Ojarasca 83  marzo 2004

Por los caminos de la autonomía

Carla Zamora Lomelí. Ometepec, Guerrero. El caciquismo en Guerrero siempre se asocia al apellido Figueroa, que ostenta el poder hasta en los nombres de las calles de pueblos y ciudades. Pero en la Costa Chica que colinda con la Montaña Baja el cacicazgo de los Figueroa se cobija bajo la familia Aguirre.

Hoy, Carlos Mateo Aguirre Rivero se dice propietario de diez hectáreas de tierra (parte de una concesión latifundista producto de su cacicazgo) que desde el 21 de octubre de 2001 tomaron 150 familias sin tierra, que forman parte del Movimiento Indígena por la Autonomía (MIA) en el municipio de Ometepec.

Lauro García Vázquez, dirigente de la organización, explica que en el proceso de regularización de la tenencia se han enfrentado con múltiples problemas: amenazas constantes, hostigamiento y la persecución, que a él ya le costó siete meses de cárcel. Ahora, según Lauro García, Aguirre prepara "grupos de choque" que enfrenten directamente a los ocupantes de las tierras. De su camisa saca fotografías de una reunión donde Aguirre y el presidente municipal de Ometepec, Francisco Espinoza, juntaron gente para "preparar la estrategia de choque con los campesinos" del MIA. Muestra otras imágenes, de cuando la policía municipal hostigó a las familias que habitan las tierras ocupadas, portando armas de alto calibre.

"Queremos resolver el problema con justicia", declara García. "Estamos buscando cómo pagar por la propiedad, pero necesitamos que se aclare qué tipo de propiedad es, pues primero nos sacan un papel que dice que es pequeña propiedad, y luego otro que dice que es ejido. Los documentos entonces son falsos. ¿Cómo vamos a pagar por la tierra si no es legal?" La desconfianza en las instancias agrarias ha sido una constante en las luchas del MIA. No se espera que la Procuraduría Agraria resuelva el asunto. "Cómo, si los caciques acaparan todos los poderes", alega García.

El mia es un movimiento regional que busca la autonomía en sus territorios. En el camino de la lucha nacen proyectos de desarrollo comunitario que incluyen cuestiones de salud y educación, además de la apropiación territorial. Como ocurre en Rancho Viejo, comunidad de Tlacoachistlahuaca, donde se busca consolidar un municipio autónomo, aunque hasta ahora el único "reconocimiento" ha sido la represión contra los integrantes del MIA.

En Guerrero, los caminos de la autonomía van de la mano con sus procesos históricos y sociales, donde se mezclan la dominación caciquil y el poder represor. La autonomía guerrerense teje historias de lucha que no han terminado de escribirse. Como todo camino, construir la autonomía significa poner sobre la mesa el plato diario de la resistencia, y cada pueblo lo va cocinando a su manera.


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