José Cueli

Desamparo

Aquerer o no asistimos en el panorama político nacional a un fenómeno de resonancias generado por el PRD y los otros partidos en el que las palabras enunciadas y escuchadas quedan remitidas a una especie de eco indefinido.

Juegos de espejos virtuales que se repiten indefinidamente hasta no saber de qué se habla. Las reflexiones sobre el vacío y la ausencia terminan por crear el vacío y la ausencia al no saberse nada. Todo queda puesto en tela de juicio.

Pensamientos que acarrean un potencial oscuro que el lenguaje intenta traducir y los que recibimos actualmente los mensajes -vía medios de comunicación- reaccionamos en función de nuestro propio sistema o los propios afectos.

Ya se tenga un lenguaje propio, ya se acepte la terminología con la que se expone ese pensamiento, nunca se evita el impacto de la propia sumisión. Inclusive se nota el impacto en muchas de las indiferencias o del deseo -obsesivo- de imparcialidades.

Todo pensamiento se juzga -juzgamos- por las reacciones que provoca, por los frutos ambiguos del éxito, del rechazo o por los frutos de los actos posteriores a los que da origen, aunque sean en contra.

En la controversia actual requerimos, pasadas las emociones de lo sorpresivo, lo espectacular, aparentemente desmitificador, un alejamiento a sabiendas de que éste nunca es total. El estilo elíptico de los personajes en escena genera que cada uno aporte su porción personal y en ésta figura lo mejor y lo peor. El esfuerzo de pensar y el testimonio ingenuo que desborda los cauces, inclusive el punto de malicia, el guiño del ojo cómplice, el dedito que dice no o lo simplemente gracioso para hacer que el pensamiento que se presenta, alabe, juzgue o intente hacer la jugada es aún pensamiento que a su vez se pone en tela de juicio. Lo mismo entre los que están en favor, los que estén en contra o los que no quieren estar ni con unos ni con otros.

En este panorama la percepción y la memoria suelen verse alteradas en función de la desproporción entre la influencia de estímulos externos invasores y la imposibilidad de enlazarnos a una interioridad melancólica.

El juicio crítico y la realidad sufren alteraciones acompañadas de sentimientos de desamparo y gran invalidez. Una nueva pérdida, que no es de unos personajes, de un partido, es de todos.