Jornada Semanal,  domingo 25 de enero de 2004           núm. 464

JAVIER SICILIA

LA CORPORALIDAD
Y EL ÉXTASIS

Una de las críticas que el Occidente moderno siempre le ha hecho a los místicos es su negación de lo corpóreo o su excesiva afirmación de él. Supone, bajo el peso del racionalismo, que la mística es una evasión que niega al mundo y promueve el trance, el repudio de la materia, del cuerpo y de los sentidos o bien, una sublimación de procesos eróticos que son negados por el místico.

Nada, sin embargo, más lejos de esos prejuicios de la modernidad. Si algo sabe el místico, que tiene una profunda experiencia de la encarnación del Verbo y de su Resurrección, es que somos seres encarnados y que la experiencia de Dios pasa por todo el espectro de la corporalidad sin reducirse a un juego de procesos bioquímicos y neurofisiológicos sublimados. Para el místico la experiencia de Dios es inimaginable sin su resonancia corpórea. Santa Teresa, de la que Raymundo Panikkar dijo que se enamoró de Cristo después de haber estado enamorada de la humanidad de los hombres, lo dijo de muchas formas. Destaco dos. Una, en la que les recomienda a sus monjas: "Nunca apartarse de la corporalidad de Cristo"; la otra es la descripción que hace de su experiencia de La Transverberación:

Quiso el Señor, que viese […] un ángel […] Veíale en las manos un dardo […] y al final el hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me dejaba, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios.

No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo y aun harto. Es un requiebro tan suave, que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.

El éxtasis que Teresa tuvo en 1557 fue esculpido casi cien años después, hacia 1652, por otro ferviente católico, Gian Lorenzo Bernini, un éxtasis sobre el que volverá en la escultura de la beata Ludovica Alberoni. En aquella magnífica escultura, Bernini plasma en la perentoria materialidad del mármol el peso corporal de la experiencia de Santa Teresa.

Tanto para los contemporáneos de la monja de Ávila, como para los de Bernini, los aspectos eróticos y sensuales de ambas piezas estaban en perfecta concordancia con la experiencia divina. Fue, como lo señala José María Sbert, hasta el siglo xviii, en pleno inicio del racionalismo, que tanto el relato tereseano como la escultura de Bernini, comenzaron a suscitar reservas morales. La catolicidad trató de negar las connotaciones eróticas, mientras que los psicoanalistas, a exaltarlas viendo en ellos la descripción del orgasmo.

No es posible negar la condición orgásmica ni del relato ni de la escultura, pero tampoco podemos reducirlo, como lo precisa bien la narración que hace Santa Teresa de la Transververación, a eso. Porque la experiencia de Dios es del orden de lo inefable, ésta, en la medida en que pasa por el cuerpo, sólo puede encontrar su equivalente en la experiencia más profunda que tenemos en nuestra vida psicofísica. La experiencia de Dios a esos niveles de intimidad es analógicamente orgásmica. Tiene resonancias corpóreas que se le parecen. Lacan lo dijo en su último seminario al señalar que la experiencia mística no es, como lo pretendían los psiquiatras del siglo xix, un asunto de fornicación disfrazada. "Ese gozo que se experimenta y del que no se sabe nada, bien puede ser lo que nos pone en camino de la ex-sistencia [ser hacia afuera]. ¿Por qué no interpretar una cara del Otro, la cara de Dios como soportada por el gozo femenino? La manera en que Dios existe puede no gustar a todo el mundo, sobre todo a los teólogos. Pero como sucede con santa Teresa: sólo hay que ir a Roma a ver la estatua de Bernini para comprender inmediatamente que ‘ella goza’ [...] ¿pero de qué goza" sino de Dios mismo que desde la creación y la encarnación no ha dejado de manifestarse y de resonar en nuestra corporalidad?"

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez y levantar las acusaciones a los miembros del Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva.