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México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Las revelaciones de Clarke y la "balcanización global"

Ningún vínculo entre el ataque a Irak y el 11-S

ES NOTABLE LA convergencia racial-ideológica-teológica desde los Balcanes, pasando por el Caúcaso, hasta el Medio Oriente, de los intereses geoestratégicos de los huntingtonianos -los nuevos nazis de la posmodernidad- y los neoconservadores straussianos que controlan el Pentágono, aliados a la dupla Sharon-Netanyahu, del partido Likud. A la semana exacta del histórico voto del lúcido electorado español el 14 de marzo, que trastocó la correlación geopolítica de fuerzas en Europa con el retorno de España al carril europeo, los huntingtonianos del islamófobo "choque de las civilizaciones" (ahora sumado de una viciosa mexicanofobia) elevan su puja racista por medio del asesinato misilístico de Ahmed Yassin, líder cuadripléjico del movimiento fundamentalista islámico palestino Hamas, lo cual resguarda una "guerra demográfica" emprendida por el general Sharon con la tácita bendición de la administración Bush.

TRES DIAS DESPUES del hito del 14 de marzo en España, que constituyó una bofetada para Bush-Blair-Sharon, los racistas huntingtonianos y los neoconservadores straussianos mueven sus fichas en Kosovo, el vulnerable flanco sureste de la Unión Europea, por medio de un video falsificado transmitido impúdicamente por la televisión, que despertó los fantasmas de guerras étnico-religiosas entre los islámicos albano-kosovares y los serbios ortodoxos. ƑA quién más le conviene la "balcanización global", que no sea a la agenda explícita de los racistas huntingtonianos y los neoconservadores straussianos? Después de la primera guerra contra Irak en 1991, el neoconservador straussiano Paul Dundes Wolfowitz redactó el célebre documento Guía de planeación de defensa para el año fiscal de 1992, que en su momento fue visto como "una plataforma amenazante de las ambiciones hegemónicas globales de Estados Unidos" para convertirse en "la potencia dominante del planeta", como reseña Paul Kincaid Jamieson en su inigualable ensayo "Raíces de la junta neoconservadora" (neocon.watch, 23 de marzo). Un año después apareció en Foreign Affairs el artículo racista de Samuel Huntington que sería transformado en libro cinco años más tarde. En 1996, los fundamentalistas paleobíblicos Richard Perle, Douglas Feith, David y Meyrav Wurmser redactaron, a encomienda de Bibi Netanyahu, el entonces primer ministro likudista de Israel, el documento Un sano respiro: una nueva estrategia para asegurar el reino, que urgía la remoción de Saddam Hussein como punto crucial para garantizar la seguridad de Israel en Medio Oriente, lo cual, de paso, aislaría a Siria e Irán. Dos años más tarde, emergió una nueva entidad política en los locales rentados en Washington por el influyente American Enterprise Institute (dominado por la dupla Cheney-Rumsfeld), que aboga por la supremacía angloprotestante: el Proyecto para el Nuevo Siglo de EU, que retoma la Guía de planificación de defensa de Wolfowitz (1992) y presiona al presidente Clinton a derrocar a Saddam Hussein. Un año después de la invasión anglosajona a Irak, Samuel Huntington anuncia la publicación de su nuevo libro mexicanófobo Quiénes somos: el desafío a la identidad nacional de EU, basado en los asertos alucinatorios expectorados por Castañeda Gutman en 1995 -como refiere el mismo Huntington-, sobre la "incompatibilidad feroz" entre los mexicanos ("moral e intelectualmente inferiores") y los titanes "güeros" angloprotestantes. En el lapso de 12 años se han conjugado las agendas de las "guerras demográficas" contra el Islam y los mexicanos (extensiva a los "latinos") como corolario de la permanente y unilateral "guerra preventiva" emprendida por la santa alianza de los angloprotestantes supremacistas blancos y los fundamentalistas paleobíblicos del partido Likud, quienes llevan ahora a la práctica su teoría de predominio étnico-financiero que subsume una "balcanización global" para que perviva la globalización financiera.

AL AÑO DE la invasión anglosajona a Irak, nada menos que Tony Benn, anterior miembro del gabinete de Blair, fustigó que la "globalización armada" de la dupla Bush-Blair fue diseñada para "capturar las reservas de petróleo de Irak" por medio de la "privatización" (The Daily Telegraph, 20 de marzo). Ni más ni menos que la tesis esbozada por Bajo la Lupa, y que refiere en forma exquisita la muy solvente comentarista Mayté Noriega, parodiando al estratega alemán Clausewitz, que "la guerra es la prolongación de la economía con otras armas".

EN ESTE TENOR de ocultamiento obsceno de los verdaderos motivos étnico-financieros de la "globalización armada" y la "balcanización global", la Casa Blanca se cimbró con las revelaciones de Richard Clarke, jefe de la oficina de contraterrorismo del Consejo de Seguridad Nacional con los presidentes Clinton y Bush, quien en su reciente libro En contra de todos los enemigos, una verdadera bomba, desnudó las intenciones reales del presidente Bush, quien estaba más preocupado por derrocar a Saddam que por combatir a la trasnacional islámica del terror Al Qaeda.

SEAN CIERTOS O NO, los asertos de Clarke han conmocionado a la opinión pública. Sydney Blumenthal, consejero de alto nivel de Clinton, fustiga que con el libro de Clarke "la verdad es el nuevo enemigo de marca del presidente Bush". Sucede que ante la comisión creada para investigar el 11 de septiembre (The Guardian, 25 de marzo), Clarke "atestiguó que Bush ignoró las advertencias sobre le terrorismo que pudieron haber prevenido los ataques". Mientras se forma una masa crítica por las declaraciones incendiarias de Clarke, que irán adquiriendo dimensiones incalculables, han quedado seriamente heridos Condoleezza Rice, la asesora de Seguridad Nacional, y su adjunto Stephen Hadley, quienes, según afirma el ex jefe de la oficina de contraterrorismo, ni siquiera sabían de la existencia ni el significado de Al Qaeda, porque se encontraban obsesionados por invadir Irak. El general Donald Kerrick, un "profesional de la seguridad nacional", como sentencia Blumenthal, ha apoyado los asertos del beligerante Clarke. Ambos, Clarke y Kerrick, nunca encontraron evidencias de vínculos entre Al Qaeda y el régimen de Saddam Hussein, como deseaba cocinar la Casa Blanca, contra todas las "inteligencias" habidas y por haber.

DESDE SU FORMACION, la Comisión del 11 de Septiembre había provocado fuertes controversias con el nombramiento del repudiado etnocida global Alfred Heinz (alias Henry) Kissinger, quien tuvo que abandonar su encomienda presidencial. Los republicanos han denostado a Clarke, a quien fulminan con todos los epítetos, desde "mentiroso" hasta "topo de los demócratas" y "políticamente motivado" para dañar las aspiraciones releccionistas de Bush, pero Blumenthal, quien conoce perfectamente los dédalos burocráticos de la Casa Blanca, formula la grave acusación de que "Bush tenía amplia información" sobre el ataque inminente del 11 de septiembre, como delata el ardiente testimonio del viceprocurador Jamie Gorelick, miembro de la comisión investigadora. A juicio de Blumenthal, Condoleezza Rice se ha visto "vaga, olvidadiza e inconexa", que no representan virtudes encomiables para una asesora de Seguridad Nacional. Bush, "manipulado por su primer círculo", vuelve a ser descrito por Clarke en los mismos términos que los expresados por su ex secretario del Tesoro Paul O'Neil, quien también con sus revelaciones sobre la personalidad pueril del presidente Bush había causado remolinos, que se suman a los torbellinos de Clarke, quien despedaza las justificaciones de Cheney, Rumsfled, Wolfowitz y Perle para agredir a Irak. En el programa Good Morning America, Clarke se lanzó también a la yugular de Paul Dundes Wolfowitz, quien asumió la misma postura que Bush respecto a Irak (Ƒno habrá sido al revés?). Bob Herbert, columnista destacado de The New York Times ("La guerra equivocada", 26 de marzo), cita una frase de Clarke sobre la reunión de un día después del 11 de septiembre: "Me di cuenta casi con un agudo dolor físico que Rumsfeld y Wolfowitz iban a tratar de tomar ventaja de la tragedia nacional para promover su agenda sobre Irak". Los neoconservadores son iguales en todo el mundo: Ƒno fue lo mismo que hizo Aznar el 11 de marzo?

EN EL PROGRAMA 60 Minutos, de CBS, Clarke acusó que el secretario del Pentágono, Donald Rumsfeld, al día siguiente de los atentados terroristas del 11 de septiembre deseaba bombardear Irak en lugar de Afganistán, porque "Irak tenía abundantes objetivos limpios, mientras Afganistán carecía de ellos". Por "objetivos limpios", Ƒse referirán a yacimientos petroleros? Viene la parte dura (y dolorosa al mismo tiempo, por las víctimas expiatorias que sacrificó la petrocracia anglosajona), que Clarke profiere sin tapujos: "Y la tragedia aquí es que los estadunidenses fueron a su muerte a Irak pensando que estaban tomando venganza por el 11 de septiembre, cuando Irak no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre. Que el comandante supremo y el vicepresidente permitan que eso suceda es no tener escrúpulos".

EN MEDIO DE la cacofonía de tintes injuriosos desatada por las estrujantes revelaciones de Clarke -funcionario de tres administraciones republicanas de las cuatro en las que sirvió, a quien pérfidamente buscan asesinar por la vía del descrédito de su personalidad para salvar la imagen de Bush-, los republicanos, con justa razón, estan estupefactos. Clarke exhibió en forma persuasiva que para Bush, quien había hecho de la campaña contra Irak su obsesión adictiva, la "guerra contra el terrorismo no era urgente". Y en un movimiento poco usual, los aterrados republicanos han solicitado -a sabiendas de que corre riesgo la relección de Bush, atrapado in fraganti en sus mentiras globales con toda su cosmogonía interesada de "guerra contra el terrorismo global"- la "desclasificación" del testimonio de Clarke ante los comités de inteligencia del Congreso, que contradicen sus supuestas mentiras contra el presidente Bush (Reuters, 28 de marzo), así como ahora la Secretaría del Tesoro persigue a su anterior titular Paul O'Neill, por perjurio. Sea lo que fuere, el daño ha sido enorme y se centra en la credibilidad del atribulado Bush frente al electorado el próximo 2 de noviembre, como aduce Philip James (The Guardian, 26 de marzo): "La rapidez y la ferocidad de los ataques de la Casa Blanca a Richard Clarke exponen dos cosas: que su historia sea ampliamente verdadera y que la administración Bush se encuentre aterrada de que el pueblo estadunidense la crea". ƑCastigarán los electores a Bush, como los lúcidos votantes españoles defenestraron al mentiroso Aznar, quien buscaba lucrar con las urnas funerarias del 11 de marzo en los comicios de tres días después? En forma por demás extraña, cabe señalar que resaltó la existencia de planes para invadir Afganistán mucho antes de los atentados del 11 de septiembre. Ahora sí que la permanente y unilateral "guerra preventiva" de la mendaz "doctrina Bush" previno demasiado y se le pasó la mano para cocinar su "marcha a la locura" -como diría la notable historiadora Barbara Tuchman- con el fin de capturar el oro negro de Irak y privatizarlo en beneficio de la petrocracia anglosajona promotora de la "globalización armada" y la balcanización global.

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