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México D.F. Miércoles 4 de febrero de 2004

Néstor Bravo Pérez

Helmut Newton

Todos nosotros somos perpetuamente deseadores, vivimos en una tendencia continua hacia los placeres del cuerpo, ansiamos la felicidad, cuando menos la tranquilidad, digamos que en el deseo y la posible satisfacción de éste, procuramos encontrar bienestar. El erotismo, dice Edgar Morin, es hijo de la mente y el sexo; es una perturbación que se apodera del cuerpo, es un proceso cognitivo que fundamenta un eje importante de la noción que tenemos de nosotros mismos.

El sexo y sus representaciones, de todo tipo, incluidas por supuesto las artísticas, nunca han obedecido reglas, y han permitido en su ejercicio, en su práctica, construir espacios transgresores, generando así una curiosidad que lleva a la exploración y experimentación. El erotismo inserto en la multiplicidad y polifonía que es el ser humano ha sido un detonante para recuperar el mundo sensible, la experiencia de las sensaciones, la potencia creadora.

Obsesionado por el erotismo en la imagen, Helmut Newton, a lo largo de su historia, desmitificó el trabajo fotográfico en la moda, cargándola de propuestas llenas de exploración conceptual y tratándola con elementos cercanos a la dureza que caracteriza a las fotos fijas de películas porno; la iluminación, los encuadres, las escenas en exteriores que propuso ennewton_OK sus trabajos se fueron distanciando poco a poco del glamur que ha distinguido la promoción de la industria del vestido y sus despliegues editoriales.

En el trabajo de Newton hay un apetito libidinal que tiene consecuencias platónicas, nos acercamos a imágenes para idolatrarlas. Negación de Afrodita, en la medida que lo amoroso constituye una experiencia individual, en ese sentido estamos más cerca de Onán, observando imágenes para una satisfacción egoísta.

Hay algo oculto, un anhelo de belleza proveniente de Eros, búsqueda de lo inefable, construcción de signos que comprende la finitud del acto inventivo de la mirada.

Nos acercamos a observar lo íntimo con cierto temor y con un deseo siniestro, y pienso siniestro desde la perspectiva de Eugenio Trías, es decir, por siniestro entiendo que estamos en la búsqueda de lo novedoso, de un mundo posible que se genera en una observación primera, en la sensación pura. Y sin embargo, la sorpresa se diluye para convertirse en propuesta estética, en género artístico.

Las imágenes del cuerpo desnudo nos conducen a preguntarnos cuál es la lógica que lleva a observar de manera aparentemente clandestina las actividades que realizan otras personas.

En las imágenes de Helmut Newton, sobre todo en la serie Big Nude, uno se pregunta cuál es la relación que existe en las estrategias actuales de la imagen fotográfica y del arte entre lo público y lo privado. Qué nos lleva a interesarnos a observar de manera subrepticia el acto sexual o su simulación.

Las imágenes nos invitan a ver de cerca, en gran medida promoviendo la suposición de que estamos viendo ''lo real", la realidad, que nunca se nos había mostrado. Lo fascinante, diría Baudrillard, se ubica precisamente en la hiperrealidad de las cosas y que le da un carácter pornográfico a los actos cotidianos, en esa cercanía casi monstruosa que nos seduce y lleva a conciliar el acto fotográfico con el hecho real, con la vida misma.

En las fotografías de Newton existe un dejo cínico, con honestidad excesiva nos lleva a la construcción de imágenes, a la puesta en escena que hace del mundo que frecuenta. Mucho de su trabajo fue realizado en la calle, en una teatralidad obscena que se encuentra en el límite de la violencia, como algunas imágenes de Cindy Sherman, unas manos femeninas enjoyadas destazando un pollo frito en una toma iluminada con una luz fría que acentúa el color de la piel y lo emparenta con el color del animal.

Sin embargo, las imágenes de Helmut Newton no dejan de tener ciertos rasgos de belleza que provienen de lo erótico, de la desnudez que a pesar de mostrarse sin velos, al observarla, permanece con secretos que nos obligan a interpretarla.

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