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México D.F. Jueves 26 de febrero de 2004

Olga Harmony

La escala humana

Tres de los más brillantes dramaturgos argentinos de una generación que oscila de los 33 años a los 41 -todos con sus respectivos premios en su quehacer individual- se unieron para crear en conjunto esta Escala humana, farsa que tuvo gran acogida de crítica y público en su país de origen porque va mucho más allá del mero divertimento. Es muy sabido que en los dolorosos años de la dictadura, muchos autores eligieron la metáfora para poder lanzar -siguiendo Las cinco dificultades para decir la verdad de Bertolt Brecht- una protesta contra el estado de las cosas. También se sabe que fueron tolerados, porque el teatro es un medio menos masivo que otros, y que sus obras tuvieron muchos espectadores, los que se ahuyentaron a la llegada de la democracia en la infortunada nación y que esas obras ya no dicen algo a los nuevos públicos. Lo curioso es que Javier Daulte, Rafael Spregelburd y Alejandro Tantanian utilicen ahora el mismo recurso para criticar, ya no a la dictadura, sino a una sociedad que calló ante las atrocidades y que permitió que los criminales quedaran impunes, hasta este momento en que afortunadamente ya se derogó la monstruosa ley de ''obediencia debida" que sacó de la cárcel a los represores, pero que en el momento en que el texto fue escrito estaba vigente. Los argentinos tienen una deuda con su pasado, que muchas de sus mentes más lúcidas han puesto sobre el tapete, y más ahora que se sabe que los sicarios de la dictadura no sólo aplastaron a la disidencia, sino que en muchas ocasiones detuvieron a quienes tenían algunos bienes de que podrían apoderarse.

La escala humana es la medida en que esos crueles años se reducen a una familia, la madre criminal, los hijos cómplices y el policía corrupto. En un momento dado, cuando los hijos se preguntan la causa de que el primer asesinato materno en pleno mercado no haya sido visto y denunciado, los razonamientos para ello son deliberadamente ridículos, porque si no se hizo nada es porque nadie quería mezclarse. Es el momento clave de la crítica social junto con la impunidad que rodean a la familia. Nosotros ya la conocíamos con su reparto y montaje original porque fue una propuesta argentina para Puerta de las Américas en su primera edición (y esperamos que en esta segunda que se avecina haya más escenificaciones de los países latinoamericanos), pero solamente se presentó una vez, por lo que es interesante que un grupo mexicano la haya montado. A nosotros nos dice más o menos lo mismo en un momento político, que tiene ciertos parangones con lo que vivió Argentina, con la aprehensión de Nazar Haro y los señalamientos a quienes fueran sus jefes. Y si bien entre nosotros la aceptación de la llamada guerra sucia -menos extendida que en los países del Plan Cóndor, pero igualmente dolorosa- fue más por ignorancia, ante el cerco tendido por la prensa, que por temor o apatía. Ojalá quienes la vean reflexionen en el castigo a nuestros represores y también en otras impunidades como la de los asesinatos de Juárez, no producto de una dictadura pero sí de la corrupción de la justicia. A lo mejor especulo en demasía, llevada por los momentos políticos en que vivimos tanto argentinos como mexicanos, pero creo que esta lectura puede ser tan válida como cualquier otra.

En una escenografía de Jarmila Dostávolá, muy semejante a la que recuerdo de la presentación de los argentinos, dirigida por los propios autores, el trazo escénico del director Ricardo García Arteaga se obliga a parecerse a la de aquéllos, pero sigue siendo eficaz y de muy buen ritmo, con todas las dosis de desquiciamiento que el texto propone. Los actores también son muy graciosos, en la justa medida de sus respectivos desequilibrios en esta farsa de humor negro, aunque en mi recuerdo la actriz argentina (Ƒsería la premiada María Onetto?) que encarnaba a Mini tenía un peso actoral que no tiene, aunque esté bien, Norma Gris. Nubia Alonso como Silvi, Leonardo Ortizgris como Nene, Richard Viqueyra como Leandro y Javier Mondragón como Norberto, actúan con desenfado e intención, en este texto paródico en que la realidad siniestra va dejando paso a incidentes menores y cotidianos, asimismo bien interpretados.

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