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México D.F. Jueves 25 de marzo de 2004

Octavio Rodríguez Araujo

SNTE, una historia que se repite

ƑPor qué un sindicato de profesores, con cierta cultura y acceso a la información, ha sido dirigido por líderes corruptos, gangsteriles, autoritarios y cuestionados en casi todos los ámbitos políticos? Me refiero al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Por comparación con otros sindicatos y con las principales organizaciones campesinas, los agremiados al SNTE son personas que no sólo saben leer y escribir, sino que enseñan o han enseñado a millones de trabajadores sus primeras letras, además de aritmética, geografía, historia, ciencias naturales y todas esas materias que nos dieron herramientas para mejor entender al ser humano y al mundo que nos rodea. En un país donde un alto porcentaje de su población apenas sabe escribir su nombre, los maestros de la Secretaría de Educación Pública son una elite, y en algunos poblados representan la voz más autorizada junto con el párroco y a veces el médico. Más todavía, en sus orígenes (al final de 1943) el SNTE fue formado por corrientes consideradas progresistas y algunas incluso socialistas, a pesar de haber nacido bajo el paraguas protector del gobierno de Avila Camacho.

Cuentan los que conocen su historia que antes del charrazo de Jesús Robles Martínez (1949), el sindicato era más o menos democrático y que sus bases intervenían en las decisiones que podían afectarles. En aquel entonces y por muchos años más se entendía que un gran sindicato de profesores pudiera ser dominado por camarillas gangsteriles: los dirigentes contaban con grupos de golpeadores y matones, así como con recursos públicos que igual servían para amedrentar que para corromper. Los maestros, pese a ser muy numerosos, no contaban con elementos suficientes de defensa ni con la impunidad que le garantizaba el gobierno a los dirigentes. Manuel Sánchez Vite no fue mejor que Robles Martínez en sus métodos de dominación; de hecho amplió la represión a los disidentes, que los hubo, como los habría más adelante. Luego vendría Carlos Olmos, si mi memoria no me traiciona. Todos eran lo mismo: anticomunismo feroz, como estaba de moda en aquellos años, impunidad absoluta y colaboración del gobierno con los charros para reprimir los focos disidentes que surgieron en no pocas secciones del sindicato.

Con el apoyo del presidente Luis Echeverría se orquestó un golpe de Estado encabezado por Carlos Jonguitud (1972). Olmos fue sustituido por Eloy Benavides. Benavides y Jonguitud habían sido colaboradores de Sánchez Vite, pero éste y el anterior romperían su relación en 1975. La típica traición del dirigente a quien le abrió espacios de poder. Una historia que habría de repetirse más adelante con Elba Esther Gordillo contra su padrino sindical y político.

Jonguitud encabezaba Vanguardia Revolucionaria y en aquel tiempo, como también ocurrió con Hernández Juárez en el sindicato de telefonistas, se hablaba de democratización del sindicato. Era el argumento para justificar la derrota de los viejos dirigentes, pero no para perpetuarse en la dirección del sindicato. En 1974 fue "elegido" Jonguitud, quien proyectaría al sindicato en la política nacional como nunca lo habían soñado siquiera sus antecesores. El nuevo jefe máximo del SNTE puso en la dirección a Andrade Ibarra, ya con López Portillo en el gobierno. La represión contra los disidentes continuó, como también en otros sindicatos (recuérdese el aplastamiento de la Tendencia Democrática de los electricistas en 1976, la represión de la huelga del STUNAM el año siguiente, y la formación de la Brigada Blanca como culminación de la guerra sucia de los años anteriores). En ese tiempo (1979) surgió un nuevo grupo disidente que todavía existe: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (la CNTE).

Con la formación de la CNTE y bajo la dirección de Ramón Martínez (sucesor de Andrade) en el SNTE, la oposición democrática creció contra el jonguitudismo. La oposición comenzó a ganar secciones sindicales (Oaxaca, Chiapas, etcétera) y el charrismo vio serias fisuras en su estructura. El vanguardismo fue renovado por el gobierno de Salinas de Gortari, quien puso en la dirección del sindicato a una protegida de Jonguitud Barrios salida de Ciudad Nezahualcóyotl. El argumento, una vez más, fue la democratización del SNTE y la conciliación de sus corrientes internas, todo esto abonado por las ambiciones de Elba Esther Gordillo, "mujer sin escrúpulos" que no vaciló en traicionar a quien la hizo dirigente sindical y le facilitó diputaciones y una suplencia en el Senado. Elba Esther se volvió la nueva jefa máxima del sindicato (con Humberto Dávila, Tomás Vázquez y Rafael Ochoa como hombres de paja).

Ahora es no sólo la lideresa del enorme magisterio organizado, sino su presidenta, nuevo cargo en el organigrama. Y, con su caída en el Congreso de la Unión y en el PRI, ha arrastrado al sindicato más fuerte y a buena parte de los demás trabajadores al servicio del Estado.

La historia se repite ininterrumpidamente por 60 años, y los maestros, personas instruidas, testigos o protagonistas de muchos intentos democráticos auténticos, siguen permitiendo que unos cuantos maleantes protegidos en su impunidad por los gobiernos de la República, incluido el de Fox, mantengan la dirección de su poderoso sindicato. ƑPor qué? La respuesta tendrán que buscarla los mismos maestros.

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