.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
C U L T U R A
..

México D.F. Domingo 1 de febrero de 2004

Sofía Coppola, la directora que sorprendió con su segundo filme, Perdidos en Tokio

''Tras sumergirme en un universo sombrío, sentí la necesidad de escribir algo ligero''

MIA HANSEN LOVE

A cuatro años de su debut como directora, Sofía Coppola rebasó las expectativas del público y la crítica, al grado de convertirse en la tercera mujer en la historia del cine que aspira a un Oscar en la categoría de mejor dirección. Cuatro estampas en primera persona.

Cambio de horario. Luego de Vírgenes suicidas, luego de haberme sumergido por largo tiempo en un universo sombrío, sentí la necesidad de escribir algo ligero. La idea de Perdidos en Tokio (Lost in translation), vino después, a partir de mi experiencia de Japón, de la confusión y sensación de extrañeza que viví las múltiples veces que fui allá. Tokio es la imagen misma de la inquietud de los personajes, de su desasosiego. Estar ahí exagera esa sensación de quedar sin asideros, desconectado de su propia vida. Nosotros mismos, el equipo y los actores, estábamos bastante desfasados. Es más, todo el equipo padecía el cambio de horario. El ambiente de la película es producto en parte de este flotamiento colectivo. Sin embargo, fuera de algunas modificaciones menores, el resultado se parece a lo que yo había previsto, sin duda porque al escribir tenía ya una imagen un tanto adormecida del Japón, pero ideas muy precisas de lo que deseaba. Tokio es solamente el lugar de mis impresiones, el decorado de la historia. Pero se trata de un escenario importante y activo, ya que la película habla de esta interacción física que puede darse entre las personas y una ciudad extranjera.

Música. Al escribir, escuchaba una música que correspondía a la atmósfera de la película. Brian Reitzell, quien se ocupa conmigo de la música, había preparado compilaciones que yo escuchaba mientras tomaba notas. Imágenes muy claras del ambiente general y de las escenas que se formaban en mi mente. Al escribir Vírgenes suicidas, el hecho de escuchar Air me había ayudado a enlazar ciertos temas entre sí. No sabía de antemano que Air se ocuparía de la música. Para Perdidos en Tokio, me apoyé en la música desde el principio. Sobre todo porque este filme, contrariamente a Vírgenes suicidas, donde el punto de partida es una historia real, reposa ante todo en una atmósfera, en sensaciones difusas. Ya luego vino la trama.

Bill Murray. A él no lo conocía, pero la situación comenzó a parecerse muy rápido a la historia que filmábamos. Durante un rodaje llega a suceder que uno mismo se sorprende viviendo lo que viven los personajes. Había una simpatía, una complicidad. Me reconozco en su manera de mirar el mundo. Su personaje nació de la manera en que yo lo imaginaba a él, a Bill Murray, antes de conocerlo. Lo veo un poco como Humphrey Bogart en ciertas películas, despreocupado, incrédulo. Está cansado del mundo, y al mismo tiempo es un personaje muy dulce, amable. Hay en Bill Murray algo infantil que corresponde perfectamente a lo que yo imaginaba. Durante la filmación siempre se preguntaba cómo hacer las situaciones más divertidas. Los dos personajes comparten un deseo de jugar, cierta poesía en su relación con el mundo.

Bill Murray y Scarlett Johansson. Scarlett y Bill se conocieron en la víspera del primer día de rodaje. Tratamos de filmar las escenas según un orden para que Scarlett y Bill se conocieran como lo hacen sus personajes, suavemente. No hay en su relación nada sexual, su contacto es meramente amistoso, casi de padre e hija. Existe este tipo de relación, con alguien de más edad. Yo misma lo he vivido. Hay en ello algo romántico que me atrae mucho. Deseaba representar una relación no conflictiva, desprovista de drama, entre un hombre y una mujer, en la que el hombre cuida de la mujer. Pasar al acto no me interesa. Me parece más interesante ver cómo se enamoran dos personas que ver cómo se quitan la ropa. El hotel es un lugar que favorece este tipo de situación, es en sí todo un mundo. Tenía ganas de que dos personas solas se conocieran ahí, de ver en qué momento y dónde se cruzarían. Algo más, me sentía atraída por cierta inocencia romántica que se siente en las películas de los años 50 y 60, un romanticismo que reposa en lo inacabado. En aquel entonces era necesaria una razón externa, la guerra por ejemplo, que imposibilitara la relación en el tiempo. De hecho algunas relaciones en la vida se parecen a eso, se instalan en la incertidumbre. Que una relación no tenga futuro es algo que alimenta su encanto. Sabemos que las cosas no podrían funcionar entre Bob y Charlotte. Su relación sólo dura lo que dura la película. Pero cuando ambos se reintegran a sus vidas, al menos han hecho contacto ya consigo mismos. En esta película me sentí identificada tanto con el personaje de Bill Murray como con el de Scarlett. Más joven, yo era un poco como ella, no sabía lo qué quería, quién era. Y me siento también muy cercana al personaje de Bill Murray. Si yo fuera un hombre, creo que sería Bill Murray.

Tomado de la revista Cahiers du cinéma, enero de 2004.

Traducción de Carlos Bonfil

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email