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México D.F. Viernes 27 de febrero de 2004

Gilberto López y Rivas

La segunda muerte del general Sandino

El 21 de febrero pasado se cumplieron 70 años del asesinato del Gene-ral de Hombres Libres, Augusto C. Sandino, a manos de la guardia na-cional de Anastasio Somoza García, fundador de una sangrienta dinastía derrocada el 19 de julio de 1979 por el pueblo de Nicaragua, encabezado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Sandino llevó a cabo una heroica y desigual contienda en contra de la invasión de Estados Unidos a Nicaragua y durante cinco años libró exitosos combates contra las tropas extranjeras de ocupación y sus aliados locales, despertando la admiración de los pueblos del mundo y convirtiéndose en un símbolo de los movimientos anticoloniales y antimperialistas.

Cuando todos los generales constitucionalistas aceptaron desarmarse y entregar sus pertrechos militares a los marines, firmando un ignominioso pacto conocido como Espino Negro, Sandino, también general, envió una circular el 23 de mayo de 1927 a todas las autoridades departamentales, en la que asentaba:

 "Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos."

 En realidad, esos pocos se convirtieron en muchos patriotas que juramentaron como soldados del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional el 2 de septiembre de ese mismo año.

La revolución contra la dictadura somocista se inspiró en los ideales de justicia social que Sandino enarboló en su lucha contra los invasores estadunidenses, que de nueva cuenta intervinieron en Nicaragua al apoyar abiertamente a la contrarrevolución en su guerra contra el gobierno sandinista, misma que costó al pueblo nicaragüense más de 60 mil muertos y miles de heridos y mutilados.

En esa guerra se formó un ejército del pueblo en armas, el Ejército Popular Sandinista, heredero directo del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, conformado por combatientes populares y jóvenes guerrilleros que integran su oficialidad y profesionalizan las fuerzas armadas que actualmente constituyen el Ejercito Nacional de Nicaragua.

Por su trayectoria y origen estas fuerzas armadas son producto de una revolución social que dignificó a Nicaragua y la trasformó en un país soberano que durante una década, a pesar de la guerra, logró significativas conquistas económicas, políticas y sociales, muchas de las cuales se han perdido con los gobiernos posrevolucionarios de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán (juzgado por corrupto) y ahora Enrique Bolaños.

Las políticas neoliberales de esos gobiernos llevaron a Nicaragua a ser considerado el país más pobre de América, después de Haití.

¿Cómo compaginar estos hechos de la historia reciente con la presencia durante seis meses de soldados nicaragüenses ¡en Irak!? ¿Cómo justificar la participación de un ejército con esa historia en una ocupación neocolonial, ilegal, ilegítima, rechazada por millones de seres humanos y llevada a cabo por el gobierno que tanto daño causó a Nicaragua? ¿Cómo puede el general Javier Carrión, actual jefe del Ejército, declarar al prestigiado periodista Carlos F. Chamorro que "el rédito para las fuerzas militares de Nicaragua (de su presencia en Irak) va a ser una mejor disposición de Estados Unidos para concretar la ayuda militar al Ejército de Nicaragua..."? ¿Cómo es posible que oficiales de este ejército utilicen el término "terroristas" para referirse a los patriotas de Irak que resisten a la ocupación extranjera?

Con toda justicia este periodista editorializó el asunto: "Es una gran ironía que un ejército creado a imagen y semejanza del ejército de Sandino -el EDSN, un ejército defensor de la soberanía nacional- haya caído en el triste papel de andar por el mundo de barrendero de los destrozos causados en cualquier país del planeta por aquellos que combatieron contra Sandino".

Precisamente en estos días se dieron a conocer en Nicaragua los problemas económicos para el envío del segundo contingente de tropa a Irak, ya que el presidente Bolaños no había podido reunir, en infame y humillante pase de charola con gobiernos aliados a Estados Unidos, los 900 mil dólares que cuesta la presencia nicaragüense en el ejército de ocupación del suelo iraquí, mientras oficiales españoles entrenaban a los soldados listos para salir en la segunda brigada de la "expedición humanitaria", ya que la cobertura justificadora del servilismo de Bolaños ha sido que los soldados nicaragüenses han realizado tareas sanitarias, médicas y de barrido de minas.

Al respecto, Onofre Guevara López, periodista nica, escribió: "En definitiva, no hay tal misión humanitaria ni de paz. La sola voluntad política servil de mandar a nuestros soldados a respaldar una causa ajena ya es una actitud hostil, una declaración de guerra contra un pueblo que nada malo ha hecho al nuestro. Es una voluntad que viola la Constitución de la república y es mentirosa por cuanto en un país ocupado militarmente no existe lugar en su territorio que pueda considerarse zona de paz. La sola presencia armada, uniformada y con insignias de ejército extranjero es una actitud agresiva, nunca de paz, menos humanitaria."

En el trasfondo de esta segunda muerte del general Sandino están los designios imperialistas de someter a las fuerzas armadas del continente, despojándolas de toda conciencia popular y nacionalista para transformarlas en guardias nacionales a su servicio

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