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México D.F. Sábado 20 de marzo de 2004

Washington se reserva el derecho de oponerse a gobiernos antiestadunidenses

Abandona EU la Carta Democrática de la OEA y ofrece doctrina de intervención

Los casos de Haití y El Salvador muestran la nueva visión política injerencista de Bush

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 19 de marzo. El gobierno de George W. Bush abandonó su compromiso retórico de apoyo a gobiernos democráticamente electos y anunció que se reserva el derecho de oponerse a ellos y hasta promover el cambio de régimen si cree que han "fracasado" o no apoyan a Estados Unidos.

No es nada novedoso que Estados Unidos intervenga en la política interna de los países latinoamericanos, pero en años recientes Bush, como su antecesor, han insistido que la norma es el apoyo pleno a todo gobierno producto de un proceso electoral constitucional, y se ha buscado guardar con mayor discreción las opiniones políticas que tiene de regímenes que llegan al poder en las urnas.

Esta ha sido la línea pública fundamental en los foros oficiales, como las cumbres de las Américas y el debate sobre el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas. Pero ahora ha cambiado. La nueva política fue defendida por la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice.

En comentarios a NBC News sobre la destitución de Jean Bertrand Aristide, Rice dijo: "creemos que el presidente, en cierto sentido, perdió su habilidad de ser líder de su pueblo, porque no gobernó democráticamente".

Días después, otro alto funcionario de la Casa Blanca explicó que esa misma política se aplica a las elecciones salvadoreñas, el próximo domingo. "Nos preocupa el impacto que tendría un triunfo del FMLN sobre las relaciones comerciales, económicas y migratorias de Estados Unidos con El Salvador", declaró Otto Reich, enviado especial de la Casa Blanca para América Latina.

Esa intervención directa en los asuntos políticos internos de El Salvador no dejó dudas de a quién apoya la Casa Blanca en los comicios presidenciales en ese país. Reich no sólo hizo estos comentarios, sino que los repitió en una conferencia de prensa vía telefónica con periodistas convocados a la sede electoral de la coalición derechista Arena, según versiones en la prensa de El Salvador.

Reich agregó que "no podríamos tener la misma confianza en un El Salvador dirigido por una persona que, obviamente, es admirador de Fidel Castro y Hugo Chávez".

Aunque los comentarios de Reich no sorprenden, ya que sus posiciones tienen una larga historia conocida en este hemisferio, confirman que estas posturas son parte de la nueva línea de política exterior de Bush.

Con ello, en los hechos, la Casa Blanca ha abandonado la Carta Democrática de la Or-ganización de Estados Americanos, firmada hace solo tres años, la cual obliga a que los estados se comprometan con el pleno respeto, promoción y apoyo de los procesos democráticos constitucionales y la defensa de estos gobiernos cuando se encuentran amenazados por fuerzas extraconstitucionales.

Robert Pastor, vicepresidente de asuntos internacionales de la American University, dijo en entrevista con La Jornada que los comentarios de Rice eran "desalentadores".

Señaló que "al fin del juego, abandonó la premisa constitucional, el acuerdo constitucional en Haití, por lo que (Washington) hizo. Hay un asunto muy importante en juego allí y en el hemisferio sobre el papel correcto al poner en práctica la Carta Democrática".

Estatus quo político fracasado

Funcionarios insisten que no están intentando cambiar o enmendar la Carta Democrática. En conversación con periodistas, Peter DeShazo, subsecretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, afirmó que no hay un intento por cambiar el sentido de ese documento.

Pero en esa misma conversación, DeShazo añadió una nueva frase al idioma diplomático, cuando caracterizó al gobierno de Aristide "un estatus quo político fracasado" que no ameritaba el apoyo de Estados Unidos.

Tras reconocer que Aristide había solicitado apoyo internacional para defender su gobierno, DeShazo señaló que "el estatus quo político en Haití en víspera de su salida fue percibido por nosotros como un estatus quo fracasado, en el que no estamos dispuestos a arriesgar tropas para defenderlo".

"Eso establece un precedente muy preocupante para toda la región", opinó Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, en entrevista con el periodista Jim Lobe: "Hay mu-chos gobiernos latinoamericanos tambaleantes. Gente descontenta con sus gobiernos percibirán (la línea de Washington) como una manera de deshacerse de ellos si al gobierno de Bush tampoco le gusta. Por tanto, no hay incentivo para realizar la negociación política implícita en una democracia y buscar soluciones pacíficas".

De hecho, estalló un escándalo con lo que se consideraron maniobras demasiado públicas del gobierno de Bush en el golpe de Estado fallido contra Chávez en Venezuela. Pero ahora parece que se ha tomado la decisión de no esconderse detrás de esa retórica "democrática" y simplemente expresar de manera más explícita la posición de Washington ante los resultados de la voluntad de la mayoría de algunos pueblos si ésta no es aceptable.

De cierta manera, es un retorno a la posición expresada por Henry Kissinger para justificar la intervención política en Chile para derrocar a Salvador Allende.

Poco antes de la elección, el entonces asesor de Seguridad Nacional, fue bastante ex-plícito: "No creo que deberíamos eludir que la toma del gobierno por Allende en Chile presentaría problemas masivos para nosotros y para las fuerzas democráticas y pro estadunidenses en América Latina, y de hecho para todo el hemisferio occidental".

Unos meses después, el presidente Richard Nixon declaró, al aceptar las cartas del nuevo embajador de Allende en Washington, que "ninguna nación puede ignorar los derechos de otras, o las normas internacionales de comportamiento esenciales para la paz y la interacción mutuamente benéfica. Por nuestra parte, este gobierno y esta nación es-tán comprometidos con el respeto mutuo por la independencia, la diversidad y los derechos y obligaciones internacionales".

En ese mismo momento ya estaba en marcha el plan para derrocar a Allende. Unos años después ese embajador, Orlando Letelier, sería víctima del, hasta esta fecha, peor atentado terrorista realizado en Washington.

Por lo menos ahora, con la nueva línea ex-plícita de Bush, las cosas son más honestas.

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