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México D.F. Domingo 8 de febrero de 2004

Néstor de Buen

De los delfines y de las personas

Una página de La Jornada del pasado jueves, la 19, reúne las más interesantes noticias. Por una parte, la referencia a ese duelo curioso que la militante Iglesia católica ha emprendido con la Secretaría de Salud a propósito de la famosa píldora de emergencia y en el que había intervenido para pacificar los ánimos la Secretaría de Gobernación; y de la otra la, por lo visto, clandestina emigración de un grupo de delfines que se han trasladado a México en busca de chamba, ya que la que tenían en las Islas Salomón no era de su agrado.

Por supuesto que no soy un experto, ni siquiera aficionado a la ciencias genéticas. En mi brumoso pasado, cuando estudiaba primero de bachillerato en el Liceo Francés de Madrid en el año de 1936, para vergüenza familiar me suspendieron (reprobaron, para adecuarlo a la terminología nuestra) en matemáticas y en ciencias. Y mi paso posterior por las naturales ya en México, resuelto el problema de los exámenes extraordinarios en plena Guerra Civil en algún instituto de Valencia, creo que el Balmes, no cambió mis deficiencias.

Pero el tema ha sido tratado en estos días con profusión de información médica que, en mi concepto, le da la razón absoluta a la Secretaría de Salud, y por lo tanto, a Julio Frenk, y se la quita a esos enredosos que son ahora (ahora y siempre, dicho sea de paso, que ya lo decía Cervantes en El Quijote), en un ambiente supuestamente propicio, los cardenales y obispos mexicanos.

Noticias posteriores nos dicen que Gobernación ha ratificado la decisión de la Secretaría de Salud de mantener en los cuadros médicos a la píldora de emergencia (šdivina emergencia!), lo que me parece muy bien. Lo anterior sonaba más a decisión política-científica. Así lo ha indicado modificando su punto de vista inicial Armando Salinas Torre, subsecretario de Gobernación, encargado nada menos que de Población, Migración y Asuntos Religiosos, quien por lo visto sustituye a mi querido amigo y flamante embajador en El Vaticano, Javier Moctezuma Barragán.

La mejor puntada se la debemos, sin embargo, al vicepresidente del episcopado mexicano y arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, quien, solemne, ha anunciado que la Iglesia católica ya no proseguirá con la polémica. Pero, eso sí, anuncia una muy amplia campaña de información en todos los templos y parroquias del país con el propósito de que los fieles (generalmente son los infieles, dicho sea de paso, los que tienen esos problemas) conozcan sus repercusiones. šBonita manera de no polemizar!

No hay que olvidar una vieja regla del Código Civil que afirma (artículo 22) que: "La capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte; pero desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le tiene por nacido, para los efectos declarados en el presente código". Y todo indica que esa concepción no es automática a partir del coito (šfea palabra!). Los millones de espermatozoides, por lo que se dice, tienen que hacer cola para ver cual de ellos chambea. Y eso parecer ser que toma su tiempo. Por lo menos los tres días posteriores, según he leído.

Me preocupan los delfines de las Islas Salomón. Francisco Giner de los Ríos, nombre ilustre si los hay, subsecretario de la Secretaría del Medio Ambiente para la protección ambiental, dice que ha habido irregularidades en su viaje a México, verificadas por la Secretaría de la Función Pública. Me imagino a los delfines contratando a un abogado que, por lo visto, ya les consiguió un amparo. Nada más son 33 (Ƒcómo demonios habrán viajado a México?, Ƒen barco?, Ƒen avión, en clase ejecutiva, sin pasar por aeropuertos gringos para evitar ser considerados terroristas?, Ƒa nado?...) número bastante reducido si tratamos de compararlos con nuestros emigrantes enviadores de dólares que nos están haciendo ricos.

Ya me imagino los apuros de los delfines, a punto de ser llevados a alguna estación migratoria, con escasas posibilidades de salvarse de la cárcel y el riesgo muy grave de que venga por estas tierras un delfín fiscalero de las Islas Salomón a presenciar sus interrogatorios, tal vez para lograr su pronta y eficaz extradición.

No tengo mucha idea pero me da la impresión de que la empresa que los invitó a venir debe tener su residencia por los rumbos de Cancún (eso de Nizuc suena a tierras yucatecas o quintanarroenses). Les auguro que si salvan los obstáculos y les consiguen la residencia a los compañeros delfines, los boletos para presenciar sus gracias se van a agotar. Como parece que se han agotado las famosas píldoras.

Lo que hace pensar en los tenebrosos caminos de la legalidad y de la publicidad.

Como decía el inolvidable Bernabé Jurado: "Que los periódicos hablen de mí, aunque hablen bien"

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