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México D.F. Lunes 2 de febrero de 2004

León Bendesky

Previsiones

Las previsiones oficiales del desempeño de la economía en 2004 son bastante apocadas, como corresponde a las condiciones de debilidad que muestra el sector productivo y el bajo nivel de inversión registrado en los últimos tres años. Así se desprende del reciente documento que contiene el informe sobre la inflación del cuarto trimestre de 2003 y el programa monetario para este año que presentó el Banco de México la semana pasada.

En dicho documento del banco central se advierte de modo muy claro que la estabilidad financiera que se ha conseguido, tal como se expresa en el bajo registro de la inflación y de la tasa de interés de los certificados de la tesorería (Cetes), no es suficiente para provocar la recuperación del nivel de la actividad productiva ni de la creación de los puestos de trabajo que se requieren. Así, mientras Banxico ratifica las bondades de la gestión monetaria que ha seguido, y ofrece continuar el año próximo, se hacen cada vez más evidentes las restricciones para alcanzar una tasa de crecimiento del producto más elevada y capaz de sostenerse en un periodo largo.

En 2003 la inflación fue 3.98 por ciento y, según el informe aludido, el crecimiento del producto sería de 1.2 por ciento, lo que hace de la primera mitad de este gobierno una etapa de muy lenta expansión (sólo 0.6 por ciento en promedio anual). Entre octubre de 2000 y diciembre del año pasado se perdieron 770 mil puestos de trabajo en el sector manufacturero, que es el que genera la mayor parte del dinamismo de la producción, lo que significa que ha crecido el empleo informal y que no se absorbe a los nuevos entrantes al mercado de trabajo que se siguen calculando en el orden de 1.2 millones de personas por año.

Para 2004 Banxico estima un crecimiento del producto entre 3 y 3.5 por ciento, pero hace notar de modo correcto que estará asociado con condiciones que no sustentan la expansión duradera, sino con aquellas que se enmarcan en las fuerzas del ciclo económico, especialmente luego de la recesión registrada. De tal manera que el jalón que puede venir de la recuperación en Estados Unidos y del aumento observado en el consumo interno no serán bastantes para cambiar las tendencias actuales de la debilidad de largo plazo del crecimiento.

En ese contexto resaltan las condiciones de tipo estructural que se han ido creando en esta economía, cuando menos en los últimos 20 años y de modo más notorio desde que opera el tratado comercial de América del Norte. Las previsiones del banco central indican que la meta de inflación es de 3 por ciento anual con un margen de variación de un punto hacia arriba y abajo (es decir, entre 2 y 4 por ciento). Una vez más, la estabilidad será como una abrazadera de la dinámica de la economía, pero en un entorno general que no soporta el crecimiento.

Puede notarse que aun cuando se alcance una tasa de aumento del producto de 3.5 por ciento se prevé que sólo se podrán crear alrededor de 300 mil empleos (formales y registrados en el IMSS), es decir, que cada punto porcentual de aumento del PIB sólo genera 100 mil puestos de trabajo con prestaciones sociales, cifra sumamente reducida. Esto debería fijar la atención en la estructura y el funcionamiento del mercado laboral en México, tomando en cuenta la fuerte presión demográfica que aún existe. Este asunto se vincula, por cierto, con el hecho de que ahora las remesas que envían los trabajadores mexicanos desde Estados Unidos son un elemento esencial en la capacidad de mantener la estabilidad financiera de la economía.

De la misma manera se puede ver que el crecimiento esperado generaría un déficit externo (en la cuenta corriente que mide el saldo de comercio más el de la deuda que tiene que pagarse) del orden de 2.2 por ciento del producto, y que si bien no debería acarrear problemas para financiarlo, sí indica que la economía es altamente dependiente de las importaciones no sólo para la producción interna, sino para exportar. Las reformas en el campo del comercio y de las inversiones del exterior no han forjado una condición productiva capaz de elevar el valor agregado nacional y articular el crecimiento con las oportunidades de acceso al mayor mercado del mundo. Eso se aprecia en el desplazamiento de las importaciones mexicanas de Estados Unidos por los productos de China.

Banxico pone de relieve que el consumo privado ha crecido en meses recientes y que esto podría ser la base de una recuperación de la demanda, pero ello se sustenta en la expansión de crédito que ofrecen tiendas y bancos mediante las tarjetas, lo que aumenta el endeudamiento de las familias. Pero el factor más relevante, que es el gasto en inversión, sigue siendo muy reducido como proporción del producto desde hace varios lustros y se ha caído aún más en los tres últimos años. Este es otro indicador de la falta de congruencia del modo de funcionamiento de la economía que se expresa crónicamente en bajo crecimiento, mayor desempleo y subempleo, así como en una cada vez peor distribución del ingreso entre la población. El dilema entre estabilidad y crecimiento sigue vigente como elemento definitorio de la política económica que se aplica.

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