex canciller egipcio, Boutros Boutros-Ghali, habló de la posibilidad de una guerra así.

Este mes, Turquía aprobó un plan para enviar a Israel millones de toneladas de agua en contenedores, en un acuerdo vinculado al traslado de armamento de alta tecnología a Ankara. Hace unos años, el proyecto era que ambas naciones cooperaran para bombear agua por medio de un tanque submarino, pero éste tendría un costo prohibitivo. La construcción y operación de los contenedores costarán cientos de millones de dólares, y aún así cubrirían sólo 3 por ciento de la creciente demanda de agua de Israel. Esto ha llevado al ministro israelí de finanzas, Benjamin Netanyahu, a decir que el proyecto es inoperable.

Independientemente de que el acuerdo prospere o no, Israel seguirá estando en el corazón de la creciente competencia por los limitados recursos acuíferos, y de las disputas sobre propiedad de la tierra que marcan el conflicto con los palestinos que además afecta las negociaciones con Siria, e implica los más duros desafíos para la paz en Medio Oriente.

Las principales fuentes de agua de la región son los ríos Jordán, Tigris, Eufrates y Nilo, que suministran a varios países. Turquía, Líbano y Egipto no tienen carencia de agua aunque esto algunas veces es a costa de sus vecinos. Siria aún resiente que Turquía haya construido una presa en el Eufrates que perturbó el flujo del río al otro lado de la frontera.

Jordania, Israel y los territorios palestinos no son tan afortunados. Israel tiene el consumo de agua per capita más alto de la región y utiliza mucho más de lo que tiene. Desde 1967 ha podido cubrir mucha de su demanda extrayendo el líquido de los territorios ocupados, al tiempo que restringe el acceso palestino al agua; y aferrándose, además, a la meseta siria de Golán tanto por sus cruciales mantos freáticos como por sus ventajas estratégicas; pues de ahí alcanza a verse hasta Damasco.

"Si el mundo funcionara con base en la racionalidad, el agua jamás debería ser causa de un conflicto bélico, pues por el precio de una guerra moderna podría desalinizarse el mar entero", señala Martin Sherman, ex asesor de inteligencia del gobierno israelí y autor de un estudio sobre el agua y la seguridad.

"Pero la racionalidad rara vez se ha aplicado a la causa de la guerra, y el agua, ciertamente, puede ser la excusa para un futuro conflicto en Medio Oriente porque Israel tiene que decidir si debe confiar en el altruismo árabe para salvaguardar las más importantes fuentes de agua, como parte de un futuro acuerdo de paz".

Israel depende de tres reservas fundamentales: El mar de Galilea y dos acuíferos subterráneos, el "manto de la montaña", en Cisjordania ocupada, y el "manto costero", en Israel. Uno o dos años de sequía han tenido un profundo efecto en estos mantos freáticos, lo mismo que el hecho de que Israel bombea mucha más agua de la que se restituye naturalmente. El mar de Galilea, que se bombea desde el desierto de Negev, cayó a su menor nivel en la historia el verano pasado, al grado de que las bombas quedaron casi descubiertas por el agua.

Las lluvias invernales han restituido en algo el nivel del agua, pero éste continúa peligrosamente cercano a la "línea roja", que según las autoridades israelíes de recursos acuíferos, no debe rebasarse, pues ello implicaría el riesgo de que el mar de Galilea se erosione.

Sin embargo, no muchos toman con seriedad la "línea roja", dado que las autoridades la han hecho descender varias veces durante los últimos años, a manera de que siempre esté por debajo de los niveles de precipitación. Actualmente está dos metros y medio por debajo de su designación original.

El manto costero ha bajado tanto en algunos momentos, que existe el riesgo de que el agua salada del Mediterráneo lo contamine de manera irreversible. Cuando el nivel del agua dulce subterránea desciende, permite que el agua de mar se filtre a través del suelo de la costa, lo que la vuelve no potable ni apta para el riego.

Extracción y consumo: brecha insalvable

El presidente de la compañía nacional de agua israelí, Uri Sagie, recientemente advirtió ante una conferencia celebrada por granjeros que está creciendo una brecha insalvable entre la extracción y el consumo. "Las fuentes de agua se explotan sin que los déficit sean restaurados y no tenemos más opción que recurrir a fuentes de agua adicionales para cerrar esa brecha".

No es el mensaje que los granjeros quieren escuchar, pero sí hay a quién culpar del predicamento. El Estado de Israel tiene un apego acendrado a los habitantes de los kibbutz que colonizaron el desierto. Fueron ellos quienes sentaron las bases del Israel moderno y dieron forma al mito de un pequeño y valiente pueblo que lucha contra la adversidad.

Pero hoy día la agricultura consume dos terceras partes del agua de Israel y conforma sólo 2.5 por ciento del producto interno bruo. El riego, que parte de un creciente número de albercas, es la causa de la brecha entre producción y consumo.

Son los palestinos los que están pagando el precio. Según los acuerdos de Oslo, Israel conservaría el control general del agua de Cisjordania. Los palestinos ahora se arrepienten de haber aceptado esta condición. "Es un defecto de los acuerdos de Oslo", dice Amjad Aleiwi, hidrólogo de la Autoridad Palestina del Agua. "El hecho es que nosotros no tenemos derecho ni siquiera de cavar un pozo sin autorización de Israel, pero ellos pueden bombear toda el agua que deseen y enviarla a los asentamientos".

Más de 80 por ciento del agua de Cisjordania es para Israel. A los palestinos les corresponde sólo 18 por ciento del agua que se extrae de su propia tierra debido a que hay racionamiento. El uso del agua en poblados y granjas palestinos se monitorea a través medidores y a los pobladores se les penaliza cuando utilizan más de lo que les corresponde. Los asentamientos judíos no tienen racionamiento y se les permite usar equipo de bombeo mucho más avanzado, lo que significa que los colonos usan 10 veces más agua per cápita que los palestinos.

"Esto ha causado enormes problemas", señala Aleiwi. "Los palestinos tienen menos de 60 unidades de agua al día cuando el mínimo internacional es de 150. Sólo el uso doméstico israelí es de entre 300 y 800 unidades. Es peor en Gaza, donde el agua que hay no es potable y por eso hay muchos problemas salud, como padecimientos de riñones y rodillas. ƑCómo es posible que los colonos judíos tienen cantidades ilimitadas de agua pura, y al otro lado de una cerca los niños beben agua contaminada?"

Los palestinos acusan a Israel no sólo de robar su agua, sino de contaminarla. Algunos asentamientos judíos arrojan sus aguas negras directamente en arroyos de poblados palestinos. Otras cañerías arrojan los desechos directamente en la tierra, lo que inevitablemenbe llega a los mantos freáticos. Hay poblados palestinos que hacen lo mismo con sus aguas negras. Aleiwi culpa a los israelíes de ambos problemas.

"Tomaron nuestra tierra en 1967 y la controlaron por completo hasta 1995. Durante ese periodo levantaron muchos asentamientos, pero sólo construyeron una planta de tratamiento de agua que sirve tanto a israelíes como a palestinos", dice. "La mayor parte de las aguas negras va a parar a la tierra. La contaminación también afecta su agricultura. Hay niveles muy altos de nitritos y cloridios en los acuíferos, que son muy peligrosos para la salud".

Israel también restituye los mantos freáticos con aguas tratadas que, según algunos críticos, contienen mucha sal y contaminan toda la reserva de agua.

Sherman no niega que existen problemas. "Es cierto que la administración israelí de las fuentes de agua en las últimas tres décadas ha sido todo menos perfecta. Ha habido muchos errores. En asentamientos del otro lado de la línea verde, el tratamiento de aguas residuales deja mucho qué desear, y creo que hay mucho de cierto en las críticas árabes. Pero en cuanto a la población palestina, creo que hay muchas circunstancias atenuantes. Israel no podía construir plantas de tratamiento sin ser acusado de tratar de establecer soberanía.

"La situación es más crítica en Gaza, donde la Autoridad Nacional Palestina controla las reservas de agua. La excavación de cientos, quizá miles, de pozos ilegales en los patios de las viviendas ha reducido enormemente los mantos acuíferos y ha permitido que el mar los contamine. Los israelíes dicen que esto es resultado de la mala administración palestina, y clara evidencia de que no podemos confiarles tan crucial reserva. Los palestinos lo ven de forma diferente.

"Israel cavó cientos de pozos en los alrededores de Gaza, con lo que impiden que el agua dulce llegue al territorio", sostiene Aleiwi. "Estoy seguro de que el problema se agravó por cavar muchos más pozos desde que los israelíes salieron de aquí. Es ilegal, pero la gente pensó que si los israelíes se iban de aquí el agua ya era de ellos. Esto provocó una contaminación muy severa. Pero la razón principal del problema es que los israelíes impiden la llegada del agua por haber intervenido en el acuífero".

El muro empeora el problema

También empeora la situación palestina la barrera de acero y concreto que invade porciones de Cisjordania. Los isaelíes lo llaman "cerca de seguridad" y los palestinos "muro del apartheid".

"El muro nos costará 30 por ciento de los pozos en el área occidental", afirma Aleiwi. "No sólo es una apropiación de tierras, también quieren el agua. Si usted estudia el trazado de la cerca, está planeada para garantizar que muchos de los pozos queden del lado israelí".

Boutros-Ghali afirmó recientemente a IslamOnline que está convencido de que el líquido es ahora el principal obstáculo para un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos. "El agua está en el centro de los problemas de los israelíes y por eso les interesa ocupar territorios, no por las tierras, sino por las fuentes de agua que hay en ellos", dijo.

También está la meseta del Golán, que los sirios están decididos a recuperar, en parte porque eso solucionaría algunos de sus propios problemas de suministro de agua. Quienes se oponen a un acuerdo con Siria prevén que si Israel cede y devuelve la meseta, estaría renunciando a la tercera parte de su agua potable. La situación sería aún más crítica si llegaran a contaminarse los flujos que provienen de la meseta y que desembocan en el mar de Galilea, ya sea de manera deliberada o no.

También dicen que si Siria lleva a cabo sus planes de construir hogares para cientos de miles de personas en la zona de la meseta, todo ese acuífero resultará contaminado.

Otros ven en los posibles acuerdos entre Israel y Jordania un modelo para pactos con sirios y palestinos. El acuerdo contiene una detallada descripción de cómo se aprovecharán, mantendrán y compartirán los recursos acuíferos, y se incluye el compromiso de Israel de suministrar a Jordania 25 millones de metros cúbicos de agua al año.

Sin embargo, ya ha habido tensiones, particularmente cuando Israel no ha podido cumplir este compromiso debido a la falta de lluvias. Pero los hidrólogos israelíes, jordanos y palestinos dicen que han trabajado muy bien juntos en sus planes de limpieza del río Jordán, en proyectos de desalinización y en el monitoreo de la contaminación.

Pero Sherman no es el único que argumenta que el agua es razón suficiente para que Israel insista en conservar el control sobre Cisjordania y la meseta del Golán. "En realidad es un enorme acto de fe en los árabes el creer que tendrán el altruismo de mostrar respeto por los intereses hidrológicos de Israel, siendo que todos sus actos contravienen abiertamente dichos intereses. Aunque se lograra reducir la hostilidad que se ha incrustado durante tanto tiempo en ambas partes, en realidad no sé cómo podría funcionar eso".

Sherman continúa: "Los palestinos piden el regreso a los territorios de un gran número de refugiados, lo que incrementaría enormemente el consumo de agua. Los sirios tendrían que elevar los estándares ecológicos del Golán a niveles que no existen ni siquiera en Damasco, y todo esto para proteger las reservas de agua de la entidad sionista. Esto es algo por lo que vale la pena pelear".

©Guardian newpapers limited 2004

Traducción: Gabriela Fonseca

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