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México D.F. Miércoles 31 de marzo de 2004

Tres dirigentes han prolongado su mandato más allá de lo que establecen los estatutos

La estructura del SNTE es idónea para crear caciques, afirma investigador

El periodo gordillista, el peor de todos; es el que más ha retorcido la legalidad interna

CLAUDIA HERRERA BELTRAN/II

La historia y estructura del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) han sido propicias para la forja de caciques.

A lo largo de sus 61 años años de historia, tres dirigentes, Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo, han prolongado su mandato más allá de lo que marcan los estatutos.

Y con la reciente reforma el gordillismo pretende estirar su periodo por lo menos hasta el año 2008, lo cual representaría su permanencia por 19 años, dos más que Jonguitud Barrios y cerca de los 21 años de Robles Martínez, el cacicazgo más largo en la historia del sindicato.

Gerardo Peláez Ramos, acucioso investigador de la historia del SNTE, desmenuza estos tres periodos y califica el gordillista como el peor de todos, porque ha sido el "más derechista" y el que ha abusado más de la legalidad interna inventando reformas para perpetuar a una pequeña casta magisterial.

Para el autor de diversas obras sobre el sindicato, entre ellas Historia del SNTE y Diez años de luchas magisteriales (1979-1989), no es gratuito que los cacicazgos tengan carta de naturalización en la organización. El organismo magisterial nació con la intervención oficial, en el periodo presidencial de Manuel Avila Camacho, en momentos en que se buscaba aplacar a un sindicalismo en efervescencia.

Tres años después del surgimiento del SNTE, Robles Martínez tuvo la tarea de charrificar la organización magisterial, tal como en ese momento lo hacían otros líderes, como Jesús Díaz de León con los ferrocarrileros y Jesús Carrasco en el sector minero-metalúrgico.

"Es un proceso de charrificación del movimiento sindical, en el que los dirigentes cuentan con algún consenso y pueden hablar de que tienen cierta legalidad y legitimidad, pero lo cierto es que el apoyo del Estado define su permanencia en el poder", explica.

A su llegada, en 1949, lo primero que hizo Robles Martínez fue poner "calma" en un sindicalismo convulso -sólo en 1948 hubo 17 huelgas de maestros- y la primera medida consistió en acabar con el libre juego de tendencias. Hasta ese momento el gremio se había distinguido por dar espacio a comunistas y lombardistas, pero con Robles Martínez eso se acabó.

Otros rasgos que lo distinguieron fueron su cercanía a los presidentes en turno y el uso de métodos violentos para aplacar a la disidencia. En 1952, el control casi absoluto que tenía del sindicato le permitió convocar al tercer Congreso Nacional del SNTE e imponer a su sucesor. Se trataba de Manuel Sánchez Vite, quien -asegura el estudioso del tema- introdujo las prácticas represivas para aplacar a los opositores.

El maximato de Robles Martínez fue el más prolongado. Los siete secretarios generales que estuvieron bajo su sombra fueron Manuel Sánchez Vite, Enrique W. Sánchez, Alfonso Lozano Bernal, Alberto Larios Gaytán, Edgar Robledo Santiago, Félix Vallejo Martínez y Carlos Olmos Sánchez.

¿Por qué este ingeniero de profesión prolongó su mandato durante más de dos décadas? Peláez explica que si bien hizo a un lado a los grupos disidentes, tuvo la capacidad de conciliar con las distintas fuerzas que estaban aglutinadas alrededor del partido oficial. En aquella época había varios grupos fuertes ligados al PRI, como el Bloque de Unidad Magisterial y el Bloque Revolucionario de Orientación Sindical, que lograron ser controlados.

Además, a partir de su carrera en el SNTE, Robles Martínez escaló diversos puestos en la política. Fue diputado federal, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado y director del Banco Nacional de Obras Públicas, lo cual le permitió reunir una fortuna y tener una residencia en Las Lomas.

Este maximato llegó a su fin el 22 de septiembre de 1972. Con el respaldo del presidente Luis Echeverría, Carlos Jonguitud Barrios encabezó un grupo que tomó por la fuerza las instalaciones del sindicato y de inmediato convocó a la celebración de un Congreso Nacional Extraordinario, en el que Eloy Benavides fue elegido secretario general.

Dicho congreso tuvo el apoyo oficial, y siete días después del golpe el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje reconoció al nuevo Comité Ejecutivo Nacional. Inclusive aceptó un nuevo pliego petitorio para la revisión salarial. Se iniciaba la era jonguitudista.

Medio año después, Jonguitud asumió formalmente el poder y fue elegido secretario general en un congreso que se efectuó en La Paz, Baja California Sur, en el que sólo participaron incondicionales. En ese lugar se dio a conocer la Declaración de La Paz, que se convirtió en plataforma de principios del Movimiento 22 de Septiembre, mismo que posteriormente se denominó Vanguardia Revolucionaria.

Precisamente lo que aseguró ese cacicazgo fue la creación, en agosto de 1974, de Vanguardia Revolucionaria, de la que Jonguitud fue líder vitalicio.

El nuevo dirigente magisterial de inmediato asumió la política echeverrista y alentó un discurso democratizante y antiimperialista. Entre 1974 y 1979 logró una serie de conquistas sindicales en cuanto a salario, prestaciones y creación de plazas.

El cambio de Presidente, en 1976, no significó obstáculo alguno para Vanguardia Revolucionaria. Al contrario, José López Portillo otorgó amplio respaldo a Jonguitud. Y no fue gratuito. José Luis Andrade Ibarra, sucesor de Jonguitud, siguió sus lineamientos y con motivo del quinto aniversario del Movimiento 22 de Septiembre concentró a más de 100 mil profesores de todo el país en el estadio Azteca con la presencia de López Portillo.

En esta época, dice Peláez, se privilegió la mano dura para abatir la inconformidad del magisterio, que había estallado con fuerza en esos días. En 1979 surgió la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y en los siguientes años se llevaron a cabo una serie de manifestaciones en demanda de la democratización del gremio.

Varios profesores fueron asesinados. Misael Núñez Acosta, en el estado de México; Pedro Palma, en Hidalgo, y Celso Wenceslao López, en Oaxaca.

En la lista de secretarios generales dominados por Jonguitud se encuentran José Luis Andrade Ibarra, Ramón Martínez Martín, Alberto Miranda Castro, Antonio Jaimes Aguilar y Refugio Araujo del Angel. No es mucho lo que se puede decir de ellos, añade, porque en un cacicazgo los líderes sometidos quedan borrados.

El poder de Jonguitud se fue debilitando debido a los efectos de la crisis, que había dejado el sueldo de los profesores en casi un salario mínimo, lo cual motivó la insurrección de la CNTE. Pero lo que le dio el tiro de gracia a ese cacicazgo fue su oposición al proyecto neoliberal -que en esencia consistía en la descentralización de los servicios educativos- que impulsaba Carlos Salinas de Gortari.

En medio de la insurgencia magisterial, el 23 de abril de 1989 un comunicado de la Presidencia de la República informaba que Jonguitud Barrios estaba fuera del SNTE y de Vanguardia Revolucionaria. Pocos días después, Gordillo era designada secretaria general.

"El arribo de Gordillo no es institucional, no de acuerdo con las fuerzas políticas que se mueven alrededor del sindicato. Es una imposición del Presidente de la República", afirma Peláez.

La profesora llegó con un discurso que se empalmaba con la nueva política modernizadora de Salinas, que después se hizo realidad con la descentralización educativa y la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica en 1992.

En la vida interna del sindicato los gordillistas tuvieron que abrir espacios a la CNTE, lo cual permitió el reconocimiento de los comités de las secciones 9 del Distrito Federal, 22 de Oaxaca, 7 de Chiapas y unos días antes de concluir su mandato el de la 18 de Michoacán.

El cacicazgo gordillista continuó hasta que en 1995 vivió un pequeño sobresalto. Su sucesor, Humberto Dávila Esquivel, intentó rebelarse y al término de su gestión pretendió integrar un comité ejecutivo a su gusto, pero la profesora lo deshizo todo y terminó por imponer a Tomás Vázquez Vigil, un fiel gordillista.

Pero -señala Peláez- el triunfo del foxismo puso en una situación muy difícil al cacicazgo de Gordillo, porque jamás en la historia del SNTE hubo un liderazgo tan derechista y con un programa tan reaccionario, como ocurrió cuando se plegó al foxismo.

"Este es un liderazgo que impulsa la educación privada, que llega a acuerdos con la iniciativa privada, con las principales organizaciones de ultraderecha, como la Unión Nacional de Padres de Familia y la Fundación Vamos México, y que se embarca en proyectos como la reforma fiscal y la privatización de los energéticos y del servicio eléctrico", apunta.

Así, con la oposición que han levantado estas iniciativas y el reciente congreso, que se distinguió por sus métodos antidemocráticos, el historiador señala que se puso en marcha una nueva modalidad de cacicazgo, el "estatutario".

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