320 ° DOMINGO 8 DE FEBRERO DE 2004
Un infiltrado entre los neonazis españoles
En la piel
de un skin

Mariana Norandi

El periodista español Antonio Salas se jugó el pellejo durante más de un año como infiltrado en un grupo de skinheads neonazis. Gracias a una cámara oculta pudo documentar profusamente complicidades, liderazgos y crímenes de los cabezas rapadas en España. También encontró, para sorpresa suya, un grupo mucho más plural de lo que imaginaba: "No es cierto que los skinhead sean un grupo de descerebrados ignorantes", concluye ahora en entrevista.
Pero, ¿qué es finamente un skin? Salas responde: "Un idealista manipulado por sus ideólogos, sean de la tendencia política que sean"

MADRID.– Antonio Salas es el seudónimo de un periodista de investigación español que practica el reportaje de alto riesgo. Desde hace unos años adopta personalidades prestadas para infiltrarse, con una cámara oculta, en ambientes tan peligrosos e impenetrables como grupos del crimen organizado, sectas o colectivos extremistas. Pero ha sido con su último trabajo que ha logrado lo que jamás ningún reportero había conseguido: infiltrarse durante un año en el núcleo del neonazismo español, camuflado en la personalidad de un skinhead (cabeza rapada).

Para ello se rasuró la cabeza, se compró unas botas de militar, una chamarra bomber, playeras con simbología nazi, y estudió, casi memorizó, el libro Mi Lucha de Adolfo Hitler.

Tras hacerse de una estética skin y adoptar una personalidad nazi, se inventó un apodo internáutico, Tiger88, con el que pudo navegar por todas las páginas nazis de la Red. Cuando ya era popular en la web, comenzó a frecuentar librerías y lugares de reunión nazi para, finalmente, infiltrarse en una banda skin perteneciente a la barra futbolística ultra del Real Madrid: los Ultrassur.

Con este grupo, uno de los más violentos de España, Salas presenció, a la salida del estadio Santiago Bernabéu, varias palizas callejeras propinadas a personas que pertenecen a grupos sociales considerados por los nazis como “enemigos”: negros, árabes, latinoamericanos, homosexuales, punks, anarquistas, judíos o, simplemente, simpatizantes del equipo que se enfrenta esa tarde al Real Madrid.

uuu

¿Qué se conoce por skinhead? Existen “cabezas rapadas” de tendencia neonazi y de izquierda (red skins). Aunque ambos movimientos comparten estéticas similares, ideológicamente están enfrentados. En su investigación, Salas convive con red skins, pero no es en ese colectivo donde centra su trabajo, sino en los skins nazis y en el neonazismo español, de creciente efervescencia en España y Europa.

Los skins, en cuyas filas militan tanto hombres como mujeres, son jóvenes nazis manipulados por ideólogos de esta tendencia que buscan “limpiar” España de todos aquellos grupos sociales que, por su religión, raza o ideología, estorban la posibilidad de implantar una sociedad nazi y restaurar el Cuarto Reich.

Pertenecen a clases sociales muy diversas, escuchan música Oi! y Rac (rock de temas racistas y fascistas), se tatúan símbolos nazis y están unidos, entre otras cosas, por un odio hacia esos grupos sociales “diferentes”. También apoyan a los partidos políticos de extrema derecha, pertenecen en muchos casos a barras de futbol ultras y adoptan las palizas callejeras, en algunos casos mortales, como método de “limpieza” social.

Según el Movimiento contra la Intolerancia, en España existen entre 11 mil y 15 mil neonazis, agrupados en 70 bandas, que realizan 4 mil agresiones racistas cada año. Cifra que, desde mediados de los ochenta, crece año con año.

Reflejo del auge nazi europeo, producido entre otros factores por el aumento de emigrantes, es la proliferación de páginas nazis en Internet. Según el Ministerio de Familia alemán, los sitios nazis en la Red se han triplicado en los últimos cuatro años. Curiosamente, Latinoamérica se ha sumado a este crecimiento ultrafascista. Aunque parece una paradoja, dado que el latinoamericano es de la carnaza más apetitosa para la violencia skin europea, países como Argentina, Chile, Uruguay o Brasil cuentan ya con filas de skins, y México no es una excepción.

El trabajo de Antonio Salas está recogido en un documental que realizó la cadena televisiva española Tele5, titulado “Infiltrado en Ultrassur”, y en el libro Diario de un skin de la editorial Planeta, el cual ha tenido un éxito extraordinario.

Salas describe paso a paso su infiltración y experiencia como “un camarada nazi”; entrevista a los más importantes ideólogos nazis españoles; asiste a conciertos skins, a reuniones políticas de la ultra derecha, a las gradas del Santiago Bernabéu donde descubre, entre otras cosas, que los skins tienen una especie de oficina dentro del mismo estadio, y es testigo en varias noches de “cacería”.

La investigación se ve interrumpida por la delación de un policía. A partir de ese momento, su vida ha peligrado varias veces, por lo que ha tenido que cambiar de ciudad de residencia en diversas ocasiones, pues los skins son un colectivo muy unido y leal entre sí, y una traición es motivo de la peor de las venganzas.

–¿Qué diferencia hay entre una infiltración policial y una periodística?

–En una operación policial tienes cobertura y vas armado. Yo trabajaba solo y sin arma. Siempre se lo pensarán antes de agredir a un policía por temor a las represalias, pero nada les importa apalear a un periodista si lo descubren. Y lo más importante es que si sospechan de uno de ellos como infiltrado, pueden ser más prudentes, pero si sospechan de mí y descubren mi cámara oculta, eso sería mi sentencia de muerte.

–Ahora que los conoce a fondo y desde dentro, ¿qué es realmente un skin?

–Un idealista manipulado por sus ideólogos, sean de la tendencia política que sean.

–¿Qué diferencias hay entre un red skin y un skin neonazi?

–El movimiento de los skins nació en Inglaterra, en los años sesenta, más vinculado a la extrema izquierda que a la extrema derecha. No fue hasta que un grupo de skins entró en el Frente Nacional Británico, que nació el skin nazi tal y como lo conocemos hoy. Pero existen miles de skins fieles al origen del movimiento, que por lo tanto no son nazis. Los red skin, por ejemplo, son antifascistas y comunistas, aunque su estética puede llevar a equívocos.

–¿Qué relación existe entre skins, grupos políticos de extrema derecha y barras ultras de futbol?

–Toda. Los skin son su mano de obra, sus votos en las elecciones y sus guardaespaldas particulares.

–¿A qué se debe el auge del neonazismo en España? ¿Qué influencia tiene en este auge el aumento de la emigración?

–Es un factor determinante. En las últimas (elecciones) primarias francesas, el ultraderchista Jean Marie Le Pen consiguió 20% de los votos utilizando como arma política el descontento de los franceses ante la avalancha imparable de inmigrantes ilegales. En España está ocurriendo lo mismo.

–Algo sorprendente es cuando comenta en el libro que los skins y neonazis esperan la llegada de un Mesías que los lleve a la instauración del Cuarto Reich. ¿Creen, de verdad, con profunda convicción, en la posibilidad de crear las coordenadas históricas que nos lleven a semejante escenario político?

–Para ellos Hitler no era sólo un líder político, sino casi un líder espiritual. De hecho dividen la historia en antes y después del Fürher. Aunque no en todos, existe un gran componente religioso y pagano en muchos grupos neonazis.

–Afirma que existe vinculación entre el neonazismo y fundamentalismo musulmán, ¿en que se basa ese vínculo?

–Odian al mismo enemigo: los judíos.

–¿Por qué clubes como el Real Madrid o el Español de Barcelona apoyan a las barras ultras de ideología nazi?

–Por varias razones. Muchos ultras son además socios del club y, por tanto, son votos en las elecciones de la directiva. Además, son los principales consumidores de los productos comerciales del club, los que más animan en las gradas, etcétera.

–A escala internacional, ¿qué relación existe entre los diferentes movimientos skins?

–Hasta la aparición de Internet se trataba de células independientes e incomunicadas entre sí, pero la Red ha sido la gran revolución. Cada día hay más proyectos comunes realizados por grupos nazis, establecidos en diferentes países que se comunican a través de la Red.

–En esa red, ¿qué lugar ocupan los movimientos skins latinoamericanos?

–Precisamente España es el país puente, a causa del idioma, entre los movimientos nazis latinoamericanos y europeos. En Chile, por ejemplo, existe una de las comunidades neonazis más influyentes del mundo.

–¿Conoce movimientos neonazis en México?

–Sí, varios, tanto de skinhead como de skingirls.

–Afirma que una de las cosas que más le sorprendió en la investigación fue el movimiento de skingirls, ¿por qué?

–Nunca había pensado que pudiesen existir grupos skins neonazis sólo para chicas. Para mí fue una de las sorpresas de la investigación.

–Así como también le sorprendió el hecho de que estos jóvenes skins sean gente inteligente y, muchos de ellos, hijos de obreros. ¿Cuál es la radiografía social e intelectual de un skin?

–Plural y mucho más variada de lo que esperaba. Junto a muchachos de clase obrera y sin estudios, me encontré muchos militares, policías o hijos de ellos, así como muchos abogados, médicos, informáticos, profesores y otros profesionales con titulación universitaria. No es cierto que los skinhead sean un grupo de descerebrados ignorantes.

–Con su investigación acaba con falsos mitos sobre los skins, como el de las palizas callejeras que se producen cuando estalla el binomio skin-drogas, ¿es cierto que los skins no toman drogas?

–Los skin nazis no. Ellos proclaman una raza aria pura y superior, por eso la mayoría practica deporte, aman la vida natural, odian las drogas y hasta el tabaco.

–¿Por qué afirma que los skinheads son manipulados? ¿Quiénes mueven los hilos de esta manipulación?

–Los ideólogos. A mí llegaron a ofrecerme 30 mil pesetas (2 mil 300 pesos) por dar una paliza en nombre de un ultraderechista que no se atrevía a hacerlo él mismo. He visto cómo éramos los skins los que manteníamos sus marchas y nuestros votos los que llenaban sus urnas; cómo “camaradas míos” pintaban gratis la nueva sede de un partido político; cómo éramos los que coreábamos los cánticos en las gradas del estadio. En definitiva, los que hacíamos el trabajo sucio tras el que se esconden los intelectuales del movimiento nazi.

–Fue delatado por un policía y ayudado por otro ante esta delación, ¿qué relación existe entre la policía española y los skinheads?

–Como en cualquier otra policía. Evidentemente alguien a quien le gusta la vida militar, las armas y la autoridad está más cerca de un movimiento fascista que un anarquista o un pacifista. Además es lógico que en España los funcionarios de mayor edad, y por tanto de mayor graduación, se hayan formado en los tiempos de Francisco Franco, y supongo que aquel pasado fascista les dejó un poso ideológico a algunos de ellos. Pero no sería justo generalizar.

–Describe una noche de "cacería" en donde se produjeron 50 agresiones violentas por parte de skins y sólo dos detenciones, ¿dónde radica la falta de eficiencia policial ante las agresiones neonazis?

–El grupo de Violencia en el Deporte que investiga esos grupos en Madrid apenas tiene una decena de agentes. Yo tenía la credencial número 1019 del Ultrassur. Está claro que 10 policías contra mil ultras lo tienen difícil.

–En una entrevista decía que sicológicamente es más difícil entrar en el neonazismo que salir, ¿a qué se debe esto?

–A que te engancha sicológicamente. Cuando caminaba con ellos por una calle atestada de gente en Madrid o Barcelona, y veía cómo la gente se apartaba a nuestro paso, como agachaban la cabeza, cómo apartaban la mirada, sentía la misma sensación de poder que ellos sienten. Es como si la ciudad fuese tuya y pudieses hacer lo que quisieras sabiendo que nadie se atreve a decirte nada. Esa sensación de poder engancha a muchos jóvenes, que eran muchachos anodinos y anónimos en sus colegios o barrios, y que al entrar en el grupo nazi se creen más poderosos. Por eso tienen tantísimo mérito todos los jóvenes que han dejado el movimiento skin después de leer el libro.

–¿Cómo ha sido su vida después de la publicación del libro?

–Igual que antes, sólo que ahora tomo más precauciones. Continúo como infiltrado y en un par de meses publicaré todo lo que he averiguado en este año que acaba de finalizar. Sé que los nazis se van a escandalizar otra vez.

–¿Hasta qué punto ha peligrado su vida?

–No lo sé, pero supongo que si en un local nazi, en un concierto skin o en una grada ultra alguien se hubiese tropezado conmigo, hubiese descubierto mi cámara y gritado ‘¡este tío es un periodista que nos está grabando con una cámara oculta!’, habría pasado algo terrible, pero tengo mucha suerte. Ahora llevo al cuello una bala de 9 mm con la que casi me pegan un tiro hace dos meses durante una nueva infiltración. Está claro que este trabajo tiene algunos riesgos reales.