Las palomas, dañinas para los monumentos y la salud pública

Arquitecto Víctor Hugo Ruiz

Coordinador Académico de la Maestría en arquitectura con especialidad en restauración de monumentos

Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía "Manuel del Castillo Negrete", del Instituto Nacional de Antropología e Historia

Correo electrónico: [email protected]

 
Deterioro causado por el
excremento de las palomas
El deterioro causado por la suciedad de los monumentos históricos de nuestro país es provocado por factores como la acumulación progresiva de contaminantes sólidos de la atmósfera o por la acción humana, como las pintas de grafiti, entre otros.

Por otro lado existen una serie de hechos relativamente recientes como la conciencia ecológica, la apreciación de los aspectos visuales de las ciudades y la puesta en valor de los edificios históricos. Existen alteraciones que trascienden lo puramente visual y que pueden llegar a constituir un importante deterioro de nuestro patrimonio cultural. Tal es el caso de las palomas callejeras, que constituyen un problema que no ha sido controlado. La magnitud del daño que causan a nuestros edificios y a la salud pública no ha sido dimensionado en todo lo que significa. Podríamos decir que es una tarea pendiente.

Las palomas tienen un impacto directo sobre las poblaciones urbanas, puesto que causan daños en la salud del hombre así como otros físicos y estéticos al patrimonio cultural, en especial al edificado. Sus hábitos alimenticios basados en granos y frutos, su condición de vivir en sociedad y adaptarse a las condiciones urbanas, con un índice de reproducción alto, las convierte en un factor determinante en el deterioro de nuestro patrimonio, principalmente en las fachadas de nuestros edificios históricos.

Se puede considerar "agresiva" la acción mecánica provocada por las uñas y el pico de las palomas sobre los materiales constructivos, como los aplanados y las piedras. Pero es mayor el daño causado por el excremento depositado sobre estos materiales pues, además de ensuciar las fachadas, anulan cualquier tipo de limpieza que se realice sobre los monumentos, dificultando su adecuada conservación.

El excremento de las palomas al mezclarse con la lluvia, el aire y diversos contaminantes ambientales, comienza a deteriorar los materiales de construcción, dado que favorecen el crecimiento de microflora que producirá ácidos y otros metabólicos que deteriorarán los materiales. Como consecuencia de esta actividad metabólica, empieza a haber efectos indeseables desde el punto de vista estético, como el que los aplanados se desprendan y los materiales pétreos se carcoman ocasionando una desintegración progresiva de los materiales, que con el tiempo afecta la integridad del monumento.

 
Palomas posadas en elementos
arquitectónicos
Con frecuencia estas alteraciones se reconocen claramente y pueden correlacionarse con la presencia de organismos vivientes como líquenes, algas, etc. En otros casos resulta imposible reconocer a simple vista el agente biológico involucrado en la alteriación y solamente con análisis de laboratorio se puede detectar.

El proceso del biodeterioro de los materiales no puede considerarse como un fenómeno aislado; de hecho, siempre ocurre aunado a otros procesos ya sean físicos, químicos o fisicoquímicos con los que están íntimamente ligados.

Citando a la restauradora Mainou: "El excremento de las palomas contiene compuestos químicos como nitratos, sulfatos y sulfitos, que sirven de medio de cultivo para el desarrollo de hongos y bacterias capaces de crear condiciones favorables para que microorganismos que pueden vivir sin oxígeno (anaeróbicos), entren en función", deteriorando la pintura, los aplanados y la piedra.

El desarrollo de organismos en piedra y el deterioro resultante están estrictamente ligados a las condiciones del medio ambiente. Existe una relación muy estrecha entre las palomas y los elementos arquitectónicos de las fachadas: basas, capiteles, arquitrabes, frisos, cornisas, nichos, esculturas, rosetones, entre otras molduraciones que les ofrecen abrigo a las palomas para anidar, dormir y defecar.

"Las palomas son originarias de Asia, donde tenían como hábitat los peñascos rocosos; son llevadas a Europa y posteriormente traídas a América. En un principio habitaban en árboles frondosos, pero cuando encuentran las fachadas, en nuestro caso de la época virreinal, por conducta hereditaria las adoptan como su hábitat" (Nocedal, J., Las comunidades de pájaros y su relación con la urbanización de la Ciudad de México. Aportes a la ecología urbana de la Ciudad de México. Instituto de Ecología y Museo de Historia Natural de la Ciudad de México, DF, Limusa. 1985).

"Hoy en día, todas las palomas que se encuentran viviendo en las fachadas (torres, remates, ventanas, gárgolas de templos, museos y ex conventos) muestran el siguiente comportamiento: procrean en las fachadas donde hacen sus nidos a base de excremento y plumas. Desde el momento en que nacen reconocen su lugar de nacimiento y continúan con esta conducta de manera hereditaria" (Orejas M. Alfredo, F.R., Manual de técnicas de gestión de vida silvestre. United States of America for the Wildlife Society. 1987).

Entre las enfermedades transmitidas a las personas por las palomas está la fiebre del Nilo, cuya sintomatología va desde una fiebre hasta una encefalitis. Otra enfermedad es la clamidiosis aviar; el hombre contrae la infección de las palomas por las vías respiratorias.

La infección en las palomas se presenta generalmente de manera gastrointestinal y al defecar el excremento contiene grandes cantidades de clamidias y al desecarse las heces fecales se convierten en focos de infección. En el ser humano, la infección se presenta por una o más semanas y se manifiesta con fiebre, escalofríos, dolores de cabeza, pérdida de apetito y a veces presenta cuadros semejantes a enfermedades respiratorias comunes pudiendo pasar inadvertida. Se ha observado que afecta los pulmones y su evolución puede convertirse en una bronconeumonía, presentándose con mayor frecuencia en personas de menos de 12 años o mayores de 50 años de edad.

El grado de acidez del agua de lluvia en las grandes ciudades es alto, lo que favorece el deterioro de los materiales con que están construidos nuestros edificios. En especial los pétreos que al entrar en contacto con el excremento de las palomas, por su composición química, actúan como corrosivo, propiciando las condiciones necesarias para que las bacterias se desarrollen. Los hongos que se reproducen en el excremento también deterioran los monumentos.

 
Esquema de
picos protectores
Los mecanismos de deterioro causados por los microorganismos son mecánicos y químicos, pudiéndose dar juntos o por separado. Los materiales de construcción utilizados en nuestros monumentos históricos son alterados tanto por el excremento de las palomas, como por los microorganismos relacionados con éste.

Para aminorar el problema

Se han utilizado métodos explosivos para ahuyentar a las palomas y el uso de armas para matar algunas y que las demás relacionen el estallido con la muerte.

El uso de mallas sobre las fachadas, que a lo lejos son casi imperceptibles, evitan que las palomas aniden sobre los elementos arquitectónicos.

El uso de sustancias químicas como venenos de infección, venenos de contacto, repelentes y gameticidas orales o por contacto. En el caso de los repelentes se aplica el producto en el sitio que se quiere proteger. La manipulación del hábitat, que consiste en modificar el medio ambiente de las palomas, haciéndolo adverso o menos atractivo para ellas, como los picos de protección colocados sobre los elementos arquitectónicos.

El uso de depredadores naturales como los gavilanes o los gatos, equilibran la población de las palomas, disminuyendo el grado de deterioro de los edificios.

Es importante mencionar que todos los métodos que se lleven a cabo para controlar la población de las palomas deben basarse en el conocimiento de las leyes ecológicas. Muchos de los expertos en control de aves señalan que las matanzas masivas son poco recomendables porque alteran el equilibrio ecológico. En cambio, propiciar que las aves abandonen el área en las cuales están causando daño, es un método más adecuado y más convenientes desde todos los puntos de vista.