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México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004

Gastón Castellanos

Bioética en las enfermedades cerebro-mente

En primer término hay que explicar el significado de bioética, el cual engloba dos vertientes: biología y ética; por lo tanto, no sólo trata de la ética médica, sino también de la protección global de todas las formas de vida. Es evidente que todo lo que se relaciona con las enfermedades mentales comporta una resonancia ética.

El llamado problema "cerebro-mente" alcanzó su máxima expresión cuando Descartes funda el dualismo del alma y del cuerpo y publica el Tratado de las pasiones (1649). Spinoza refuta el dualismo y postula el monismo. Esa dicotomía teórica generó innumerables debates históricos de gran relevancia. Nuevamente se halla en la discusión científica y sin caer en un reduccionismo infructuoso, se acepta que todos los procesos mentales son en último término biológicos.

En la quinta conferencia internacional promovida en noviembre de 1990 por el Pontificio Consejo Pastoral de los Agentes Sanitarios sobre la Mente Humana, su santidad expresó: "frente a las enfermedades mentales las diversas culturas han reaccionado a menudo negativamente -en el pasado y no dejan de hacerlo hoy- llevando al aislamiento del enfermo mental y su marginación". Agrega: "Si el sufrimiento es misterio, lo es de forma particular cuando al hombre le ataca las facultades más nobles y sobre todo la mente".

La siquiatría contemporánea ha logrado cambios significativos gracias a los avances recientes de las neurociencias. Por lo tanto, su proyección social se tornó menos desafiante y más promisoria. En la actualidad contamos con un rico arsenal sicofarmacológico, que ha ampliado las posibilidades de ofrecer un tratamiento eficaz en gran número de trastornos. Sólo mencionaré algunos ejemplos. Entre ellos hay que destacar la depresión y su constelación de síntomas (ansiedad, insomnio, etcétera), que ensombrecen la vida del paciente, reducen su capacidad laboral y frenan la energía y motivación existencial. Tiene la mayor incidencia en la población, siendo más frecuente en las mujeres. La OMS señala que la depresión será la causa primordial de morbilidad en este nuevo siglo. No obstante, es en este campo en el que hay que subrayar la gran utilidad de la terapia farmacológica y de la intervención siquiátrica oportuna.

El suicidio es un problema trágico, siempre presente en la conciencia colectiva. Su incidencia es mayor en la adolescencia y en grupos vulnerables de personas adultas y de edad avanzada. Debería ser objeto de reflexión que las causas son múltiples y previsibles. La prevención no radica sólo en el médico o el hospital, sino en la sociedad entera, la familia, la educación, el medio socioeconómico. Las condiciones adversas de existencia ocurren a todos y en todas partes, sin embargo, hay personas más frágiles, desprotegidas, que luchan por sobrevivir en un mundo que perciben hostil y deshumanizado.

La esquizofrenia engloba un grupo heterogéneo de sicosis cuya prevalencia es de uno por ciento, es más frecuente en la adolescencia y tiene un curso progresivo cuando no se atiende en la fase temprana. Afortunadamente, en la actualidad disponemos de una serie de medicamentos antisicóticos eficaces, cada vez más selectivos, que permiten una remisión marcada de los síntomas, aunque todavía no podemos hablar de restitutio ad integrum.

La mayoría de los sicofármacos no se han ensayado en la población infantil debido a su mayor riesgo de toxicidad y por lo tanto está contraindicado su prescripción. Sin embargo, hay excepciones. ƑEs ético el uso de sicoestimulantes en niños de déficit de atención e hiperactividad? Se considera que este síndrome afecta entre uno a 3 por ciento de los niños y se asocia en alto grado con alteraciones del aprendizaje y disminución de la autoestima. Aunque parece haber consenso en cuanto a la acción benéfica de algunos sicoestimulantes, no así de antidepresivos, en el tratamiento de este síndrome (TDA) se requiere cautela y evaluación médica sicológica especializada.

Más recientemente, los avances de la medicina genómica, el diseño de medicamentos más útiles para evitar el deterioro cognoscitivo y la esperanza de remplazar neuronas dañadas en enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson) son algunos de los retos en que la participación de la bioética es ineludible, la neuroética, como la denominó el periodista William Safire.

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