323 ° DOMINGO 29 DE FEBRERO  2004
 Hip-hop. Si nos empujan al piso, bailamos en el piso
"Queremos globalizar
la resistencia cultural"

TANIA MOLINA RAMIREZ

Cuando los africanos y los latinos llegaron a Estados Unidos llevaron consigo su música, su baile, sus maneras de contar historias. En los setenta, en las calles del Bronx, los jóvenes crearon el hip-hop, encuentro de ritmos, danzas y formas de narrar. De Nueva York regresó al mundo, muchas veces, en su vertiente comercial, a través de MTV y las grandes disqueras.
Pero, a pesar de esto, siguió siendo la rebelión cultural de los jóvenes marginados, dice el actor Danny Hoch, cofundador de International Hip-hop Exchange, que tiene un objetivo: "Globalizar la resistencia cultural". Este verano planea un encuentro en México

Danny Hoch. Fotografía: Daniel Castañeda GonzálezEs domingo a mediodía y el teatro Hugo Argüelles, del Foro Cultural Coyoacanense, está a reventar. Pero en vez de niños inquietos acompañados de sus padres, quienes ocupan los asientos son chavos con cachuchas al revés, playeras holgadas y tenis Converse. Y, en vez de Blanca Nieves y los siete enanos, en el escenario está parado un hombre –holgada playera blanca, pants Adidas azul marino y tenis de la misma marca– que dice: "Hip-hop no es lo que ves en la televisión, ni lo que compras en una tienda, ni lo que oyes en la radio. Crees que el rap es hip-hop sólo porque lo puedes comprar y llevártelo a tu casa... El hip-hop no se pone aretes de diamantes, diamantes pulidos por niños africanos, hijos de la guerra... Tú no eres hip-hopero si la ropa que traes puesta cuesta más que el salario mensual de la gente que la hizo, motherfucker".

El hombre en el escenario es el actor estadunidense Danny Hoch y nombra lo que hace: "teatro hip-hop" (fue uno de los primeros en combinar ambos elementos). En su espectáculo representa a personajes –desde un adolescente en su cuarto, que imagina ser el rapero más famoso del mundo, hasta un chavo cubano que vende claves en La Habana.

La función tuvo lugar hace unas semanas. Hoch, director artístico del Festival de Teatro Hip-hop, de la ciudad de Nueva York, estuvo en México con otros miembros de la organización International Hip-hop Exchange (IHX, Intercambio Internacional de Hip-hop), creado por cuatro amigos en 2000, que "promueve el desarrollo de la cultura y el activismo hip-hopero socialmente progresivo, al facilitar el intercambio entre artistas, activistas y comunidades hip-hoperas en el mundo".

Tiene su base en Nueva York y lleva tres años realizando encuentros entre hip-hoperos de Cuba, Ghana, Sudáfrica y Estados Unidos, entre otros países.

"La escritora india Arundhati Roy dice que hay que convertirnos en la resistencia global. Nosotros queremos globalizar la resistencia cultural", dice Marinieves Alba, directora del IHX. El arte, pues, tiene el potencial para transformar al mundo.

Para lograrlo, no sólo buscan que se conozca a artistas de distintos lugares, sino también "introducir en el mainstream el hip-hop progresivo", dice Marinieves, escritora, de padre panameño y madre puertoriqueña. "Estos artistas no tienen entrada al mercado".

"El hip-hop en Estados Unidos está tan controlado, que la gente se queda sin opciones. Nosotros buscamos proveer de oportunidades para que artistas de Estados Unidos puedan intercambiar (experiencias) con artistas de otros lugares. Es una forma de educarnos todos. Los estadunidenses, hasta los que se dicen más progresistas, no conocen lo que sucede en el mundo", sigue Marinieves.

El IHX tuvo financiamiento del Centro Cultural Caribeño de Nueva York durante el primer año. Ahora busca recursos de la Fundación Ford. El año pasado realizó un festival en Miami y este verano planea hacer uno en nuestro país, invitados por Sector Lúcido, un colectivo mexicano de hip-hoperos.

"No queremos promover intercambios centrados en Estados Unidos. El hip-hop no es estadunidense. Tiene su cuna en Nueva York, entre comunidades muy mezcladas, panamericanas y panafricanas, del llamado Tercer Mundo dentro del Primer Mundo", continúa Marinieves.

"El rap viene de la tradición oral, que hay en muchos pueblos; el baile retoma elementos de otras danzas, como el capoeira". Con esta diversidad de elementos, que llegaron de tantos lugares del mundo, resulta natural, explica Marinieves, que el hip-hop sea un movimiento cultural que se expanda por el mundo.

El hip-hop es, pues, un movimiento de resistencia creado por inmigrantes que se encontraron en Nueva York, y que de ahí regresó al mundo.

¿Y por qué de resistencia? Porque surge en los barrios más pobres de Nueva York, utilizando lo que se tenía a la mano.

Hoy, debido a la comercialización del lado musical del hip-hop, Danny Hoch opina que "es más fácil encontrar la cultura de resistencia del hip-hop en lugares que no tienen mucho que ver con la música. Por ejemplo, en los campus universitarios, donde los activistas se organizan a través de ‘los métodos de la cultura hip-hop’ contra acciones del Imperio. También se puede encontrar en otros géneros de la cultura hip-hop: en el teatro, el graffiti, el baile. En centros comunitarios en todo el mundo, los jóvenes usan las tradiciones y el legado del hip-hop para mover sus comunidades para adelante. En la educación también se encuentra. Hay maestros que se criaron dentro de esta cultura y usan la historia política del movimiento y la tradición de ‘batalla’ para enseñar, desde matemáticas hasta salud".

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En los setenta, con la producción masiva, por todos lados uno podía encontrar basura de cartón. Danny Hoch narra que los niños aplastaban los cartones y bailaban encima de ellos en las calles de South Bronx. Y nació el breakdance. "Era como si dijeran: ‘Ustedes nos empujan al piso y nosotros los desafiamos bailando en el piso’", cuenta el actor.

Y como "en todos los países sufríamos bajo el mismo imperio, no es una coincidencia que se haya diseminado tanto el hip-hop... hasta Groenlandia".

Pero las grandes disqueras vieron el enorme mercado que representaba el hip-hop y se lo apropiaron. "El hip-hop está atado en el cuarto trasero con un logo metido en la boca", canta Ani Difranco.

Y se dividió. "Hubo hip-hoperos que creyeron que con el dinero solucionarían los problemas de la comunidad, pero terminaron juntándose con el mismo imperio", dice Hoch.

En muchos países, a través de MTV y de la radio –o "del primo que llegó con un casete o incluso de militares" enviados al Tercer Mundo– muchos jóvenes conocieron el hip-hop, cuenta Marinieves Alba. "Muchas veces el hip-hop llegó a través de la relación de imperialismo cultural".

Pero, a pesar de que el imperio hizo del rap (uno de los elementos del hip-hop) un producto que se podía vender, "se mantiene como resistencia en muchas comunidades", dice Hoch. Pese a la comercialización, la rebelión, la raíz de la cultura, se mantiene. Sigue siendo "la respuesta cultural de los jóvenes pobres. El rapero es el narrador de su barrio."

Jóvenes marginados de muchos barrios alrededor del mundo se expresan a través del hip-hop, "lo escogieron como la lengua que los identifica", dice la escritora.

Así que el hip-hop no tiene nacionalidad. Hay hip-hoperos en decenas de países, como Brasil, Cuba –uno de los lugares fundamentales del rap progresista actual– y Sudáfrica.

Ahora, "el futuro está fuera de Estados Unidos. Si el hip-hop es el imperialismo, estamos jodidos. El hip-hop es la primera cultura global del siglo", dice Hoch.

Al final de su espectáculo, el artista cuenta que, estando en Marruecos, una vez terminó en casa de un joven marroquí que quería venderle de todo. Danny vio sobre una mesita un casete de hip-hop. Sorprendido lo tomó e iba a preguntarle al muchacho en dónde lo había conseguido, cuando el marroquí exclamó: "¡No! ¡Eso no se vende!"

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"Estamos medicados. Estados Unidos es un experto en medicar a través de los medios, la propaganda y el entretenimiento", dice Hoch. El actor admite que andaba falto de esperanza hasta que leyó a Arundhati Roy, "que dice que la esperanza no existe en ningún gobierno, sino en el pueblo; que no sólo tiene que hacer protestas porque corre el riesgo de convertirse en mero teatro político, sino que tiene que hacer actos efectivos", comenta. Como la marcha de la sal, cuando los indios se enfrentaron al imperio británico al decidir que irían al mar y harían su propia sal.

"Muchos activistas progresistas se sienten aislados, nos tenemos que unir", dice Hoch, "hasta que el imperio no aguante más. Todos los imperios han caído, este también caerá".