Ojarasca 83 marzo de 2004


Las antorchas tras nosotros

Louise Erdrich
 

Al extremo del bosque hemos llegado

de la parda espesura donde, invisibles,

dormíamos.

Del nudo de ramas. De las hojas acalladas con un crujido.

De nuestros escondites.
 
 

Al principio la luz tramó sobre nosotros algún destello.

Luego se apretó al puño que apuntaba contra nosotros su luz,

nos buscaba y dividía.

Cada quién recibió un golpe de rayos

directo al corazón que responde.

Cada uno de nosotros avanzó solo.
 
 

Hemos llegado al extremo del bosque,

expulsados de nuestros cuerpos por el sol nocturno,

por esta batería de ácidos polarizados

y más brillantes que la luna.
 
 

Olemos su rastro pero son invisibles y no tienen cara.

Olemos el crudo metal del cañón en sus fusiles,

el aceite de armiño en los cueros,

sus lenguas amargas de whisky.

Olemos sus madres enterradas de dientes para afuera

en la mierda mojada.

Olemos los restregados nudillos de sus padres,

arrancados dientes de una médula que arde.

Olemos sus hermanas de madera aplastada,

de manzanas que ya mallugaron,

de trastes rotos,

de sacudimientos a hierro candente.
 
 

Olemos evaporarse su aliento tras la antorcha.

Olemos la comezón bajo la tripa cocida de sus ropas.

Olemos su mente amartillada, un percutor de plata

listo para el primero de nosotros que asome

al campo abierto.
 
 

Hemos llegado al extremo del bosque,

de la parda espesura donde dormíamos, invisibles,

de la hojarasca que acalla un crujido,

de nuestros escondites.
 
 

Nos ha tomado tiempo.

Es turno de ellos,

les toca seguirnos. Escucha:

están soltando su equipo.

Les resultará inútil en la espesura.

Ya dan los primeros pasos,

sin saber cuán oscuro y profundo es el bosque.

Cuán profundos y oscuros los bosques son

 
Louise Erdrich, escritora y poeta chipewa, originaria de Dakota del Norte, es ampliamente conocida en nuestra lengua por sus novelas. Y por los lectores de Ojarasca. El título original de este texto (así como del libro de donde proviene) es Jacklight, término intraducible que alude a la antorcha de los cazadores y significa tanto "atraer" como "juegos de cacería", mientras otra expresión chipewa da la conotación, también común para ambas acepciones, de violentar el acto sexual, y de matar un oso a mano limpia.


(Traducción del inglés: Hermann Bellinghausen)

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Foto: Henri Cartier-Bresson. Río Eufrates, Irak


 

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